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Adviento en acción: Encuentros que cambian tu historia

DÍA 4 DE 7

Día 4 – Cuando los pastores le adoraron

En la quietud de una noche común, el cielo se abrió sobre unos pastores anónimos. No eran líderes religiosos ni sabios del oriente, sino trabajadores humildes en los campos de Belén. Sin embargo, a ellos (no a los reyes ni a los poderosos) les fue confiada la primera proclamación del nacimiento del Salvador.

El evangelio de Lucas narra que un ángel del Señor se les apareció, y la gloria de Dios los rodeó de resplandor. Su primera reacción fue miedo, pero el mensaje fue esperanza: “Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor”. Los pastores, asombrados, se apresuraron a buscar al niño. Y cuando lo encontraron, “vieron al niño acostado en un pesebre” (Lucas 2:16, NBLA). Ese cuadro sencillo revela el corazón del Adviento: el Dios infinito hecho carne, envuelto en humildad.

La adoración de los pastores no fue planeada ni ritual. Fue la respuesta espontánea de corazones que vieron la gloria de Dios y quedaron transformados. Isaías tuvo una visión similar cuando vio al Señor en Su trono y exclamó: “Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos” (Isaías 6:3, NBLA). En ambos casos, la revelación de la gloria divina produjo reverencia y gozo, no indiferencia.

El Salmo 95:6 (NBLA) nos invita: “Vengan, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor”. La verdadera adoración siempre implica movimiento: dejar el lugar donde estamos para acercarnos a Dios con asombro. Así lo hicieron los pastores cuando, sin demora, se levantaron para buscar al Mesías.

Cuando llegaron y lo encontraron, no ofrecieron oro ni incienso. Solo ofrecieron asombro. El texto dice que “dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño” y que “se volvieron glorificando y alabando a Dios” (Lucas 2:17, 20; NBLA). Su adoración se convirtió en testimonio. No podían callar lo que habían visto.

John Piper dice: “La verdadera adoración no es una obligación, sino la respuesta del corazón que ha visto la belleza de Cristo”. Eso fue exactamente lo que ocurrió aquella noche. Los pastores experimentaron el gozo que surge cuando la gloria de Dios y la humildad humana se encuentran en el mismo lugar.

Hebreos 12:28 (NBLA) nos exhorta a “adorar a Dios con gratitud, con reverencia y temor”. La adoración no es entretenimiento, es rendición. Es la reacción natural del alma que se sabe alcanzada por la gracia. Filipenses 2:9–11 (NBLA) declara que un día “toda rodilla se doblará… y toda lengua confesará que Jesucristo es Señor”. Los pastores fueron los primeros en doblar sus rodillas en la historia de esa adoración que aún continúa.

El Adviento nos invita a unirnos a ellos. La Navidad no es solo recordar un hecho histórico, sino responder como ellos lo hicieron: con alegría reverente y testimonio vivo. Cuando el Salvador nace en nuestro corazón, la adoración se vuelve inevitable.

Reflexión práctica:

  • ¿Cómo se expresa tu adoración cuando contemplas a Cristo?
  • ¿Tiende a ser rutina o una respuesta de asombro?

Dedica hoy unos minutos a orar como los pastores: en silencio, con gratitud y con gozo.

Acerca de este Plan

Adviento en acción: Encuentros que cambian tu historia

El Adviento no es solo una espera pasiva, sino una invitación a encontrarnos con Jesús de forma transformadora. En este devocional de siete días, descubrirás cómo cada encuentro con Cristo, desde María y los pastores hasta Zaqueo y Simeón, reescribe historias y renueva corazones. Vive esta temporada con fe activa, esperanza renovada y una adoración que responde al Dios que aún transforma vidas.

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Nos gustaría agradecer a Felipe Echeverri por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.martepodcast.com