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Salmos 69:1-25

Salmos 69:1-25 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

¡Sálvame, Dios mío, porque las aguas ya me llegan al cuello! Me estoy hundiendo en un pantano profundo y no tengo dónde apoyar el pie. Estoy en medio de profundas aguas y me arrastra la corriente. Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Mis ojos languidecen, esperando la ayuda de mi Dios. Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; muchos son los enemigos gratuitos que se han propuesto destruirme. ¿Cómo voy a devolver lo que no he robado? Oh Dios, tú sabes lo insensato que he sido; no te puedo esconder mis culpas. SEÑOR Soberano de los Ejércitos, que no sean avergonzados por mi culpa los que en ti esperan; oh Dios de Israel, que no sean humillados por mi culpa los que te buscan. Por ti yo he sufrido insultos; mi rostro se ha cubierto de vergüenza. Soy como un extraño para mis hermanos; soy un extranjero para los hijos de mi madre. El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído las burlas de los que te insultan. Cuando lloro y ayuno, tengo que soportar sus insultos; cuando me visto de luto, soy objeto de burlas. Los que se sientan a la puerta murmuran contra mí; los borrachos me dedican parodias. Pero yo, SEÑOR, elevo a ti una oración en el tiempo de tu buena voluntad. Por tu gran amor, oh Dios, respóndeme; por tu fidelidad, sálvame. Sácame del lodo; no permitas que me hunda. Líbrame de los que me odian y de las aguas profundas. No dejes que me arrastre la corriente; no permitas que me trague el abismo ni que el foso cierre sus fauces sobre mí. Respóndeme, SEÑOR, por tu bondad y tu gran amor; por tu inmensa misericordia, vuélvete hacia mí. No escondas tu rostro de este siervo tuyo; respóndeme pronto, que estoy angustiado. Ven a mi lado y rescátame; redímeme, por causa de mis enemigos. Tú bien sabes cómo me insultan, me avergüenzan y denigran; sabes quiénes son mis adversarios. Los insultos me han destrozado el corazón; para mí ya no hay remedio. Esperé compasión y no la hubo; busqué consuelo y no lo hallé. En mi comida pusieron hiel; para calmar mi sed me dieron vinagre. Que se conviertan en trampa sus banquetes y su prosperidad, en lazo. Que se les nublen los ojos para que no vean y que se encorven sus espaldas para siempre. Descarga tu furia sobre ellos; que tu ardiente ira los alcance. Que su campamento quede desierto y que nadie habite sus tiendas de campaña.

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Salmos 69:1-25 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

1 (2) Dios mío, ¡sálvame, pues siento que me ahogo! 2 (3) ¡Siento que me hundo en el barro y no tengo dónde apoyarme! ¡Me encuentro en aguas profundas, luchando contra la corriente! 3 (4) Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Ya los ojos se me cierran, y tú no vienes a ayudarme. 4 (5) ¡Tengo más enemigos que pelos en la cabeza! Muchos me odian sin motivo, y quieren matarme; ¡me exigen que les devuelva lo que nunca les robé! 5-6 (6-7) Dios de Israel y Dios del universo, tú eres mi Dios. Tú conoces mis tonterías; ¡no te puedo esconder mis errores! ¡No dejes que por mi culpa queden en vergüenza los que confían en ti! ¡No dejes que por mi culpa sean puestos en ridículo los que buscan agradarte! 7 (8) Por ti he sido ofendido; ¡me arde la cara de vergüenza! 8 (9) ¡Hasta mis propios hermanos me ven como a un extraño! 9 (10) El amor que siento por tu templo me quema como un fuego; por eso me siento ofendido cuando te ofenden a ti. 10 (11) Si me aflijo y no como, tengo que aguantar sus insultos; 11 (12) y si me visto de luto, tengo que soportar sus ofensas. 12 (13) ¡Toda la gente del pueblo y hasta los borrachos hablan mal de mí! 13 (14) Dios mío, te ruego que me respondas en el mejor momento. Yo sé que me amas, así que ven a salvarme. 14-15 (15-16) ¡Líbrame de los que me odian! ¡Sácame del barro en que me hundo! ¡Sácame de esta profunda corriente que me arrastra! Siento que me traga un remolino; ¡no me dejes morir! 16 (17) Dios mío, tú me amas y eres bueno; ¡respóndeme! Tú eres un Dios compasivo; ¡préstame atención! 17 (18) No me des la espalda, pues estoy en problemas; ¡date prisa! 18 (19) ¡Acércate a mí, y sálvame de mis enemigos! 19 (20) Tú siempre los estás viendo y sabes muy bien que me ofenden, me avergüenzan y me insultan. 20 (21) Cuando escucho sus ofensas, se me rompe el corazón; ¡no tengo ánimo para nada! Esperaba hallar apoyo y consuelo, y no los recibí; 21 (22) cuando tuve hambre, me dieron a comer veneno; cuando tuve sed, me dieron a beber vinagre. 22 (23) ¡Haz que sus fiestas y banquetes se conviertan en una trampa para ellos! 23 (24) ¡Haz que se les nublen los ojos para que no puedan ver! ¡Haz que se queden sin fuerzas! 24 (25) ¡Descarga tu enojo sobre ellos! ¡No los dejes escapar! 25 (26) ¡Que sus casas se queden vacías! ¡Que nadie viva en ellas!

