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Espíritu Santo

DÍA 1 DE 3

En este plan hablaremos sobre el Espíritu Santo con el propósito de conocer, a través de las Escrituras, la promesa de Dios. Es una necesidad para nuestra vida cristiana desarrollar una relación estrecha con la persona del Espíritu Santo.

“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí" Hechos 1:4 (RVR1960).

Es fundamental reconocer que el Espíritu Santo es una promesa. La Biblia nos revela tres principios clave que debemos considerar al recibirlo: permanecer juntos, no apartarnos y esperar.

En Hechos 1:4, Jesús ordenó a sus discípulos que no se apartaran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre. Esto nos enseña que el Espíritu Santo se recibe en comunión con el cuerpo de Cristo, es decir, insertos en la iglesia.

A veces creemos que para recibir al Espíritu Santo debemos estar inmersos en muchas actividades o en constante movimiento. Sin embargo, Jesús instruyó claramente a sus discípulos que permanecieran en un lugar, que no se dispersaran y que esperaran la promesa del Padre.

Vivimos en una generación acostumbrada a la inmediatez, donde esperar puede parecer difícil. No obstante, Jesús estableció estas condiciones porque la promesa del Espíritu Santo se recibe “estando juntos, permaneciendo y esperando”, esta fue la manera que Dios dispuso.

Reflexionemos:

  • ¿Has recibido al Espíritu Santo?
  • ¿Estás firmemente plantado en una iglesia local?
  • ¿Anhelas ser lleno del Espíritu Santo?
  • Si aún no lo has recibido, ¿qué crees que te lo impide?
  • ¿Estas muy ocupado, ansioso y con muchas tareas como para esperar y recibir al Espíritu Santo?
  • ¿Cómo ha sido tu experiencia en este primer día del plan?

Oremos juntos:

Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo Jesucristo, vengo ante Ti para recibir la promesa del Espíritu Santo. Creo que Su presencia transformará mi vida y me capacitará para llevar tu mensaje a otros. Abro mi corazón y espero en Ti con fe. Amén.

Escritura

Día 2