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La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2022

DÍA 203 DE 365

¡Ayuda, Señor!



Una de mis oraciones más frecuentes es «¡Ayuda!» Es también una de las oraciones más comunes en la Biblia, es una oración que puedes hacer todos los días y en cualquier situación. Puedes pedirle ayuda al Señor. El deseo de Dios es que tengas una relación con Él real y de corazón.

Salmos 88:9-18



1. Ayuda en las relaciones rotas


El rechazo es siempre perjudicial, especialmente cuando viene de alguien que amamos o de alguien muy cercano a nosotros. Las relaciones rotas son dolorosas, en especial cuando sentimos que nos ha «abandonado» un «enamorado», un «vecino» o un amigo cercano. El salmista siente que, desde que «me has quitado amigos y seres queridos; ahora solo tengo amistad con las tinieblas» (v.18).


Dice: «Yo he sufrido desde mi juventud; muy cerca he estado de la muerte» (v.15). La situación parece de desesperanza absoluta: tinieblas (v.12), sentimiento de ser rechazado por Dios (v.14), sufrimiento (v.15a), terror y desesperación (v.15b). «Todo el día me rodean como un océano; me han cercado por completo» (v.17).


Sin embargo, hay una nota de esperanza. La esperanza proviene del hecho de que, en medio de todo esto, elige empezar cada día clamando a Dios: «Yo, Señor, te invoco cada día, y hacia ti extiendo las manos» (v.9b).


Tal vez hoy estés atravesando por dificultades con una relación: en tu matrimonio, en tu trabajo, iglesia o con un amigo cercano. Por muy mala que parezca tu situación, siempre hay esperanza si le pides ayuda al Señor.



«Yo, Señor, te ruego que me ayudes; por la mañana busco tu presencia en oración» (v.13). Señor, hacia Ti extiendo las manos. Te pido ayuda…


Romanos 7:7-25



2. Ayuda en la lucha con el pecado


¿Alguna vez te has visto atrapado por los malos hábitos o pecados de los que quisieras liberarte pero te sientes incapaz de hacerlo? ¿Has dicho alguna vez que no vas a hacer algo y luego terminas haciéndolo de todos modos?


Como lo indica The Message, Pablo escribe: «He pasado mucho tiempo en la prisión del pecado. Lo que no entiendo de mí es que decido una forma, pero luego actúo de otra, haciendo cosas que desprecio absolutamente» (v.15, MSG).


Continúa: «Sucede tan regularmente que es predecible. En el momento en que decido hacer el bien, el pecado está ahí para hacerme tropezar. Me deleito verdaderamente en los mandamientos de Dios, pero es bastante obvio que no todo en mí se une a ese deleite. Hay partes de mí secretamente rebeldes, y justo cuando menos lo espero, toman el control» (vv.21-23, MSG).


Pablo dice: «¡Obviamente necesito ayuda!» (v.18, MSG). Clama: «¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?» (v.24).


Habiendo dicho (en el pasaje de ayer) que estás libre de la ley (v.6), Pablo se anticipa al tipo de preguntas que se plantearán acerca de lo que está diciendo. ¿Acaso está igualando la ley al pecado? (v.7).


Muestra que la ley no es el pecado. Todo lo contrario, «… la ley en sí misma es santa, y sus mandatos son santos, rectos y buenos» (v.12). Somos nosotros los que somos pecadores. La ley lo muestra revelando lo que es pecado y que no podemos guardar la ley. De hecho, incluso agrava el pecado en nosotros.


La siguiente pregunta es consecuencia de las anteriores. Si la ley es tan buena, ¿por qué me llevó a mi muerte? (v.13). «No», responde Pablo, no fue la ley sino mi pecado el que condujo a la muerte. Si alguien es condenado por un delito, no es la ley la que causa la pena, más bien es el crimen. Todo lo que hace la ley es establecer la medida.


Se ha escrito demasiado sobre este pasaje. El debate principal es si Pablo se refiere a su estado como cristiano o al de antes de ser cristiano. Aunque sea claramente autobiográfico, también está hablando en general de la condición de los seres humanos que viven bajo la ley.


Tal vez deberíamos ver este pasaje como una descripción del cristiano que no vive en la plenitud del poder del Espíritu, a pesar de que él o ella desea hacerlo. Se puede leer como el clamor humano por vivir en el Espíritu, escuchado una y otra vez en las vidas de los cristianos a través de los siglos.


Sabemos que la ley de Dios es santa, recta y buena (v.12), y sabemos que es espiritual (v.14). Sin embargo, nos encontramos en situación de fallar: «Pero yo soy meramente humano, y estoy vendido como esclavo al pecado. No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco» (vv.14-15).


