Ezequiel 2:1-10
Ezequiel 2:1-10 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Esa voz me dijo: «Hijo de hombre, ponte en pie, que voy a hablarte». Mientras me hablaba, el Espíritu entró en mí, hizo que me pusiera de pie y pude oír al que me hablaba. Me dijo: «Hijo de hombre, te voy a enviar a los israelitas. Es una nación rebelde que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados se han sublevado contra mí hasta el día de hoy. Te estoy enviando a un pueblo obstinado y terco, al que deberás advertirle: “Así dice el SEÑOR y Dios”. Tal vez te escuchen, tal vez no, pues son un pueblo rebelde; pero al menos sabrán que han tenido un profeta entre ellos. Tú, hijo de hombre, no tengas miedo de ellos ni de sus palabras, por más que estés en medio de cardos y espinas, y vivas rodeado de escorpiones. No temas por lo que digan ni te sientas atemorizado, porque son un pueblo rebelde. Tal vez te escuchen, tal vez no, pues son un pueblo rebelde; pero tú les proclamarás mis palabras. Tú, hijo de hombre, atiende bien a lo que te voy a decir y no seas rebelde como ellos. Abre tu boca y come lo que te voy a dar». Entonces miré y vi que una mano con un rollo escrito se extendía hacia mí. La mano abrió ante mis ojos el rollo. Estaba escrito por ambos lados; contenía lamentos, quejidos y dolores.
Ezequiel 2:1-10 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Era la voz de Dios, y oí que me decía: «Ezequiel, hombre mortal, levántate, que quiero hablar contigo». En ese momento sentí que algo dentro de mí me hacía levantarme, y pude oír que Dios me daba este encargo: «Tú, Ezequiel, llevarás de mi parte un mensaje a los israelitas. Son un pueblo muy desobediente, se parecen a las naciones que no confían en mí. Tanto sus antepasados como ellos y sus hijos son muy rebeldes, necios e incorregibles. Hasta el día de hoy son así. »Voy a enviarte a ellos, para que les digas lo que yo quiero que hagan. Es muy posible que no te hagan caso, pues son muy rebeldes; pero no te preocupes. Lo importante es que se den cuenta de que no les ha faltado quien les hable de mi parte. Y aunque te parezca que estás rodeado de espinas o en medio de alacranes, tú no les tengas miedo ni te espantes por lo que te digan, ni por la cara que te pongan. Ellos son muy rebeldes, pero tú no seas como ellos. Al contrario, obedece siempre todo lo que yo te ordene. »Para empezar, abre la boca y come lo que te voy a dar». Entonces vi una mano que tenía un librito; esa mano se extendió hacia donde yo estaba, y comenzó a abrir ese librito delante de mis ojos. Y pude ver que el libro contenía mensajes de luto, de dolor y de tristeza.
Ezequiel 2:1-10 Reina Valera Contemporánea (RVC)
La voz me dijo: «Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, que voy a hablar contigo.» Tan pronto como me habló, el espíritu entró en mí y me hizo ponerme sobre mis pies, y oí que el que me hablaba me decía: «Hijo de hombre, voy a enviarte a los hijos de Israel, un pueblo rebelde. Hasta el día de hoy, tanto ellos como sus padres se han rebelado contra mí. Así que yo te envío a gente de rostro adusto y de corazón empedernido. Y les dirás: “Así ha dicho Dios el Señor.” Tal vez te harán caso. Pero si no lo hacen así, porque son gente rebelde, siempre sabrán que entre ellos hubo un profeta. Pero tú, hijo de hombre, no tengas miedo de ellos ni de sus palabras. Aunque estés entre zarzas y espinos, y habites entre escorpiones, no tengas miedo de ellos ni de sus palabras, porque son gente rebelde. Ya sea que te escuchen o no, porque son muy rebeldes, tú repíteles mis palabras. Y tú, hijo de hombre, escucha bien lo que te digo, y no seas rebelde como esa gente. Abre la boca, y come lo que voy a darte a comer.» Yo miré, y vi que una mano se extendía hacia mí, y que en ella había un pergamino. La mano lo extendió delante de mí, y vi que el pergamino tenía endechas, lamentaciones y ayes escritos por los dos lados.
