Combatiendo La SoledadMuestra

El precio de la soledad

¿Los amigos son opcionales o esenciales? En una sociedad cada vez más ajetreada, ¿está bien no tener amigos si estamos dispuestos a afrontar la soledad? Según la ciencia, la respuesta es no.

En un artículo publicado en The Huffington Post, Martha Edwards reveló algunas realidades que cambian los paradigmas sobre los peligros de la soledad:

«Los investigadores recientemente están empezando a prestar atención a la importancia de la amistad y las redes sociales en la salud general. Un estudio australiano de 10 años de duración descubrió que las personas mayores con un amplio círculo de amigos tenían un 22% menos de probabilidades de morir durante el periodo de estudio que las que tenían menos amigos...». Y el año pasado, investigadores de Harvard informaron de que unos fuertes lazos sociales podrían favorecer la salud cerebral a medida que envejecemos.

«Tener relaciones significativas con los amigos... puede ayudarnos a vivir más tiempo, y cuantos más amigos se tengan, mejor». «Se ha tenido la idea de que sólo corren peligro las personas que están aisladas socialmente al 100%, y que si tienes un amigo, estás bien. Pero no es así», explica a Forbes la investigadora Julianne Holt-Lunstad. «Las personas que tienen más recursos sociales, o más complejos, frente a las que tienen menos, tienen mayores tasas de supervivencia».

El autor concluye: «No está del todo claro por qué la amistad tiene un efecto tan grande».

No estoy de acuerdo con esa conclusión. Parece muy claro, ¡sobre todo cuando te das cuenta de que Dios nos diseñó para la amistad! La Palabra de Dios va muy por delante de la investigación cuando se trata de comprender los peligros de estar solos. «Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor pago por su trabajo. Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero. Pero ¡ay del que cae cuando no hay otro que lo levante!» (Eclesiastés 4:9-10 NBLA).

John Milton observó: «La soledad fue la primera cosa que el ojo de Dios no consideró como algo bueno». No debería sorprendernos, pues, que el no tener algo que Dios colocó en su lugar repercuta en nuestro estado físico y psicológico.

La falta de amistad es perjudicial. No es la intención de nuestro Creador. Cultivar amistades es esencial para cada parte de una experiencia humana saludable.

La soledad que sentimos sin amigos es una petición de nuestra alma para satisfacer un anhelo que Dios colocó en nosotros. Esa clase de soledad es como ignorar el indicador del nivel de combustible de nuestros coches. Si no prestamos atención, nos encontraremos funcionando con el tanque vacío, y a menudo en momentos críticos.

Ahora sabemos cuál es el problema y que el plan de Dios para nosotros consiste en relaciones sanas y crecientes; así que veamos cómo afrontar y superar la soledad.