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Salmos 69:1-25 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Sálvame, oh Dios, porque las aguas me han llegado hasta el cuello. Me encuentro hundido en profundo pantano, y no hallo dónde poner el pie. He caído en aguas abismales, y me cubre la corriente. Ya me canso de llamar; ronca está mi garganta; mis ojos desfallecen en espera de mi Dios. Son más los que me odian sin motivo, que los cabellos de mi cabeza. Son muy poderosos mis enemigos, los que sin razón quieren destruirme. ¿Acaso he de pagar lo que no he robado? Tú, mi Dios, sabes que soy un insensato; mis pecados no son para ti un secreto. Señor, Dios de los ejércitos y Dios de Israel, ¡no permitas que por mi culpa sean avergonzados los que en ti confían! ¡No permitas que por mi culpa sean confundidos los que te buscan! Por ti he sido objeto de insultos; ¡mi rostro se ha cubierto de confusión! Soy un extraño para mis propios hermanos; ¡los hijos de mi madre me desconocen! Y es que mi amor por tu casa me consume; ¡caen sobre mí los insultos de los que te ofenden! Aflijo mi cuerpo con ayunos y sollozos, y por esto la gente me insulta. Dejé mi ropa y me vestí de cilicio, y ahora soy para la gente motivo de burla. Los consejeros del pueblo hablan mal de mí, ¡y hasta los borrachos me componen parodias! Pero yo oro a ti, Señor, en el momento de tu buena voluntad; ¡escúchame, Dios mío, por tu gran misericordia y por la verdad de tu salvación! ¡Sácame del lodo! ¡No dejes que me hunda! ¡Líbrame de los que me odian, y de las aguas profundas! ¡No dejes que me ahogue la corriente! ¡No permitas que me trague el abismo, ni que este pozo cierre sobre mí sus fauces! Señor, por tu bondad y misericordia, ¡respóndeme! Por tu infinita piedad, ¡dígnate mirarme! ¡No le vuelvas la espalda a este siervo tuyo! ¡Date prisa, y escúchame, que estoy angustiado! ¡Acércate, y ven a salvarme la vida! ¡Líbrame, por causa de mis enemigos! Tú sabes de mi afrenta, mi confusión y mi oprobio; ante ti están todos mis adversarios. Las burlas me han roto el corazón, y estoy acongojado. Esperaba compasión, y nadie me la tuvo; alguien que me consolara, y a nadie hallé. Cuando tuve hambre, me dieron ajenjo; cuando tuve sed, me dieron vinagre. ¡Que sean sus banquetes una trampa para ellos! ¡Que sus sacrificios de paz les sean un tropiezo! ¡Que sus ojos se nublen y pierdan la vista! ¡Haz que pierdan para siempre su vigor! ¡Descarga tu enojo sobre ellos! ¡Que el furor de tu enojo los alcance! ¡Que sea destruido su campamento, y no haya en sus tiendas quien las habite!

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Salmos 69:1-25 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

