La Fe No Hace Acepción De PersonasMuestra

Una fe que discrimina, no es fe en Cristo
"Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas" (Santiago 2:1 RVR1960).
La fe en Cristo no clasifica a las personas, las honra por igual.
Santiago va al grano: no se puede tener fe en el Señor de gloria y, al mismo tiempo, hacer acepción de personas. No es solo una falla social o un desliz cultural: es una contradicción espiritual.
La acepción de personas —mostrar favoritismo o desprecio según apariencias— niega el corazón mismo del evangelio. Cristo no vino a honrar a los poderosos, sino a buscar a todos por igual.
Cuando tratamos mejor al que “brilla” exteriormente, estamos proyectando nuestros propios prejuicios y mostrando un corazón que no ha entendido la gracia.
La comunidad cristiana debe reflejar el carácter de su Rey: un Salvador que toca leprosos, come con pecadores y eleva al olvidado.
Discriminar por estatus, apariencia o riqueza es un pecado que empaña la gloria del Señor a quien decimos seguir.
¿Trato a todos con el mismo respeto, o dejo que mis prejuicios definan mi conducta?
Escrituras
Acerca de este Plan

Santiago (2:1-13) escribe a una comunidad creyente que, aunque confiesa fe en Cristo, aún lucha con actitudes que contradicen esa fe. En este pasaje, él denuncia la parcialidad, especialmente hacia los ricos, y recuerda que el amor es la ley suprema del Reino. Este devocional nos llama a vivir una fe coherente, sin discriminación, arraigada en la misericordia, y con la mirada puesta en el corazón de Dios.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: leadershiftglobal.com
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