Vivificadas por Su Palabra

La Palabra de Dios es fuente de avivamiento; ¡nos vivifica y renueva nuestro espíritu cada día! Cuando leemos Sus promesas, las creemos, las obedecemos, oramos y nos arrepentimos, nuestra vida es transformada, y nuestra fe se fortalece una y otra vez. Aferrémonos a Su Palabra, porque en ella encontramos dirección, consuelo y la verdad que ilumina nuestros caminos.

Cristo, nuestro redentor y libertador, se nos revela más claramente a través de la Palabra. Necesitamos que Su gracia viva constantemente en nosotras, conforme a Su promesa. Sus misericordias son tiernas, inagotables y siempre presentes, sosteniéndonos en todo momento.

El salmista nos enseña a amar la justicia y aborrecer el pecado, reconociendo que cada transgresión nos aleja de Dios. Aquellas que reciben la Palabra con fe y amor descubren su fidelidad: todo lo que Dios ha dicho es verdadero y digno de confianza. Que nuestra vida sea un reflejo de Su verdad, y que la Palabra de Dios sea siempre nuestro alimento, guía y fuerza.