Hermosos piesMuestra

El evangelio no ha cambiado

Dios no ha cambiado, y el Espíritu Santo está con nosotros como lo estuvo con la iglesia en los tiempos del Nuevo Testamento. Jesús ama a su iglesia. Pablo escribe en Efesios, en el capítulo cinco, que Jesús entregó su vida por ella para hacerla santa y limpia, lavada por la limpieza de la palabra de Dios. Cristo hizo esto para que en nosotros Él fuera la luz de este quebrantado mundo. Él, en nosotros, es nuestra esperanza de gloria. No hay nada que podamos hacer que nos acerque más a la gloria de Dios. Es solo por su gracia que podemos ser limpiados y capaces de llevar su gloria como el cuerpo de Cristo. Es importante que entendamos esto como iglesia. No solo estamos presentando a las personas a Jesús, sino que permitimos que lo vean en nosotros. Si Jesús vive en nosotros, llevamos las buenas nuevas a todos lados.

Los discípulos de Jesús experimentaron la gloria de Dios mientras caminaban con Él. Los que estuvieron con Jesús desde el principio pudieron testificar en todas partes a donde fueron de su gloria. Esos discípulos pudieron reproducirse en otros al compartir sus experiencias. Y cuando Jesús pidió a sus discípulos que fueran a hacer discípulos, dijo que no se fueran a ninguna parte hasta que hubieran recibido el poder del Espíritu Santo. Gracias a la ayuda del Espíritu Santo, la iglesia de Jesucristo puede ser plantada en cualquier momento y cultura, y producirá fruto, el fruto que Jesús destinó.

Tal vez sabes que fuiste llamado para hacer misiones en otro país. O tal vez, sea tu vocación de servir y difundir el amor de Dios en tu propia ciudad. Tal vez sea tu vecino por quien estás orando para que se acerque a Jesús. Como su hijo, eres llamado a compartir su Nombre. Digamos una oración para que a través de su Espíritu, Él guíe tus hermosos pies hacia donde deben ir: 

«Querido Señor Jesús, al igual que pediste a tus discípulos que no vayan a ninguna parte hasta que supieran que estaban operando bajo el poder del Espíritu Santo, invito al Espíritu Santo a guiar mis pies hacia dónde quiera que vayan. Sé que solo Él producirá el fruto que pretendías cuando comenzaste a construir tu iglesia. Sé que tu corazón no ha cambiado y quiero ser una luz para el mundo. Quiero ser fiel a tu llamado. En tu nombre, amén».

Si deseas obtener más información sobre Misiones Indígenas Mundiales, sigue los enlaces http://www.worldim.com y https://www.youtube.com/watch?v=zvGNY0EIpAM