1 (2) Sálvame, Dios mío, porque estoy a punto de ahogarme; 2 (3) me estoy hundiendo en un pantano profundo y no tengo dónde apoyar los pies. He llegado a lo más hondo del agua y me arrastra la corriente. 3 (4) Ya estoy ronco de tanto gritar; la garganta me duele; ¡mis ojos están cansados de tanto esperar a mi Dios! 4 (5) Son más los que me odian sin motivo que los pelos de mi cabeza; han aumentado mis enemigos, los que sin razón me destruyen y me exigen que devuelva lo que no he robado. 5 (6) Dios mío, tú sabes cuán necio he sido; no puedo esconderte mis pecados. 6 (7) Señor, Dios todopoderoso, ¡que no pasen vergüenza por mi culpa los que confían en ti! Dios de Israel, ¡que no se decepcionen por mi causa los que con ansia te buscan! 7 (8) Por ti he soportado ofensas; mi cara se ha cubierto de vergüenza; 8 (9) ¡soy como un extraño y desconocido para mis propios hermanos! 9 (10) Me consume el celo por tu casa; en mí han recaído las ofensas de los que te insultan. 10 (11) Cuando lloro y ayuno, se burlan de mí; 11 (12) si me visto de luto, soy el hazmerreír de todos. 12 (13) Ando de boca en boca, y los borrachos me hacen canciones. 13 (14) Pero yo, Señor, a ti clamo. Dios mío, ¡ayúdame ahora! Por tu gran amor, ¡respóndeme! Por tu constante ayuda, ¡sálvame! 14 (15) ¡No dejes que me hunda en el lodo! ¡Ponme a salvo de los que me odian y de las aguas profundas! 15 (16) ¡No dejes que me arrastre la corriente! ¡No dejes que el profundo remolino me trague y se cierre tras de mí! 16 (17) Señor, respóndeme; ¡tú eres bueno y todo amor! Por tu inmensa ternura, fíjate en mí; ¡no rechaces a este siervo tuyo! ¡Respóndeme pronto, que estoy en peligro! 18 (19) Acércate a mí, y sálvame; ¡líbrame de mis enemigos! 19 (20) Tú conoces las ofensas, la vergüenza y la deshonra que he sufrido; tú sabes quiénes son mis enemigos. 20 (21) Las ofensas me han roto el corazón; ¡estoy sin ánimo y sin fuerzas! Inútilmente he buscado quien me consuele y compadezca. 21 (22) En mi comida pusieron veneno, y cuando tuve sed me dieron a beber vinagre. 22 (23) ¡Que su mesa y sus comidas de amistad se conviertan en trampa para ellos! 23 (24) ¡Haz que se queden ciegos y que siempre les tiemblen las piernas! 24 (25) Descarga tu enojo sobre ellos; ¡que tu furia encendida los alcance! 25 (26) Que su campamento se vuelva un desierto, y que nadie viva en sus tiendas

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Salmos 69:1-25 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Sálvame, oh Dios, Porque las aguas han entrado hasta el alma. Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; He venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado. Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; Han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa; Se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué. ¿Y he de pagar lo que no robé? Dios, tú conoces mi insensatez, Y mis pecados no te son ocultos. No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían, oh Señor Jehová de los ejércitos; No sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel. Porque por amor de ti he sufrido afrenta; Confusión ha cubierto mi rostro. Extraño he sido para mis hermanos, Y desconocido para los hijos de mi madre. Porque me consumió el celo de tu casa; Y los denuestos de los que te vituperaban cayeron sobre mí. Lloré afligiendo con ayuno mi alma, Y esto me ha sido por afrenta. Puse además cilicio por mi vestido, Y vine a serles por proverbio. Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta, Y me zaherían en sus canciones los bebedores. Pero yo a ti oraba, oh Jehová, al tiempo de tu buena voluntad; Oh Dios, por la abundancia de tu misericordia, Por la verdad de tu salvación, escúchame. Sácame del lodo, y no sea yo sumergido; Sea yo libertado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas. No me anegue la corriente de las aguas, Ni me trague el abismo, Ni el pozo cierre sobre mí su boca. Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia; Mírame conforme a la multitud de tus piedades. No escondas de tu siervo tu rostro, Porque estoy angustiado; apresúrate, óyeme. Acércate a mi alma, redímela; Líbrame a causa de mis enemigos. Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio; Delante de ti están todos mis adversarios. El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; Y consoladores, y ninguno hallé. Me pusieron además hiel por comida, Y en mi sed me dieron a beber vinagre. Sea su convite delante de ellos por lazo, Y lo que es para bien, por tropiezo. Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, Y haz temblar continuamente sus lomos. Derrama sobre ellos tu ira, Y el furor de tu enojo los alcance. Sea su palacio asolado; En sus tiendas no haya morador.

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Salmos 69:1-25 La Biblia de las Américas (LBLA)