Ezequiel 2:1-10 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
que me decía: «Tú, hombre, ponte de pie, que te voy a hablar.» Mientras esa voz me hablaba, entró en mí el poder de Dios y me hizo ponerme de pie. Entonces oí que la voz que me hablaba seguía diciendo: «A ti, hombre, te voy a enviar a los israelitas, un pueblo desobediente que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados se han levantado contra mí hasta este mismo día. También sus hijos son tercos y de cabeza dura. Pues te voy a enviar a ellos, para que les digas: “Esto dice el Señor.” Y ya sea que te hagan caso o no, pues son gente rebelde, sabrán que hay un profeta en medio de ellos. Tú, hombre, no tengas miedo de ellos ni de lo que te digan, aunque te sientas como rodeado de espinos o viviendo entre alacranes. No tengas miedo de lo que te digan ni te asustes ante la cara que pongan, por muy rebeldes que sean. Tú comunícales mis palabras, ya sea que te hagan caso o no, pues son muy rebeldes. Atiende bien lo que te digo, y no seas rebelde como ellos. Abre la boca y come lo que te voy a dar.» Entonces vi una mano extendida hacia mí, la cual tenía un escrito enrollado. La mano lo desenrolló delante de mí. Estaba escrito por ambos lados: eran lamentos, ayes de dolor y amenazas.
Ezequiel 2:1-10 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo. Y luego que me habló, entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba. Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor. Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos. Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde. Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes. Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy. Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro. Y lo extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y había escritas en él endechas y lamentaciones y ayes.
Ezequiel 2:1-10 La Biblia de las Américas (LBLA)
Y me dijo: Hijo de hombre, ponte en pie para que yo te hable. Y el Espíritu entró en mí mientras me hablaba y me puso en pie; y oí al que me hablaba. Entonces me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a una nación de rebeldes que se ha rebelado contra mí; ellos y sus padres se han levantado contra mí hasta este mismo día. A los hijos de duro semblante y corazón empedernido, a quienes te envío, les dirás: Así dice el Señor DIOS. Y ellos, escuchen o dejen de escuchar, porque son una casa rebelde, sabrán que un profeta ha estado entre ellos. Y tú, hijo de hombre, no temas, no temas ni a ellos ni a sus palabras aunque haya contigo cardos y espinas y te sientes en escorpiones; no temas sus palabras ni te atemorices ante ellos, porque son una casa rebelde. Les hablarás mis palabras, escuchen o dejen de escuchar, porque son rebeldes. Y tú, hijo de hombre, escucha lo que te hablo; no seas rebelde como esa casa rebelde. Abre tu boca y come lo que te doy. Entonces miré, y he aquí, una mano estaba extendida hacia mí, y en ella había un libro en rollo. Él lo desenrolló delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y en él estaban escritas lamentaciones, gemidos y ayes.
Ezequiel 2:1-10 Nueva Traducción Viviente (NTV)
«Levántate, hijo de hombre —dijo la voz—, quiero hablarte». El Espíritu entró en mí mientras me hablaba y me puso de pie. Entonces escuché atentamente sus palabras. «Hijo de hombre —me dijo—, te envío a la nación de Israel, un pueblo desobediente que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados se han puesto en mi contra hasta el día de hoy. Son un pueblo terco y duro de corazón. Ahora te envío a decirles: “¡Esto dice el SEÑOR Soberano!”. Ya sea que te escuchen o se nieguen a escuchar —pues recuerda que son rebeldes—, al menos sabrán que han tenido un profeta entre ellos. »Hijo de hombre, no tengas miedo ni de ellos ni de sus palabras. No temas, aunque sus amenazas te rodeen como ortigas, zarzas y escorpiones venenosos. No te desanimes por sus ceños fruncidos, por muy rebeldes que ellos sean. Debes darles mis mensajes, te escuchen o no. Sin embargo, no te escucharán, ¡porque son totalmente rebeldes! Hijo de hombre, presta atención a lo que te digo. No seas rebelde como ellos. Abre la boca y come lo que te doy». Luego miré y vi que se me acercaba una mano que sostenía un rollo, el cual él abrió. Entonces vi que estaba escrito en ambos lados con cantos fúnebres, lamentos y declaraciones de condena.