5 Barreras Del Crecimiento FinancieroMuestra

3 - La falta de objetivos consistentes
Uno de los grandes obstáculos que enfrentamos al momento de avanzar en nuestras decisiones financieras, personales o espirituales es la falta de objetivos consistentes. No se trata solo de tener sueños o deseos, sino de trazar un rumbo estable, sólido y bien definido, con un propósito alineado al diseño de Dios para nuestras vidas.
La Real Academia Española define consistencia como duración, estabilidad, solidez; también como la coherencia entre los elementos de un conjunto. Este concepto es esencial en la vida del creyente: no basta con iniciar algo con entusiasmo si no hay un compromiso sostenido que conecte cada acción diaria con el objetivo final. Así como una construcción no se mantiene sólo por sus cimientos, sino por la calidad de cada ladrillo que se coloca encima, nuestros objetivos requieren una secuencia de decisiones pequeñas pero firmes.
El vínculo entre propósito y planificación
En nuestra vida cristiana, el objetivo puede estar claro, pero el plan puede cambiar en función de los tiempos, las circunstancias o el aprendizaje. Lo importante es que haya coherencia entre ambos: si el plan cambia, debe seguir alineado con el objetivo. Es peligroso cuando nuestros planes se desvían del propósito inicial y comenzamos a tomar decisiones que, aunque parezcan pequeñas, nos alejan de la meta que Dios puso en nuestro corazón.
Por eso, necesitamos objetivos que no sólo inspiren, sino que sean estructurados. El modelo S.M.A.R.T. es una herramienta ampliamente utilizada en el mundo organizacional, pero tremendamente útil para el creyente disciplinado. Cada objetivo debe ser:
Específico: claramente definido. ¿Qué exactamente quieres lograr?
Medible: que puedas saber cuándo lo lograste.
Alcanzable: realista según tus recursos y capacidades actuales.
Relevante (o Realista): que tenga importancia para tu propósito y valores.
Con un Tiempo definido: con una fecha límite o plazo claro.
Los deseos pueden ser vagos, pero los objetivos S.M.A.R.T. nos obligan a tomar responsabilidad y planificar pasos concretos. Esto nos aleja de la frustración que nace de la inacción o la confusión, y nos acerca al fruto de la diligencia.
Progresividad y disciplina diaria
La consistencia no se construye en los momentos de euforia espiritual o motivación puntual, sino en las decisiones intermedias, esas que parecen pequeñas, pero tienen un gran impacto. Si tu meta es comprar equipamiento para tu negocio, cada compra que hagas en el día debería ser analizada en función de si te acerca o te aleja de ese objetivo. Una sola decisión impulsiva, aunque parezca menor, puede retrasar semanas o meses el cumplimiento del propósito.
Es recomendable escribir tus objetivos de forma escalonada: cada uno debe alimentar al siguiente. Por ejemplo, si el objetivo madre es "tener un negocio sustentable", el primer paso podría ser "ahorrar un fondo de reserva", luego "invertir en formación", después "comprar equipamiento", y así sucesivamente. Este tipo de claridad te ayuda a mantenerte enfocado incluso cuando las emociones te quieren desviar.
Objetivos con propósito eterno
Ahora bien, como creyentes, no sólo queremos ser eficientes. Queremos ser obedientes. Y eso nos lleva a preguntarnos: ¿Están mis objetivos alineados con los propósitos de Dios? Jeremías 29:11 nos recuerda que el Señor tiene planes para darnos un futuro y una esperanza. Él no trabaja desde la improvisación ni desde el impulso. Dios planifica, y espera que sus hijos también lo hagan.
Nuestros objetivos deben nacer en oración, pasar por el filtro de la Palabra y sostenerse en la dependencia del Espíritu Santo. No se trata solo de lograr metas personales, sino de participar en los propósitos eternos del Reino. Cuando fijamos objetivos que reflejan los valores de Dios —generosidad, diligencia, servicio, excelencia—, entonces nuestras metas dejan de ser solo nuestras, y se convierten en herramientas del Cielo para transformar la Tierra.
Proverbios 21:5 (NVI): "Los planes bien pensados producen ganancias; los apresurados traen pobreza".
Jeremías 29:11 (NVI): "‘Porque yo conozco los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza".
En resumen, vivir con objetivos consistentes es una muestra de madurez espiritual. Nos permite caminar con orden, evitar distracciones y construir con sentido. La consistencia no es perfección, es fidelidad diaria a lo que Dios te mostró, aunque todavía no veas los resultados.
Escrituras
Acerca de este Plan

Vemos tantas personas con una vida de Fe y servicio ejemplares, apasionados por las cosas de Dios, siendo Herramienta de Cambio en sus congregaciones, pero siendo prisioneros de la escasez de recursos, siempre esperando el milagro pero desorganizados en el manejo de sus ingresos y egresos, llenos ansiedad al momento de tomar decisiones claves. En este plan veremos cinco barreras que nos separan del desarrollo financiero saludable. ¡Una Gran oportunidad de comenzar un Cambio!
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Nos gustaría agradecer a Lucas Cassino por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/lucas.cassino
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