Espíritu Santo: ¿Somos inflamables o a prueba de fuego? Muestra

 No somos autosuficientes 

  Estamos diseñados para ser dependientes de la gracia y el poder de Dios. Apartados de Él, no podemos hacer nada (Juan 15:5). Nuestra suficiencia es de Él (2 Corintios 3:5). Dios pone su Espíritu en nosotros, porque necesitamos que nos consuele, nos guíe e incluso nos corrija. Él activa sus dones y su poder en nosotros porque lo necesitamos para su misión, equipamiento espiritual para una tarea espiritual.

No estamos en un negocio nosotros solos con una gran suma de capital espiritual y recursos de poder que nos hagan independientes. No somos pequeños “cristos” autosuficientes. Recibimos, momento a momento, nuestra plenitud “de” la plenitud de Cristo, como las ramas de una vid reciben la savia. No somos vides, viviendo una existencia separada, sino que estamos completos en Él (Colosenses 2:10).

No estamos llamados a ir a todo el mundo con nuestra propia central eléctrica para que la gente piense en lo maravillosos que somos. Podríamos desfilar con nuestro propio carisma y hacer que vuelen las chispas durante una hora, pero enseguida nuestra central eléctrica personal se quedará sin combustible. No somos generadores, sino tan solo conductores de su poder. Efesios 1:22 y 23 describe “…la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. Él tiene que llenarnos y actuar a través nuestro. Somos canales, no la fuente. Jesús declaró: “Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí” (Juan 15:4).