Los Hombres Después Del Aborto: El Camino a SeguirMuestra

Día 6: El perdón de Dios

Lo que dijimos sobre el amor, la gracia y la bondad de Dios es cierto cien por cien. No fue exagerado, ni hinchado, ni engrandecido de ningún modo.

Pero hay más. Imagina la siguiente escena:

Una joven apareció ante el Tribunal de Tráfico en el estado de California acusada de exceso de velocidad. El juez oía el caso, determinaba la culpabilidad y fijaba la multa.

Irónicamente, el juez era el padre de la acusada y, como padre, él se encargó del pago y le dijo a su hija que pagara al secretario.

Como juez responsable de las leyes del estado y como padre de la acusada, cumplió maravillosamente con todas sus responsabilidades con maestría.

Dios hace exactamente igual. Como el santo juez de la historia, balancea su santidad y su amor por la humanidad. Dios es amor (1 Juan 4:16), pero también es santo y justo y tiene que cumplir la Ley. Cumple con los justos requisitos de la Ley al pagar la pena de nuestro pecado en la cruz.

«Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.» (Juan 3:16 NVI).

La buena noticia, el evangelio, es que, a pesar de nuestro pecado y nuestra completa incapacidad de cambiarlo, Dios ha proporcionado la solución. Quizás una noticia igualmente buena es que no necesitamos hacer nada para escapar de los cargos sino confesar nuestro pecado y admitir nuestra impotencia para cambiar.

"Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad" (1 Juan 1:9 RVR60).

El Dios de la Biblia es perfectamente amoroso y totalmente justo. Como juez, su caso contra nosotros es inconquistable. Como acusados, tenemos razón al estar preocupados. Sin embargo, el acuerdo que nos brinda es exorbitantemente misericordioso y bondadoso. Un regalo para nosotros, pero su perdón le costó a su Hijo, ofrecido libremente para nuestra liberación. ¿Estarías dispuesto a confesar?

"Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo." (Romanos 10:9 NVI)

Realmente es así de simple. Somos salvos por la fe. La sencilla creencia y confianza en Él nos reconcilia con Dios.

Hasta ahora el perdón expuesto se centra en nuestra entrada en el reino de Dios; en cómo nos convertimos en hijos de Dios. Las mismas reglas se aplican a nuestras vidas después de la conversión. La fidelidad y el perdón de Dios están a nuestra disposición diariamente y son inagotables.