PROVERBIOS 7:6-23
PROVERBIOS 7:6-23 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Un día en que yo estaba mirando a través de la ventana, vi entre los muchachos imprudentes a uno más imprudente que otros. Llegó a la esquina, cruzó la calle, y lentamente se dirigió a la casa de esa mujer. Ya había caído la noche. El día llegaba a su fin. En ese preciso instante la mujer salió a su encuentro. Iba vestida como una prostituta, y no disimulaba sus intenciones. Llamaba mucho la atención; se veía que era una mujer incapaz de quedarse en casa. A esa clase de mujeres se las ve andar por las calles, o andar vagando por las plazas, o detenerse en cada esquina esperando a ver quién pasa. Cuando la mujer vio al joven, se le echó al cuello y lo besó, y abiertamente le propuso: «Puedo invitarte a comer de la carne ofrecida a mis dioses. Hoy les cumplí mis promesas, y estoy en paz con ellos. Por eso salí a tu encuentro; te buscaba, ¡y ya te encontré! Tengo tendida en la cama una colcha muy fina y colorida. Mi cama despide el aroma de los perfumes más excitantes. Ven conmigo; hagamos el amor hasta mañana. Mi esposo no está en casa, pues ha salido de viaje. Llenó de dinero sus bolsas, y no volverá hasta mediados del mes». Con tanta dulzura le habló, que lo hizo caer en sus redes. Y el joven se fue tras ella como va el buey al matadero; cayó en la trampa como un venado cuando le clavan la flecha; cayó como los pájaros, que vuelan contra la red sin saber que perderán la vida.
PROVERBIOS 7:6-23 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Mientras estaba junto a la ventana de mi casa, mirando a través de la cortina, vi a unos muchachos ingenuos; a uno en particular que le faltaba sentido común. Cruzaba la calle cercana a la casa de una mujer inmoral y se paseaba frente a su casa. Era la hora del crepúsculo, al anochecer, mientras caía la densa oscuridad. La mujer se le acercó, vestida de manera seductora y con corazón astuto. Era rebelde y descarada, de esas que nunca están conformes con quedarse en casa. Suele frecuentar las calles y los mercados, ofreciéndose en cada esquina. Lo rodeó con sus brazos y lo besó, y mirándolo con descaro le dijo: «Acabo de hacer mis ofrendas de paz y de cumplir mis votos. ¡Tú eres precisamente al que estaba buscando! ¡Salí a encontrarte y aquí estás! Mi cama está tendida con hermosas colchas, con coloridas sábanas de lino egipcio. La he perfumado con mirra, áloes y canela. Ven, bebamos sin medida la copa del amor hasta el amanecer. Disfrutemos de nuestras caricias, ahora que mi esposo no está en casa. Se fue de viaje por mucho tiempo. Se llevó la cartera llena de dinero y no regresará hasta fin de mes». Y así lo sedujo con sus dulces palabras y lo engatusó con sus halagos. Él la siguió de inmediato, como un buey que va al matadero. Era como un ciervo que cayó en la trampa, en espera de la flecha que le atravesaría el corazón. Era como un ave que vuela directo a la red, sin saber que le costará la vida.
PROVERBIOS 7:6-23 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Desde la ventana de mi casa miré a través de la celosía. Vi a los inexpertos, y, entre los jóvenes, observé a uno de ellos falto de juicio. Cruzó la calle, llegó a la esquina y se encaminó hacia la casa de esa mujer. Caía la tarde. Llegaba el día a su fin. Avanzaban las sombras de la noche. De pronto la mujer salió a su encuentro, con toda la apariencia de una prostituta y con solapadas intenciones. Ella es escandalosa y descarada; sus pies nunca hallan reposo en su casa. Unas veces por las calles, otras veces por las plazas, siempre está al acecho en cada esquina. Se prendió de su cuello, lo besó y, con todo descaro, dijo: «Tengo en mi casa sacrificios de comunión, pues hoy he cumplido mis promesas. Por eso he venido a tu encuentro; te buscaba, ¡y ya te he encontrado! Sobre la cama he tendido linos egipcios multicolores. He perfumado mi lecho con aroma de mirra, áloe y canela. Ven, bebamos hasta el fondo la copa del amor; ¡disfrutemos del amor hasta el amanecer! Mi esposo no está en casa, pues ha emprendido un largo viaje. Se ha llevado consigo la bolsa del dinero y no regresará hasta el día de luna llena». Con palabras persuasivas lo convenció; con halagos de sus labios lo sedujo. Y él enseguida fue tras ella, como el buey que va camino al matadero; como el ciervo que cae en la trampa, hasta que una flecha le abre las entrañas; como el ave que se lanza contra la red, sin saber que en ello le va la vida.
