De Camino Con JesúsMuestra

Día 3: Tu Línea Directa con el Cielo

Versículo clave: "Y estamos seguros de que él nos oye cada vez que le pedimos algo que le agrada; y como sabemos que él nos oye cuando le hacemos nuestras peticiones, también sabemos que nos dará lo que le pedimos." (1 Juan 5:14-15 NTV).

¿Alguna vez has querido hablar con alguien muy importante? ¿O quizás con esa persona a la que le confías todo, tu mejor amigo o amiga? Es genial tener a alguien con quien puedes ser tú mismo, contarle lo que sea, sin filtros, ¿verdad? Ahora, imagina que tienes una línea directa, una conexión constante, con el ser más poderoso, amoroso y sabio del universo. ¿Crees que eso es posible?

¡La buena noticia es que sí lo es! Después de que Jesús hizo esa "Hazaña Más Increíble" por nosotros (lo que vimos ayer), abrió la puerta para que tú y yo tengamos una conexión directa con Dios. Y a esa conexión, a esa conversación, la llamamos oración. Hoy vamos a descubrir lo sencillo que es "conectarte con el cielo" y por qué Jesús quiere que le hables de todo.

Piensa en la oración como una videollamada constante con Dios. No es un monólogo donde solo hablas tú, ni tampoco es recitar frases aburridas que no entiendes. Es una conversación real con un amigo que te conoce mejor que nadie y que siempre está listo para escucharte, sin importar lo que tengas en mente o en tu corazón.

Muchas veces pensamos que para orar hay que usar palabras "santas" o complicadas, o que debemos estar en un lugar súper especial. ¡Para nada! Dios no busca palabras perfectas, busca un corazón sincero. Puedes hablarle como le hablas a tu mejor amigo. Cuéntale lo que te preocupa, lo que te emociona, lo que no entiendes, tus dudas, tus sueños, tus miedos, ¡todo!

El Salmo 145:18-19 nos asegura: "El Señor está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan en verdad. Cumple los deseos de quienes le temen; atiende a su clamor y los salva" (NVI). Esto significa que Dios no solo te escucha, sino que está cerca de ti cuando lo buscas de verdad. Él se preocupa por tus peticiones y por tus sentimientos. Si le pides algo que está alineado con Su voluntad y Su amor (¡y a Él le encanta que pidamos cosas buenas!), Él te oye. ¡Qué alivio saber que no estamos solos y que tenemos un Padre que nos escucha!

Orar no es solo pedir. También es agradecer (por las cosas buenas y por lo que aprendes en las difíciles), es adorar (decirle a Dios lo increíble que es), y es confesar (reconocer nuestros errores y pedir perdón).

Y no solo se trata de hablar, sino también de escuchar. A veces, después de que le hablamos a Dios, Él nos responde. ¿Cómo? Puede ser a través de una idea de paz que llega a tu mente, un versículo de la Biblia que de repente te salta a la vista (¡veremos más de esto mañana!), la sabiduría de un amigo, o una tranquilidad en tu corazón. Es importante tomarse un momento de silencio después de orar para "ponerle oído" a lo que Dios pueda querer decirte.

Además, orar no tiene que ser una actividad solitaria. ¡Orar con tus amigos en la fe también es súper poderoso! Cuando oras con otros, te fortaleces, compartes cargas y ves cómo Dios obra en diferentes vidas. La oración es una herramienta increíble que fortalece tu amistad con Jesús y con tu comunidad.

Aplicación

• Tu conversación de hoy: Piensa en algo específico que te gustaría hablar con Jesús hoy. ¿Hay alguna preocupación que te pesa? ¿Algo por lo que estés agradecido? ¿Una pregunta que tengas?
• Oración express: Dedica un momento, justo ahora, para hablar con Jesús. No necesitas palabras elegantes. Puedes decir algo como: "Jesús, gracias por escucharme siempre. Quiero contarte [menciona lo que te preocupa o agradeces]. Ayúdame a sentir tu paz y a escuchar tu voz. Amén".
• Tu compromiso: Intenta hablar con Jesús por lo menos una vez más hoy. Puede ser en voz alta, en tu mente, mientras caminas o antes de dormir. La clave es hacerlo un hábito.

Oración: “Jesús, gracias porque puedo hablar contigo en cualquier momento y sobre cualquier cosa. Gracias porque siempre escuchas y te preocupas por mí. Ayúdame a hacer de la oración una parte natural de mi día a día y a sentir tu presencia cerca de mí. Amén".