De la mano del Espíritu SantoMuestra

Realmente el depender de alguien muchas veces es molesto, incluso una experiencia muy incómoda. Pero, cuando comprendemos que el depender e ir de la mano del Espíritu Santo es la mejor decisión de nuestras vidas, ya que realmente el camino incierto se vuele claro y tranquilo, se transforma en una experiencia agradable y de aprendizaje donde experimentamos paz y nuestros pensamientos día a día se alinean y son conformes al corazón de Dios porque ahora dejamos que sea Él quien guié nuestros pasos sin temor a caer o perdernos.

Pedro es un gran ejemplo, mientras caminó sobre el agua su mirada estaba en Jesús y no en la tempestad. Sin embargo, cuando decidió dejar de verlo, por ende, dejar de depender de Él, Pedro se cayó y tuvo temor ya que entró duda y desanimo en su corazón. Entonces podemos darnos cuenta que cuando confiamos en nuestras capacidades es más difícil avanzar, es difícil lidiar contra las adversidades, además batallamos con la voluntad de Dios porque no dejamos que sea Él quien nos dirija o nos oriente, sino que decidimos hacerlo solos y no fijamos nuestra mirada en Él. El depender de Dios es incómodo porque dejamos a un lado nuestros propios deseos, es molesto porque pensamos que estamos perdiendo, pero realmente no es así, al contrario, cuando dependemos de nosotros mismos, perdemos nuestra paz, nuestro gozo y nuestra fe es puesta en segundo lugar. Una vez que Pedro cayó, Jesús tendió su mano de inmediato a Pedro y no lo dejo hundirse, sino que lo sostuvo. Y así como fue con Pedro, también es con nosotros. Una vez que caemos, Jesús no permite que nos hundamos en esos pensamientos, sino que nos devuelve la paz que solo Él puede darnos.