El poder de la pareja que oraMuestra

Pónganse de acuerdo sobre cómo administrar el dinero

El dinero puede ser una gran bendición o una fuente de tensión en el matrimonio. No se trata de cuánto se tiene, sino de cómo se administra. Cuando una pareja no camina en acuerdo sobre sus finanzas, el enemigo encuentra espacio para sembrar temor, desconfianza y discusión. Pero cuando ambos deciden poner sus recursos bajo el señorío de Dios, las puertas del cielo se abren con provisión y paz.

La administración no es solo una responsabilidad práctica; también es espiritual. Cada peso, cada gasto, cada decisión económica refleja el lugar que Dios ocupa en su corazón. Por eso, aprender a manejar el dinero en unidad es también una manera de adorarlo. Dios no busca solo que diezmen o den, sino que aprendan a confiar. Cuando su relación con el dinero se rinde ante Él, la ansiedad se reemplaza por fe.

Hablar de finanzas requiere transparencia y humildad. No se trata de señalar errores, sino de buscar sabiduría juntos. Es importante aprender a escuchar, planear, ahorrar y dar con propósito. Cuando los esposos oran por sus necesidades y confían en la provisión divina, sus decisiones se llenan de claridad. Dios promete suplir todo lo que les falte, pero también les llama a administrar con fidelidad lo que ya les ha dado.

El verdadero secreto no está en cuánto ganan, sino en cuánto honran a Dios con lo que tienen. Cuando Él está en el centro de sus finanzas, la escasez no genera miedo, y la abundancia no despierta orgullo. Ambos corazones se alinean con un mismo propósito: ser buenos mayordomos de las bendiciones del cielo.

Recuerden que el dinero no debe ser motivo de división, sino una herramienta para servir, dar y construir. Cuando trabajan juntos, cada decisión económica se convierte en un acto de fe. No teman entregar sus finanzas a Dios; Él nunca deja de proveer para quienes confían plenamente en Él.

Oración:

Señor, enséñanos a administrar con sabiduría y a confiar en tu provisión. Que nuestras decisiones reflejen tu paz y tu propósito. ¡Amén!