Tienes un lugar en la mesa

Que privilegio es que hayamos sido llamados a servir la mesa para facilitar el encuentro de las personas con Dios; sin embargo, puede que nos acostumbremos a servirla para otros y olvidamos que en la mesa Dios tiene un espacio reservado para nosotros.

» Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia. Sé que no puedes soportar a los malvados y que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles, pero no lo son; has descubierto que son falsos. Has perseverado y sufrido por mi nombre sin desanimarte.» Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro. Apocalipsis 2:2-5.

Es claro que al Señor le agrada que dispongamos nuestros dones y talentos para la construcción de Su Reino, porque sin importar el rol que desempeñemos, juntos estamos haciendo iglesia. Él conoce nuestras obras, el trabajo duro y nuestra perseverancia, pero también conoce cuando perdemos de vista la motivación que nos llevó a servir por primera vez, y descuidamos nuestra relación con Él.

Entonces, ¿busco ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo. Gálatas 1:10.

El activismo te hace perder el verdadero enfoque, llevándote muchas veces a realizar actividades que agraden al hombre, pasando de ser un servidor para convertirte en un servil; debes tener claro que es Dios quien ve tu servicio, a no ser que estés enfocado, más bien, en que otros te vean.

Reflexión:

¿Tienes hoy una motivación correcta para servir? ¿O, se te ha vuelto una rutina simplemente buscando un check en tu lista para ganar el favor de Dios o para sentir que eres más espiritual? Recuerda, Dios está más interesado en establecer una relación personal contigo, que en las cosas que tú puedas hacer para Él.

¿Cuándo fue la última vez que dejaste de servir la mesa y te sentaste a recibir?

Sin importar lo que hayas respondido, siempre estás a tiempo de sentarte nuevamente a la mesa para reencontrarte con Dios.