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Mi Ruta De Fe: Viviendo En La Verdad De Lo Que Dios Ya HizoMuestra

Mi Ruta De Fe: Viviendo En La Verdad De Lo Que Dios Ya Hizo

DÍA 2 DE 5

Día 2 Creer sin condiciones

“Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen.” (Juan 20:29, NVI)

Este pasaje nos lleva al encuentro entre Jesús resucitado y Tomás, uno de los discípulos que se resistía a creer sin evidencia. Había escuchado el testimonio de los demás, pero quería ver con sus propios ojos las marcas de los clavos. Jesús, en su infinita misericordia, se le apareció y le permitió tocar sus heridas. Pero más allá del gesto, Jesús aprovechó ese momento para enseñar una verdad eterna: la verdadera fe no depende de ver para creer, sino de confiar en lo que Dios ya dijo y cumplió.

Esta conversación marca una transición del ver al creer, del dudar al confiar; un paso esencial en el crecimiento espiritual.

Reflexión

Creer cuando todo está claro es fácil. Creer cuando vemos los resultados, cuando la oración es contestada o cuando el milagro ocurre, parece natural. Pero la verdadera fe no necesita evidencias visibles para sostenerse. La fe inquebrantable confía incluso en medio del silencio, cuando las circunstancias parecen contradecir las promesas de Dios.

Jesús le habló a Tomás, uno de sus discípulos, después de la resurrección. Tomás había dicho: “Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré” (Juan 20:25, NVI). Su fe estaba condicionada a una prueba tangible. Jesús, con amor pero también con firmeza, le mostró que la verdadera bienaventuranza está reservada para aquellos que creen sin ver.

Así es la fe que Dios busca en nosotros: una confianza que no depende de la vista, ni de la lógica, ni de la evidencia. Hebreos 11:1 (NVI) nos recuerda que: “la fe es tener confianza en lo que esperamos, es tener certeza de lo que no vemos”. Es una certeza que nace del carácter inmutable de Dios, no de la estabilidad de las circunstancias.

Muchas veces decimos que confiamos en Dios, pero lo hacemos con condiciones:
“Señor, si me respondes pronto, creeré”;

“Si cambias esta situación, sabré que estás conmigo”;

“Si logras que consiga lo que anhelo, cambio para ser como tú quieres que sea.”

Pero la fe que transforma no se mide por lo que Dios hace, sino por quién Él es. Él no cambia, aunque cambien las circunstancias de nuestra vida. Siempre debemos confiar en que algo extraordinario está sucediendo en nuestras vidas sin poner las expectativas en la situación o en lo que esperamos; nuestras expectativas deben estar en Dios, pues Él ya ganó.

Santiago 1:6 nos exhorta a pedir con fe, sin dudar, porque quien duda se asemeja a una ola del mar, arrastrada y sacudida por el viento. Cuando nuestra confianza depende de lo que sentimos, nuestra fe se vuelve inestable. Pero cuando nuestra fe se ancla en el amor y la fidelidad de Dios, permanecemos firmes aun en la tempestad.

David en el Salmo 37 lo expresó con belleza y convicción: “Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará.” (Salmo 37:5, NVI). Esa es la esencia de creer sin condiciones: entregar el control, dejar que sea Dios quien obre a Su manera y en Su tiempo.

Creer sin condiciones no significa negar el dolor, sino decidir confiar incluso cuando no entendemos. No significa no tener preguntas, sino saber a quién acudimos con ellas. Es un acto de rendición total: dejar de exigir pruebas y comenzar a descansar en la Verdad.

La fe sin condiciones es la que sostiene a una madre que ora por su hijo sin rendirse; la que mantiene firme al corazón que espera una respuesta; la que persevera aun cuando las puertas parecen cerradas. Porque en esa fe sin condiciones, se manifiesta el amor perfecto que confía en que Dios sigue siendo Dios, incluso cuando el panorama no lo parece.

Oración

Señor, enséñame a creerte sin condiciones.

Perdóname por las veces en que he puesto mi confianza en lo visible y he dudado de tu fidelidad. Hoy quiero declarar que mi fe no depende de lo que siento, sino de lo que tú eres.

Dame la fortaleza para esperar sin desesperar, la paciencia para creer sin ver y la humildad para descansar en tu soberanía.

Ayúdame a caminar con los ojos puestos en ti, no en las circunstancias.

Que mi fe no sea una reacción a los resultados, sino una respuesta a tu amor.

En el nombre de Jesús, amén.

Acerca de este Plan

Mi Ruta De Fe: Viviendo En La Verdad De Lo Que Dios Ya Hizo

Vivimos tiempos en los que muchos confunden la fe con una emoción o una respuesta inmediata de Dios. Pero la verdadera fe se sostiene en lo que ya fue cumplido en la cruz. Este devocional nos invita a pasar de una fe que espera a una fe que actúa, afirmando lo que Dios ya hizo. En cinco encuentros aprenderemos a vivir una fe inquebrantable que recuerda, camina, obedece, confía y da fruto. No esperes a que Dios se mueva; muévete tú en la certeza de Su Verdad. El tiempo de creer es hoy.

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Nos gustaría agradecer a Mi Ruta de Fe por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/mirutadefe