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¿Qué te motiva?

Jesús miró a su alrededor y vio a los dos discípulos de Juan que le seguían. Les preguntó: «¿Qué quieren? ¿Qué pretenden? ¿Por qué me siguen? ¿Qué intenciones tienen?».

En la iglesia, estamos estudiando el Evangelio; hablamos de Jesús. Estoy aquí porque soy un seguidor de Jesucristo. Él es mi Señor y estoy muy enfocado en eso. Pero, ¿por qué estás aquí? ¿Por qué vas a la iglesia? ¿Es porque estás en AA o tu grupo de rehabilitación te trajo? ¿Es porque tu madre y tu padre te trajeron, porque para vivir en su casa, solo tienes que dedicarle tiempo? ¿Estás aquí porque hiciste algunas locuras en tu vida y ahora estás cosechando lo que sembraste? Tal vez estás pensando: «Voy a ir a la iglesia, hacer los devocionales y dedicar mi tiempo. Voy a frotar la lámpara del genio Jesús, pedirle que me ayude y luego me iré y seguiré viviendo de la manera que estaba viviendo». ¿Qué es lo que te motiva? Eso es lo que preguntó Jesús: «¿Qué intención tienen ustedes, muchachos?».

Ellos respondieron: «Rabí», es decir, maestro, «¿Dónde te hospedas?». Le dieron a Jesús la respuesta correcta. Como discípulos, dijeron: «Sabemos que eres el Hijo de Dios. Eres el Mesías. ¿Dónde te alojas?». Y Jesús les dijo: «Vengan y vean». Estos chicos no tenían ni idea de lo que iban a ver. Eran como las cuatro de la tarde; fueron con Él al lugar donde se alojaba y permanecieron con Él el resto del día. Llegaron, vieron y experimentaron. Estaban con el Dios del universo, sentados, pasando el rato, hablando con Aquel que lo creó todo. ¿De qué hablaron? Imagina las palabras y la sabiduría. Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. ¿Te imaginas estar sentado con Jesucristo, el Dios del universo?¿Teniendo una conversación, viendo y escuchando lo que ellos escucharon? Ellos dijeron: «¡Nos quedamos acá! No vamos a ninguna parte». Se quedaron.

Eso es lo que nos pasa cuando nos tomamos el tiempo de leer la Palabra de Dios. Cuando comenzamos a orar. Cuando escuchamos estudios bíblicos de camino al trabajo. Cuando dedicamos tiempo a estar con Dios, lo experimentamos; sentimos su presencia y nos habla. Si no te ubicas en esa posición, no vas a permanecer con Dios.