La diferencia entre el «antes» y el «después» de ser cristiano no es que antes, pecabas, y que después, no lo haces. ¡No!, la diferencia es que antes de convertirte en cristiano, el pecado estaba en tu naturaleza; en realidad ni a ti ni a mí nos preocupaba. Pero después de hacerte cristiano, el pecado está completamente fuera de tu naturaleza: no quieres cometerlo. Te causa dolor y arrepentimiento cuando lo haces. No tanto porque te decepcionas, aunque hay algo de ello, sino porque quieres agradar a Cristo, y le has fallado.


Si eres como yo, conoces muy bien esta batalla con el pecado. Por favor, ten en cuenta esta, que es una característica clave del verdadero creyente cristiano.


Cuando Pablo pide ayuda, ya sabe la respuesta a la pregunta: «¿Quién me librará de este cuerpo mortal? ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!» (v.24-25).


Tal vez, la clave para entender este pasaje está en las dos palabras «yo mismo» (v.25b). Nosotros solos somos esclavos de la ley del pecado, pero este no es el final de la historia. Pablo continúa hablando sobre la gran liberación que el Espíritu Santo aporta a nuestras vidas.


Al mirarme como cristiano en términos de pertenecer a Cristo, me doy cuenta de que no soy libre de pecar. Al mirarme a sí mismo como un cristiano en el mundo, me doy cuenta de que no, tampoco estoy libre de pecado. Pero cuando me veo como un cristiano empoderado por el Espíritu, me doy cuenta de que soy libre para vencer el pecado. Me acuerdo de algo que John Newton escribió:


«No soy lo que quiero ser.


No soy lo que debería ser.


No soy lo que un día seré.


Pero gracias a Dios no soy lo que alguna vez fui».



Señor, te pido ayuda. Lléname por favor hoy con tu Espíritu Santo. Realmente necesito la ayuda del Espíritu Santo para llevar el tipo de vida que sé que quieres que lleve.


Oseas 6:1-7:16



3. Ayuda por sanación


Dios quiere traer sanación a nuestras vidas. El pueblo sabía que si verdaderamente se volvían a Dios, Él los sanaría (6:1).


Si quieres la sanación de Dios, tienes que clamarle desde tu corazón. La queja de Dios contra su pueblo en este pasaje es: «No me invocan de corazón» (7:14b). En palabras de The Message: «En vez de clamar a mi en oración sincera, gritan en sus camas con sus prostitutas» (v.14, MSG).


Los primeros tres versículos del capítulo 6 parecen describir el proceso doloroso por el cual el Señor nos restaura cuando nos escapamos de Él. Sin embargo, no hay reconocimiento del pecado o un arrepentimiento profundo. Puede ser que Oseas ponga palabras a la confesión superficial del pueblo: «El amor de ustedes es como nube matutina, como rocío que temprano se evapora» (6:4).


Lo que está claro es que Dios está interesado en el corazón, no en la acción superficial: «Lo que pido de ustedes es amor y no sacrificios, conocimiento de Dios» (v.6). Se preocupa por una relación con Él que venga de corazón.


Su queja es que «ninguno de ellos me invoca» (7:7). Hay una arrogancia, un espíritu independiente en la humanidad que «no se vuelve al Señor su Dios; […], no lo busca» (v.10). El Señor afirma: «Yo bien podría redimirlos, pero […]. No me invocan de corazón» (vv.13-14). Puedes recibir la sanación y el perdón de Dios por todas las cosas que haces mal, pero tienes que clamar a Él desde tu corazón (v.14).


Como escribe Joyce Meyer: «La sanación emocional no es fácil y puede ser muy dolorosa. A veces tenemos heridas que todavía están infectadas y antes de que podamos estar completamente curados, esas heridas deben abrirse para remover la infección. Solo Dios sabe cómo hacer esto correctamente. Mientras buscan a Dios para que sane sus heridas, pasen tiempo con Él en Su Palabra y esperen en Su presencia. ¡Les garantizo que allí encontrarán la sanación!».



Señor, no solo quiero conocerte, sino también ir tras Tu conocimiento (6:3). Clamo desde mi corazón pidiendo sanación, restauración y avivamiento. ¡Ayúdame, Señor!


Pippa Adds



Oseas 6:6 (RVA-2015)


«Porque misericordia quiero yo y no sacrificios».


El diccionario dice que misericordia es «la compasión mostrada a los enemigos o a los que han delinquido dada desde el propio poder». Shakespeare dijo de la misericordia: «Es una doble bendición: bendice al que da y al que la obtiene». Nuestro mundo necesita más misericordia.



References



Nueva Versión Inernacional (NVI)

Copyright © 1999 by Biblica, Inc

Acerca de este Plan

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2022

¿Abrumado por la idea de leer la Biblia? Dedique un tiempo cada día a escuchar a Nicky y Pippa Gumbel mientras le explican toda la Biblia en 365 días. Cada día, se explora un tema diferente a través de una selecció...

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Nos gustaría agradecer a Nicky Gumbel por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://alpha.org

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