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Arrepentirse no es retroceder

¿Sabes qué significa arrepentirse?

El arrepentimiento es una palabra que a menudo se malinterpreta. Quizás la asocias con juicio, culpa o temor. O tal vez, la primera vez que la escuchaste fue en la voz de un predicador enojado o como una herramienta para hacerte sentir culpable. Sin embargo, el verdadero arrepentimiento, el que viene de Dios, no es un peso ni una condena, sino todo lo contrario: es un regalo liberador que nos lleva a estar más cerca de él.

Imagina esta escena: estás de campamento y la noche comienza tranquila y apacible. Pero a medianoche, estalla una tormenta. La lluvia golpea fuerte, el viento ruge, y te das cuenta de que cometiste un error: olvidaste revisar el clima. Estás perdido y el camino que tienes por delante se vuelve cada vez más peligroso. Entonces, ¿qué haces? Tomas una firme decisión: reconoces tu error, das la vuelta y regresas a casa.

Eso es arrepentirse. Es volver a Dios después de reconocer que estás en medio de una tormenta provocada por el pecado. No se trata de quedarte atrapado en la vergüenza, sino de regresar al único que puede restaurarte.

El rey David lo entendió perfectamente y en el pasaje de hoy él lo describe de una manera hermosa. Enfrentado con su propio pecado, él no se alejó de Dios. Al contrario, se acercó a él con una oración sincera: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu… Devuélveme la alegría de tu salvación” (Salmos 51:10-12 CST).

Como puedes observar, las palabras de David no están cargadas de desesperación, sino de esperanza en el Señor. Él no mira hacia el peso de su error, sino hacia el amor de Dios, que perdona, restaura y renueva. Es gracias a su entendimiento de la misericordia de Dios que el rey David expresa lo que siente, revelándonos al mismo tiempo una verdad eterna: “El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido” (v. 17 CST).

Este es el verdadero arrepentimiento: un profundo reconocimiento del pecado acompañado de una conciencia profunda de la gracia infinita de Dios. Se trata de un arrepentimiento que, en lugar de destruir, refresca tu corazón. No te hunde, ni te señala, sino que te levanta y te da nuevas fuerzas.

Haz una pausa y reflexiona: ¿Hay alguna área en tu vida donde necesitas cambiar de rumbo y volver a Jesús?

Hoy te animo a reconocer tu pecado y a entregar tu vergüenza y arrepentimiento genuino a Dios. Dispón tu corazón y confía en que él, con gentileza e infinito amor, desea restaurarte y sacarte de la tormenta para llevarte de vuelta a casa las veces que sean necesarias.

Oración

Amado Dios, solo tú conoces mis errores y las tormentas que han traído. Muchas veces he huido en lugar de volver a ti, cargando con culpa y vergüenza. Pero hoy, como David, quiero regresar. Crea en mí un corazón limpio y renueva mi espíritu. Enséñame que el arrepentimiento es un nuevo comienzo y una invitación a caminar contigo. Que mi vida refleje tu amor y tu perdón.

En el nombre de Jesús.
Amén.