El que quiera ser grande, sirva

Lectura Bíblica: Mateo 20:25-28

Hoy nos adentramos en una enseñanza fundamental de nuestro Señor Jesucristo, una enseñanza que es consistente en todo su ministerio y que vemos impresa en cada acto relatado en los evangelios.

Mateo 20:25-28 dice: “Ustedes saben que los gobernantes de las naciones oprimen a su pueblo y los altos oficiales abusan de su autoridad, pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos, porque ni siquiera el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (NVI). En este pasaje, nuestro Señor Jesucristo desafía por completo la manera en que el mundo concibe el liderazgo.

Él presenta un modelo que no se basa en la jerarquía, el poder o el control. En este pasaje nos enseña que, en el Reino de Dios, el liderazgo se define por el servicio a los demás y la humildad; contrario a lo que el mundo nos muestra y la carne nos empuja a anhelar.

Nos deja muy claro que, para Dios, el liderazgo no se trata de ser reconocido o exaltado, mucho menos de ser atendido, sino de estar dispuesto a servir a quienes están bajo la cobertura de ese liderazgo sin importar posición, condición o conveniencia. Nos muestra un modelo de servicio que fluye de manera transversal para todos, como lo hace la misericordia de Dios. Nos enseña que la grandeza en el evangelio se mide en el anhelo del líder de sacrificarse por sus hermanos y su determinación para hacerlo realidad. En el reino de Dios, la honra es para aquel que se entrega, y se sacrifica por el bienestar de los demás, no para quien se embriaga con la admiración de las personas y ejerce control sobre sus voluntades.

Reflexión:

¿Estoy dispuesto a servir incluso fuera de mi zona de comodidad o influencia?

Esta es una pregunta crucial que debemos responder con sinceridad ante el Señor y solo ante Él. ¿Estamos dispuestos a servir desinteresadamente cuando nos resulta incómodo, cuando nos saca de nuestra rutina, cuando nadie nos está mirando o aplaudiendo? ¿Estamos dispuestos a servir a aquellos que están fuera de nuestro círculo, de nuestra "zona de influencia", a aquellos que quizás son diferentes, a aquellos cuyas luchas no compartimos o siquiera entendemos?

El llamado de nuestro Señor Jesucristo nos desafía a ir con pureza de intención más allá de nuestras preferencias, prejuicios y limitaciones. Nos pide servir sin mirar a quién y sin la esperanza de una retribución, como quien entrega a Dios una prueba de amor, gratitud y obediencia, imitando la vida de nuestro Señor Jesucristo y poniendo en práctica sus enseñanzas.

Oración:

Señor, dame un corazón humilde para servir donde más se necesita.

Padre Celestial, hoy clamamos a ti por un corazón transformado. Reconocemos que, por nosotros mismos, tendemos a buscar el reconocimiento y el poder. Pero te pedimos, Señor, que nos des un corazón como el de Jesús, un corazón humilde y dispuesto a servir. Ayúdanos a ver las necesidades de quienes nos rodean, a ser sensibles al dolor y a la carencia. Guíanos para que podamos servir allí donde más se necesita, sin importar lo que nos cueste. Que nuestro servicio sea un reflejo de tu amor y que traiga gloria a tu nombre. En el nombre de Jesús, amén.

Que esta palabra nos impulse a vivir un liderazgo que honre a Dios y bendiga a otros.