Autorrealización vs. La Cruz: ¿Qué Camino Elegimos?Muestra

Entre Sueños Egoístas y Propósitos Eternos

Desde chicos nos repiten: “Puedes ser lo que quieras ser”, “sigue tu sueño”, “crea tu realidad”. Suena lindo, ¿no? El problema es que eso no siempre es verdad.
No todos los sueños vienen de Dios. Algunos vienen del ego, otros del miedo, otros del deseo de escapar de una realidad que no nos gusta.

El evangelio de la autorrealización nos dice: “Encuentra tu propósito adentro tuyo".
Pero la Biblia dice algo muy distinto: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso (…)” (Jeremías 17:9 RVR1960).
En otras palabras: si sigues siempre tu corazón, puedes terminar muy lejos de Dios.

Pablo, en Filipenses 4, nos muestra una perspectiva muy distinta. Él no vivía buscando cumplir cada uno de sus deseos. Aprendió a estar satisfecho en toda situación, con mucho o con poco, porque su fuerza no venía de lograrlo todo, sino de estar en Cristo.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece no significa puedo cumplir todos mis sueños. Significa: puedo permanecer firme en cualquier escenario si estoy en Su voluntad.

Además, 1 Timoteo 6:6-10 nos advierte que querer “ser alguien” por las razones equivocadas nos puede llevar directo al vacío espiritual. Muchos se perdieron por perseguir cosas que “se veían bien” pero no eran lo que Dios había preparado para ellos.

Y ojo: no estamos diciendo que no tengas sueños. Solo que no todos los sueños son de Dios.
Antes de seguir corriendo detrás de tus planes, frena y pregúntate: “¿Este deseo glorifica a Dios? ¿Sirve a otros? ¿O solo alimenta mi necesidad de aprobación o control?”.

Cuando rindes tus sueños al Señor, Él purifica lo que viene de Él y descarta lo que no. Y entonces, aunque no todo se dé como lo imaginabas, vives con paz.

Oración
Padre, enséñame a rendir mis deseos. No quiero vivir persiguiendo una imagen falsa del éxito. Quiero caminar en tu voluntad, incluso si eso significa dejar mis planes a un lado. Que tus propósitos sean mis sueños. Amén.

Acción del día
Elige un sueño o meta que tienes en mente. Escríbelo y ora con sinceridad:
“Señor, si esto viene de Ti, confírmalo y alínealo. Si no, dame el valor de soltarlo.”
Y espera. Escucha. Dios sabe cómo responder.