Devocional Septiembre "Lámpara a mis pies"Muestra

“Envió después Ezequías por todo Israel y Judá, y escribió cartas a Efraín y a Manasés, para que viniesen a Jerusalén a la casa de Jehová para celebrar la pascua a Jehová Dios de Israel.” (2 Crónicas 30:1 RVR1960)

Muchísimos años después de la salida de Egipto, el Rey Ezequías tuvo en su corazón la necesidad de celebrar la Pascua de nuevo. El mismo texto nos dice más adelante que “en mucho tiempo no la habían celebrado al modo que está escrito” ( 2 Crónicas 30:4b RVR1960).

El pueblo de Dios se había olvidado del momento más importante de su historia, por supuesto que el Señor no buscaba simplemente una celebración ritual, sino más bien que el pueblo recordara de donde proviene su salvación.

La pascua, como aprendimos mientras estudiábamos el libro de Éxodo, es la representación más grande de lo que vendría a ser la obra redentora de nuestro Señor Jesús. Él es el cordero inmolado que nos libra del mal y que nos redime.

Es importante que te detengas a diario a contemplar la obra de la Cruz, allí encuentras toda la provisión que un cristiano necesita. El sacrificio de Jesús es la obra perfecta y recordarlo nos ayuda mucho. En la Cruz Él derramó hasta la última gota de su Sangre venciendo al enemigo y a la muerte para siempre, allí nos limpió de nuestros pecados.

La Cruz también nos recuerda el precio que Jesús pagó por nosotros y que así como Él murió, nosotros también debemos morir a diario a las cosas de este mundo. La Cruz nos recuerda que el enemigo ya fue vencido y que la autoridad está en el nombre de nuestro Cristo.

La Cruz es nuestra respuesta eterna.