PROVERBIOS 7:6-23 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Un día en que yo estaba mirando a través de la ventana, vi entre los muchachos imprudentes a uno más imprudente que otros. Llegó a la esquina, cruzó la calle, y lentamente se dirigió a la casa de esa mujer. Ya había caído la noche. El día llegaba a su fin. En ese preciso instante la mujer salió a su encuentro. Iba vestida como una prostituta, y no disimulaba sus intenciones. Llamaba mucho la atención; se veía que era una mujer incapaz de quedarse en casa. A esa clase de mujeres se las ve andar por las calles, o andar vagando por las plazas, o detenerse en cada esquina esperando a ver quién pasa. Cuando la mujer vio al joven, se le echó al cuello y lo besó, y abiertamente le propuso: «Puedo invitarte a comer de la carne ofrecida a mis dioses. Hoy les cumplí mis promesas, y estoy en paz con ellos. Por eso salí a tu encuentro; te buscaba, ¡y ya te encontré! Tengo tendida en la cama una colcha muy fina y colorida. Mi cama despide el aroma de los perfumes más excitantes. Ven conmigo; hagamos el amor hasta mañana. Mi esposo no está en casa, pues ha salido de viaje. Llenó de dinero sus bolsas, y no volverá hasta mediados del mes». Con tanta dulzura le habló, que lo hizo caer en sus redes. Y el joven se fue tras ella como va el buey al matadero; cayó en la trampa como un venado cuando le clavan la flecha; cayó como los pájaros, que vuelan contra la red sin saber que perderán la vida.
PROVERBIOS 7:6-23 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Un día estaba yo en la ventana de mi casa, y miraba a través de la celosía. Observaba yo a los jóvenes incautos, y me llamó la atención uno de ellos, claramente falto de entendimiento, que cruzó la calle, dobló la esquina, y se dirigió a la casa de esa mujer. Era tarde, y comenzaba a oscurecer; las sombras de la noche comenzaban a caer. De pronto, esa mujer salió a su encuentro, vestida como ramera y con claras intenciones: Era provocativa y desafiante, de esas que no pueden poner un pie en su casa. Unas veces en la calle, otras veces en las plazas, y en constante acecho en las esquinas. Se prendió de él, le dio un beso, y descaradamente le propuso: «Yo había prometido sacrificios de paz, y hoy he cumplido con mis votos. ¡Por eso he salido a tu encuentro! ¡Ansiaba verte, y he dado contigo! Mi lecho lo he cubierto con finas colchas, colchas recamadas con hilo egipcio. Mi alcoba la he perfumado con mirra, áloes y canela. ¡Ven, embriaguémonos de amores! ¡Gocemos del amor hasta el amanecer! Mi marido no está en casa, pues salió para hacer un largo viaje. Se llevó la bolsa de dinero, y no volverá hasta el día señalado.» La mujer lo venció con sus muchas lisonjas; lo persuadió con sus labios zalameros, y el joven se fue enseguida tras ella, como el buey que va al degolladero; como el necio que preso avanza al castigo, hasta que una flecha le parte el corazón; como el ave que vuela presurosa hacia la red, sin saber que eso le costará la vida.
PROVERBIOS 7:6-23 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Un día estaba yo mirando entre las rejas de mi ventana a unos jóvenes sin experiencia, y me fijé en el más imprudente de ellos. Al llegar a la esquina cruzó la calle en dirección a la casa de aquella mujer. La tarde iba cayendo, y comenzaba a oscurecer. De pronto la mujer salió a su encuentro, con toda la apariencia y los gestos de una prostituta, de una mujer ligera y caprichosa que no puede estarse en su casa y que anda por calles, plazas y esquinas esperando atrapar al primero que pase. La mujer abrazó y besó al joven, y descaradamente le dijo: «Yo había prometido sacrificios de reconciliación, y hoy he cumplido mi promesa. Por eso he salido a tu encuentro; ¡tenía ganas de verte, y te he encontrado! Sobre mi cama he tendido una hermosa colcha de lino egipcio, la he perfumado con aroma de mirra, áloe y canela. Ven, vaciemos hasta el fondo la copa del amor; gocemos del amor hasta que amanezca, pues mi esposo no está en casa: ha salido para un largo viaje; se ha llevado una bolsa de dinero y no volverá hasta el día de la luna llena.» Sus palabras melosas e insistentes acabaron por convencer al muchacho, que sin más se fue tras ella: como un buey rumbo al matadero, como un ciervo que cae en la trampa y al que luego una flecha le parte el corazón; como un ave que se lanza contra la red sin saber que eso le va a costar la vida.