Sálvame, oh Dios, porque las aguas me han llegado hasta el alma. Me he hundido en cieno profundo, y no hay donde hacer pie; he llegado a lo profundo de las aguas, y la corriente me anega. Cansado estoy de llorar; reseca está mi garganta; mis ojos desfallecen mientras espero a mi Dios. Más que los cabellos de mi cabeza son los que sin causa me aborrecen; poderosos son los que quieren destruirme, sin razón son mis enemigos, me hacen devolver aquello que no robé. Oh Dios, tú conoces mi insensatez, y mis transgresiones no te son ocultas. ¡No se avergüencen de mí los que en ti esperan, oh Señor, DIOS de los ejércitos! ¡No sean humillados por mí los que te buscan, oh Dios de Israel! Pues por amor de ti he sufrido vituperio; la ignominia ha cubierto mi rostro. Me he convertido en extraño para mis hermanos, y en extranjero para los hijos de mi madre. Porque el celo por tu casa me ha consumido, y los vituperios de los que te injurian han caído sobre mí. Cuando lloraba afligiendo con ayuno mi alma, eso se convirtió en afrenta para mí. Cuando hice de cilicio mi vestido, me convertí en proverbio para ellos. Hablan de mí los que se sientan a la puerta, y soy la canción de los borrachos. Pero yo elevo a ti mi oración, oh SEÑOR, en tiempo propicio; oh Dios, en la grandeza de tu misericordia, respóndeme con tu verdad salvadora. Sácame del cieno y no dejes que me hunda; sea yo librado de los que me odian, y de lo profundo de las aguas. No me cubra la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca. Respóndeme, oh SEÑOR, pues buena es tu misericordia; vuélvete a mí, conforme a tu inmensa compasión, y no escondas tu rostro de tu siervo, porque estoy en angustia; respóndeme pronto. Acércate a mi alma y redímela; por causa de mis enemigos, rescátame. Tú conoces mi afrenta, mi vergüenza y mi ignominia; todos mis adversarios están delante de ti. La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy enfermo; esperé compasión, pero no la hubo; busqué consoladores, pero no los hallé. Y por comida me dieron hiel, y para mi sed me dieron a beber vinagre. Que la mesa delante de ellos se convierta en lazo, y cuando estén en paz, se vuelva una trampa. Núblense sus ojos para que no puedan ver, y haz que sus lomos tiemblen continuamente. Derrama sobre ellos tu indignación, y que el ardor de tu ira los alcance. Sea desolado su campamento, y nadie habite en sus tiendas.

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Salmos 69:1-25 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Sálvame oh Dios, porque las aguas de la inundación me llegan al cuello. Me hundo cada vez más en el fango; no encuentro dónde apoyar mis pies. Estoy en aguas profundas, y el torrente me cubre. Estoy agotado de tanto gritar por ayuda; tengo la garganta reseca. Mis ojos están hinchados de tanto llorar, a la espera de la ayuda de mi Dios. Los que me odian sin motivo suman más que los cabellos de mi cabeza. Muchos enemigos tratan de destruirme con mentiras; me exigen que devuelva lo que no robé. Oh Dios, tú sabes lo necio que soy; de ti no puedo ocultar mis pecados. No dejes que los que confían en ti sean avergonzados por mi culpa, oh SEÑOR Soberano de los Ejércitos Celestiales. No permitas que sean humillados por mi causa, oh Dios de Israel. Pues yo soporto insultos por amor a ti; tengo la humillación dibujada en todo mi rostro. Hasta mis propios hermanos fingen no conocerme; me tratan como a un extraño. El celo por tu casa me ha consumido, y los insultos de aquellos que te insultan han caído sobre mí. Cuando lloro y ayuno, se burlan de mí. Cuando me visto de tela áspera en señal de dolor, se ríen de mí. Soy el blanco de los chismes de la ciudad, y todos los borrachos cantan de mí. Pero sigo orando a ti, SEÑOR, con la esperanza de que esta vez me muestres tu favor. En tu amor inagotable, oh Dios, responde a mi oración con tu salvación segura. Rescátame del lodo; ¡no dejes que me hunda aún más! Sálvame de aquellos que me odian y sácame de estas aguas profundas. No permitas que el torrente me cubra, ni que las aguas profundas me traguen, ni que el foso de la muerte me devore. Contesta a mis oraciones, oh SEÑOR, pues tu amor inagotable es maravilloso; cuida de mí, pues tu misericordia es muy abundante. No te escondas de tu siervo; contéstame rápido, ¡porque estoy en graves dificultades! Ven y rescátame; líbrame de mis enemigos. Tú conoces mi vergüenza, mi desprecio y mi deshonra; ves todo lo que hacen mis enemigos. Sus insultos me han destrozado el corazón, y estoy desesperado. Si al menos una persona me tuviera compasión; si tan solo alguien volviera y me consolara. En cambio, de comida, me dan veneno y me ofrecen vino agrio para la sed. Que la abundante mesa servida ante ellos se convierta en una trampa, y que su prosperidad se vuelva un engaño. Que sus ojos queden ciegos para que no puedan ver, y haz que sus cuerpos tiemblen continuamente. Derrama tu furia sobre ellos; consúmelos en el ardor de tu enojo. Que sus casas queden desoladas y sus carpas, desiertas.

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