Introducción: ¿Alguna vez te has sentido como el olvidado? ¿El menospreciado? ¿El abandonado? Esta mañana sumerjámonos en la cautivadora historia de Mefiboset, un personaje cuya vida da testimonio de la transformadora gracia de Dios.
I. La desgracia de Mefiboset
A. Nacido en la realeza pero viviendo en el olvido: Mefiboset era el nieto del Rey Saúl y el hijo de Jonatán. Sin embargo, un trágico accidente a los 5 años (2 Samuel 4:4) provocó su discapacidad. Su linaje real fue ahora eclipsado por su impedimento físico.
B. Vida en Lodebar: Residía en Lodebar, una ciudad del Antiguo Testamento en Galaad, no muy lejos de Mahanaim, al norte del río Jaboc en el antiguo Israel. Lo-debar también era considerado un barrio marginal en tiempos bíblicos. Lodebar significa "sin pasto", "sin palabra" o "sin comunicación". Era un lugar olvidado.
II. La inquebrantable bondad de David
A. El voto de David: David recordó su promesa a Jonatán (1 Samuel 20:15). Ahora, preguntó: "¿Hay alguien todavía vivo de la familia de Saúl, a quien pueda mostrar bondad por el bien de Jonatán?" (2 Samuel 9:1)
B. Del olvido al honor: Mefiboset fue llevado ante David. Esperando venganza, ¡en su lugar recibió restauración! David devolvió todas las tierras de Saúl a Mefiboset e incluso insistió en que cenara en la mesa del rey.
III. La respuesta de Mefiboset
A. Humildad: "¿Quién es tu siervo, para que muestres tal bondad a un perro muerto como yo?" (2 Samuel 9:8). A pesar de la grandeza que lo rodeaba, Mefiboset estaba centrado. Era un realista.
B. Gratitud de por vida: La presencia diaria de Mefiboset en la mesa del rey fue un recordatorio perpetuo de la bondad de David.
IV. Aplicación para nosotros
A. Reconoce tu Lodebar: Identifica las áreas desoladas de tu vida. ¿Es la soledad, un miedo paralizante, problemas financieros o de salud? Dios lo sabe.
B. Acepta la insondable bondad de Dios: Puedes sentirte olvidado, pero Dios recuerda. No solo recuerda sino que también actúa. Jesús, nuestro puente hacia Dios, encarna este acto de bondad.
C. Vive en gratitud: ¿Reconocemos las bendiciones y privilegios diarios que se nos han concedido? ¿Vivimos vidas de gratitud o de derecho?
Conclusión: La historia de Mefiboset no es solo un cuento antiguo. Es mi historia. Es tu historia. Todos tenemos nuestros momentos de Lodebar, pero nuestro Dios es un Dios de restauración.
Vamos a:
1. Aceptar Su bondad.
2. Vivir con gratitud.
3. Mirar más allá de nuestros muros.
4. Anticipar el esplendor que Él ha dispuesto para nosotros.