PROVERBIOS 7:6-23 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Porque mirando yo por la ventana de mi casa, Por mi celosía, Vi entre los simples, Consideré entre los jóvenes, A un joven falto de entendimiento, El cual pasaba por la calle, junto a la esquina, E iba camino a la casa de ella, A la tarde del día, cuando ya oscurecía, En la oscuridad y tinieblas de la noche. Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro, Con atavío de ramera y astuta de corazón. Alborotadora y rencillosa, Sus pies no pueden estar en casa; Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas, Acechando por todas las esquinas. Se asió de él, y le besó. Con semblante descarado le dijo: Sacrificios de paz había prometido, Hoy he pagado mis votos; Por tanto, he salido a encontrarte, Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado. He adornado mi cama con colchas Recamadas con cordoncillo de Egipto; He perfumado mi cámara Con mirra, áloes y canela. Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; Alegrémonos en amores. Porque el marido no está en casa; Se ha ido a un largo viaje. La bolsa de dinero llevó en su mano; El día señalado volverá a su casa. Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, Le obligó con la zalamería de sus labios. Al punto se marchó tras ella, Como va el buey al degolladero, Y como el necio a las prisiones para ser castigado; Como el ave que se apresura a la red, Y no sabe que es contra su vida, Hasta que la saeta traspasa su corazón.
PROVERBIOS 7:6-23 La Biblia de las Américas (LBLA)
¶Porque desde la ventana de mi casa miraba por la celosía, y vi entre los simples, distinguí entre los muchachos a un joven falto de juicio, pasando por la calle cerca de su esquina; iba camino de su casa, al atardecer, al anochecer, en medio de la noche y la oscuridad. Y he aquí, una mujer le sale al encuentro, vestida como ramera y astuta de corazón. Es alborotadora y rebelde, sus pies no permanecen en casa; está ya en las calles, ya en las plazas, y acecha por todas las esquinas. Y lo agarra y lo besa, y descarada le dice: Tenía que ofrecer ofrendas de paz, y hoy he cumplido mis votos; por eso he salido a encontrarte, buscando tu rostro con ansiedad, y te he hallado. He tendido mi lecho con colchas, con linos de Egipto en colores; he rociado mi cama con mirra, áloes y canela. Ven, embriaguémonos de amor hasta la mañana, deleitémonos con caricias. Porque mi marido no está en casa, se ha ido a un largo viaje; se ha llevado en la mano la bolsa del dinero, volverá a casa para la luna llena. Con sus palabras persuasivas lo atrae, lo seduce con sus labios lisonjeros. Al instante la sigue, como va el buey al matadero, o como uno en grillos al castigo de un necio, hasta que una flecha le traspasa el hígado; como el ave que se precipita en la trampa, y no sabe que esto le costará la vida.
PROVERBIOS 7:6-23 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Mientras estaba junto a la ventana de mi casa, mirando a través de la cortina, vi a unos muchachos ingenuos; a uno en particular que le faltaba sentido común. Cruzaba la calle cercana a la casa de una mujer inmoral y se paseaba frente a su casa. Era la hora del crepúsculo, al anochecer, mientras caía la densa oscuridad. La mujer se le acercó, vestida de manera seductora y con corazón astuto. Era rebelde y descarada, de esas que nunca están conformes con quedarse en casa. Suele frecuentar las calles y los mercados, ofreciéndose en cada esquina. Lo rodeó con sus brazos y lo besó, y mirándolo con descaro le dijo: «Acabo de hacer mis ofrendas de paz y de cumplir mis votos. ¡Tú eres precisamente al que estaba buscando! ¡Salí a encontrarte y aquí estás! Mi cama está tendida con hermosas colchas, con coloridas sábanas de lino egipcio. La he perfumado con mirra, áloes y canela. Ven, bebamos sin medida la copa del amor hasta el amanecer. Disfrutemos de nuestras caricias, ahora que mi esposo no está en casa. Se fue de viaje por mucho tiempo. Se llevó la cartera llena de dinero y no regresará hasta fin de mes». Y así lo sedujo con sus dulces palabras y lo engatusó con sus halagos. Él la siguió de inmediato, como un buey que va al matadero. Era como un ciervo que cayó en la trampa, en espera de la flecha que le atravesaría el corazón. Era como un ave que vuela directo a la red, sin saber que le costará la vida.