Florece: Vive Centrada en La Verdad De CristoMuestra

Libre de los excesos y la falta de moderación
El autocuidado se ha convertido en un fenómeno. La tendencia se impuso al apelar a la necesidad: no puedes cuidar de los demás si primero no te cuidas a ti mismo. Entonces, antes que podamos amar a nuestro esposo e hijos, o atender las necesidades de los que sufren o ejercer nuestros dones espirituales, debemos cuidar de nuestro propio estado físico, psicológico y emocional. Desde luego que es sabio ser buenas administradoras de nosotras mismas, pero el auge que ha adquirido a menudo va en contra de la mayordomía que Jesús promueve: “Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará” (Lc. 17:33). A la luz de las enseñanzas de Jesús, parte de lo que comprende la tendencia actual del autocuidado se parece más al hedonismo —una actitud vital que se basa en la búsqueda de placer— marcado por los excesos y la falta de moderación.
El movimiento moderno que promueve el autocuidado puede desviarnos fácilmente del camino del verdadero discipulado bíblico. Las Escrituras nos llaman a dar nuestras vidas en servicio a Jesús, pero escuchamos cada vez más que Jesús entregó su vida para maximizar nuestro potencial y hacer que nuestra vida sea más placentera.
Darse un capricho —ya sea mental, física o emocionalmente— se considera cada vez más un aspecto necesario para hacer frente a la vida. Y la mayoría de las veces, vivimos esta creencia en nuestra forma de utilizar las provisiones de Dios para la vida cotidiana. Calmamos nuestra soledad con una barra de chocolate y nuestra ansiedad con un helado. Escapamos del trastorno afectivo estacional del invierno con una excursión al Caribe. Y podemos aliviar temporalmente el aburrimiento de la rutina semanal con un día de spa. El chocolate, los helados y los fines de semana divertidos son regalos para disfrutar, y Dios recibe gloria cuando participamos de tales cosas con alegría y gratitud, pero ver estas bendiciones como necesidades es ser caprichosas. Si las exigimos como nuestro derecho, nos esclavizarán, y esfumarán el disfrute y la gloria que deberían transmitir.
Cuando elegimos gratificarnos en lugar de andar en el Espíritu, el resultado inevitable es una lista de cosas horribles, como nos muestra Gálatas 5:19-21. Los deseos sexuales desenfrenados conducen a inclinaciones sexualmente pervertidas. El mal uso de los alimentos, las bebidas y otras sustancias conduce a la adicción; la justificación de las emociones pecaminosas como la ira y los celos destruye las relaciones. Cada vez que nos gratificamos con algo malo o nos excedemos en algo bueno, no estamos andando en el Espíritu, porque Él siempre nos guía en la dirección opuesta.
Todos los excesos pecaminosos brotan de un corazón desagradecido. Si vivimos para gratificarnos con comodidades o placeres de cualquier tipo, es porque creemos que Dios no nos basta. En algún rincón oculto de nuestro corazón, lo juzgamos insuficiente cuando no cumple con nuestras expectativas personales de lo que deseamos y creemos que merecemos. Cuando estamos dominadas por esta creencia, no podemos reconocer que todo lo que tenemos (amistad, comida, vivienda, trabajo, salud, matrimonio, soltería, compañerismo, talento y, sobre todo, la salvación eterna) es un regalo.
A medida que nos mantenemos en sintonía con el Espíritu, nuestro modo de pensar cambia y el anhelo de gratificarnos comienza a morir. Y nuestro corazón se humilla, lo que nos permite ver a Dios por lo que es y todo lo que tenemos como un regalo. La gratitud a Dios (no solo palabras de agradecimiento, sino una creencia profunda en el corazón) hace que los excesos y la falta de moderación no tengan sentido. Así que, después de todo, no somos esclavas si pertenecemos por la fe a Cristo. Hemos sido liberadas (gloriosamente liberadas) de la esclavitud del pecado, de Satanás y del “yo”.
Señor, ayúdame a encontrar mi descanso y plenitud en Ti, y a vivir cada día como una expresión de gratitud, no buscando gratificarme a mí misma, sino glorificarte a Ti. Amén.
Escrituras
Acerca de este Plan

A través de ideas prácticas y una profunda exploración de las Escrituras, estos devocionales te inspirarán a fijar tu mirada en Cristo, la verdadera fuente de paz y satisfacción, dejando atrás las falsas promesas del amor propio y las tendencias culturales.
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Nos gustaría agradecer a Editorial Portavoz por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.portavoz.com/florece
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