Adviento: "El Mesías Ha Llegado" (6)Muestra

El anuncio del Cordero de Dios
La voz que rompe el silencio
Después de más de 400 años sin un profeta en Israel, el cielo volvió a hablar. Y no lo hizo desde el templo, ni desde un palacio, sino desde el desierto, a través de Juan el Bautista. Vestido de manera sencilla, alimentándose de lo que la naturaleza le daba, Juan no buscaba agradar a los hombres, sino cumplir la misión que Dios le había dado: preparar el camino para Jesús.
Su mensaje era claro y directo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. No ofrecía un consuelo superficial, sino un llamado profundo a volver el corazón a Dios. Les recordaba que no bastaba con ser descendientes de Abraham; lo que Dios buscaba era fruto de arrepentimiento genuino.
Juan cumplía la profecía de Isaías 40:3 RVR1960: “Voz del que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová”. Su voz rompía el silencio espiritual de Israel, sacudiendo conciencias y despertando corazones dormidos. Y lo más importante: no se predicaba a sí mismo, sino que señalaba a Otro, más grande, más poderoso, digno de toda gloria: Jesús, el Cordero de Dios.
Espiritualmente, Juan nos recuerda que antes de que Jesús reine plenamente en nuestra vida, hay que allanar el camino: quitar los obstáculos del pecado, enderezar lo torcido, limpiar lo que estorba. Su ministerio nos enseña que preparar el corazón para Cristo implica humildad, arrepentimiento y disposición para obedecer.
Un día, al ver a Jesús acercarse, proclamó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Con estas palabras, Juan reveló la identidad y misión de Jesús: el sacrificio perfecto que traería salvación. También testificó haber visto al Espíritu Santo descender sobre Él como paloma, confirmando que era el Hijo de Dios. Reconocer a Jesús como el Cordero de Dios es entender que nuestra salvación no depende de obras humanas, sino de su sacrificio perfecto. Él es el cumplimiento de la Pascua, el que nos libra de la muerte espiritual y nos da vida eterna. Así como Juan señaló a Jesús, nosotros también estamos llamados a dirigir las miradas hacia Él, no hacia nosotros. Su llegada es una invitación a dejar el pecado y vivir bajo su gracia.
Hoy, esa voz sigue resonando. Tal vez no en un desierto físico, pero sí en medio del ruido de nuestras agendas, redes y preocupaciones. Nos llama a detenernos, a escuchar, a preparar el corazón para que Jesús no solo pase por nuestra vida, sino que habite en ella.
Preguntas para reflexionar
- ¿Qué significa para ti que Jesús sea el Cordero de Dios?
- ¿Cómo puedes “señalar” a Jesús en tu vida diaria?
- ¿Qué áreas de tu vida necesitan ser limpiadas por su sacrificio?
Acerca de este Plan

Este plan nos guiará por tres momentos clave que anuncian y confirman la misión de Jesús. Comenzaremos con el relato de cuando él, siendo niño, se quedó en el templo ocupado en los asuntos de su Padre. Luego veremos a Juan el Bautista proclamando la llegada del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Finalmente, meditaremos en Juan 1, celebrando que el Mesías esperado ha llegado y habita entre nosotros. Cada día nos recordará que su nacimiento es gracia, amor y vida eterna para todo aquel que lo recibe.
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Nos gustaría agradecer a Gian Carlo Maingón Vallejo por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/jn_giancarlogc_
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