Naturaleza FrágilMuestra

¿Miserable de Mí?
"¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" (ROMANOS 7:24 RVR1960)
Nuestra naturaleza humana no es nada sencilla. Desde el Edén, vemos cómo el ser humano desea ser independiente de Dios, autosuficiente y egocéntrico. Aquella antigua serpiente le susurró al hombre y la mujer que podían ser “como Dios”, y desde entonces esa necesidad de controlar, decidir y dominar sin depender del Creador se ha convertido en la raíz de nuestra miseria. La naturaleza humana fuera de control puede llegar a ser nuestra mayor debilidad y, al mismo tiempo, nuestro enemigo más peligroso.
Por eso, es vital conocernos profundamente. No se trata de negar lo que somos, ni de reprimir nuestras emociones o impulsos, sino de comprenderlos desde la verdad. Las emociones forman parte esencial de nuestra humanidad, y son determinantes en la formación de nuestro carácter y en nuestro desarrollo espiritual. Sin embargo, si no se someten a la dirección del Espíritu, se convierten en armas contra nosotros mismos.
Al considerar más crudamente la naturaleza humana, podemos referirnos a ella con las mismas palabras del apóstol Pablo: “¡Miserable de mí!” Este lamento no surge de alguien débil o ignorante, sino de un hombre que había conocido a Cristo, pero que comprendió cuán poderoso puede ser el conflicto entre el espíritu y la carne. Pablo no estaba negando su fe, estaba reconociendo su condición. Y eso mismo debemos hacer nosotros: reconocer al “miserable de mí” que cada uno lleva dentro, y aprender a tratar con él adecuadamente, para que no gobierne ni determine nuestras decisiones, reacciones y deseos.
El “miserable de mí” busca siempre empujarnos hacia el mal que no debemos hacer, y al mismo tiempo impedirnos hacer el bien que sabemos que debemos hacer. Es esa voz interior que justifica, manipula y excusa, que convence a la mente de que “no es tan grave”, que “nadie lo sabrá”, o que “después pediremos perdón”. Pero detrás de esa voz está la trampa más antigua del enemigo: hacerte creer que puedes tener el control sin Dios.
En medio de esta lucha, Dios nos ha dejado una ayuda invaluable: la conciencia, un instrumento que Él mismo usa para guiarnos. La conciencia no es una fuerza divina en sí, sino una voz interior que el Espíritu Santo puede usar para advertirnos cuando algo no está bien. Es como una luz en el alma que nos recuerda los principios del bien y nos impulsa a elegir lo correcto. Sin embargo, cuando se ignora repetidamente esa voz, la conciencia se adormece y deja de responder a la dirección del Espíritu Santo. Por eso, mantenerla sensible y despierta es una parte esencial de nuestra madurez espiritual.
Tomemos un momento para reflexionar con sinceridad. Más que cerrar los ojos del cuerpo, abramos el corazón delante de Dios, pidiéndole que nos muestre si hay áreas donde nuestra conciencia necesita ser restaurada por Su Espíritu.¿Qué hemos hecho o estamos a punto de hacer que podría despertar otra vez al “miserable de mí”? ¿Hay puertas emocionales, espirituales o morales abiertas que necesitan ser cerradas antes de que sea tarde? ¿A qué cosas nos hemos expuesto últimamente sin remordimiento, alimentando el alma con lo que contamina el corazón? ¿A quién hemos engañado sutilmente con palabras o actitudes? ¿Qué estamos encubriendo tras una apariencia de santidad o rectitud? ¿A qué estamos manipulando para obtener un beneficio personal?
El cinismo es una de las manifestaciones más peligrosas del “miserable de mí”. Es esa capacidad de mentir sin pestañear, de aparentar estar bien espiritualmente mientras el corazón se pudre por dentro. Es poder mirar a los ojos de la persona que traicionamos y aún así sonreír. Es acercarse a Jesús con un beso, como lo hizo Judas, mientras el alma ya lo ha vendido por un interés inferior.
El “miserable de mí” es hábil, astuto, experto en disfrazarse de sinceridad. Puede cantar, predicar, servir o aparentar entrega, pero su intención está contaminada. Por eso, solo la luz de Cristo puede revelarlo y someterlo. Cuando esa luz entra, no lo hace para humillarnos, sino para sanarnos. Pablo terminó su clamor con esperanza, diciendo: 'Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado." (ROMANOS 7:25 RVR1960). En Él está la única liberación posible.
No temas enfrentar lo que hay dentro de ti. Dios no te pide perfección, te pide rendición. Reconocer tu miseria no te condena; te libera. La luz de Cristo no expone para avergonzar, sino para restaurar.
Pregunta de reflexión
¿Estás permitiendo que la luz de Cristo revele y transforme a tu “miserable de mí”, o sigues encubriéndolo bajo el disfraz del control y la apariencia?
Oración
Señor Jesús, reconozco mi miseria y mi necesidad de Ti. Sé que en mí no mora el bien, pero en Ti está la vida, la pureza y la verdad que necesito. Hoy desnudo mi alma ante Ti y te entrego mi “miserable de mí”. Ilumina mis pensamientos, limpia mis intenciones y sana mis emociones. No quiero seguir engañándome ni aparentando. Líbrame del cinismo, del orgullo y del autoengaño. Renueva mi mente y enséñame a depender de Ti en todo momento. En tu nombre poderoso, Jesús. Amén.
Este Plan Bíblico está basado en el libro "SILVER" - Cambiando La Manera De Emocionarse & Sentir". Si te gustaría leerlo, encuéntralo aquí:https://willingtonortiz.org/libros/
Escrituras
Acerca de este Plan

Naturaleza Frágil, te invita a reconocer la vulnerabilidad de nuestras emociones y cómo, sin dirección espiritual, pueden volverse inestables y dañinas. Aprenderás a comprender tus sentimientos desde la sabiduría divina, permitiendo que el Espíritu Santo sane y fortalezca tu interior. A través de reflexiones profundas y prácticas, descubrirás que tu fragilidad no es debilidad, sino una oportunidad para depender de Dios y formar una vida emocional más firme, sana y guiada por su presencia.
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Nos gustaría agradecer a Willington Ortiz por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: willingtonortiz.org









