Crece en la fe

Las pruebas nunca son fáciles. A mí también me han hecho sentir débil, inseguro y con ganas de rendirme. Es como cuando llega ese examen sorpresa y no sabes por dónde empezar. Pero he aprendido que, aunque no puedo controlar cuándo vienen las pruebas, sí puedo elegir cómo enfrentarlas. Y ahí es donde Dios me invita y también a ti, a verlas como una oportunidad para crecer en fe y confiar más en Él.

Pablo escribió a los tesalonicenses una serie de exhortaciones prácticas: mantenerse alegres, orar sin cesar, dar gracias en toda circunstancia, no apagar al Espíritu Santo. Estos consejos no son simples frases motivacionales, son llaves espirituales para crecer en medio de la adversidad.

Hay una diferencia entre alegría y gozo. La alegría depende de lo que pasa afuera: una buena noticia, un logro, un día especial.

El gozo, en cambio, es más profundo, es un regalo de Dios que permanece aun cuando las circunstancias son contrarias. El gozo no lo produce lo que ocurre a nuestro alrededor, sino la presencia de Cristo en nosotros. Por eso Pablo podía decir: “Estén siempre alegres”, incluso mientras enfrentaban persecución.

Cuando enfrento una prueba, mi primera reacción suele ser la incertidumbre: enfocarme en lo que me falta, en el dolor o en lo que estoy perdiendo. Y quizá a ti también te pasa. Pero si queremos crecer en la fe, necesitamos entrenar nuestro corazón para confiar en que Dios sigue obrando. La fe madura no se forma en la comodidad, sino en la adversidad. Así como un atleta fortalece sus músculos con cada entrenamiento, nosotros fortalecemos nuestra confianza en Dios con cada prueba superada.

Quizá hoy sientes la presión de mantenerte fiel a tus principios en la escuela o en el trabajo. Tal vez te han señalado de anticuado por defender la vida, el matrimonio o la justicia. Y sí, eso duele. Pero también quiero animarte: es justamente ahí donde tu fe echa raíces más profundas. Cada crítica que soportamos con amor en lugar de amargura, cada decisión que tomamos con integridad y no buscando un beneficio propio, es un ladrillo más en la construcción de nuestro carácter en Cristo.

El apóstol Pablo nos recuerda que no estamos solos: el Espíritu Santo quiere guiarnos para que podamos crecer en gracia, valentía y poder.

Las pruebas son como un gimnasio espiritual: no las buscamos por gusto, pero sabemos que cada una nos hace más fuertes y más parecidos a Cristo.

Preguntas de reflexión

¿Qué es lo primero que sientes cuando enfrentas una prueba: miedo, enojo, tristeza, incertidumbre?

Ese sentimiento, ¿Qué te revela acerca de dónde está puesta tu confianza?

Después de leer esto, ¿sientes que tu manera de ver las pruebas puede empezar a cambiar?