DEUTERONOMIO 29:1-29
DEUTERONOMIO 29:1-29 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Estos son los términos del pacto que, por orden del SEÑOR, hizo Moisés en Moab con los israelitas, además del pacto que ya había hecho con ellos en Horeb. Moisés convocó a todos los israelitas y dijo: Ustedes vieron todo lo que el SEÑOR hizo en Egipto con el faraón, sus funcionarios y con todo su país. Con sus propios ojos vieron aquellas grandes pruebas, señales y maravillas. Pero hasta este día el SEÑOR no les ha dado mente para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír. Durante los cuarenta años que los guie a través del desierto, no se les desgastó la ropa ni el calzado. No comieron pan ni bebieron vino ni ninguna bebida fermentada. Esto lo hice para que supieran que yo soy el SEÑOR su Dios. Cuando llegaron a este lugar, Sijón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, salieron a pelear contra nosotros, pero los derrotamos. Tomamos su territorio y se lo dimos como herencia a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés. Ahora, cumplan fielmente las condiciones de este pacto para que prosperen en todo lo que hagan. Hoy están ante la presencia del SEÑOR su Dios todos ustedes, sus líderes, sus jefes, sus oficiales y todos los hombres de Israel, junto con sus hijos y sus esposas, así como los extranjeros que viven en sus campamentos, desde los que cortan la leña hasta los que acarrean el agua. Están aquí para hacer un pacto con el SEÑOR su Dios, quien hoy lo establece con ustedes y lo sella con su juramento. De esta manera confirma hoy que ustedes son su pueblo, y que él es su Dios, según lo prometió y juró a sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Este pacto y juramento no lo hago solamente con ustedes, los que hoy están aquí presentes delante del SEÑOR, sino también con los que todavía no se encuentran entre nosotros. Ustedes saben cómo fue nuestra vida en Egipto y cómo avanzamos en medio de las naciones que encontramos en nuestro camino hasta aquí. Ustedes vieron entre ellos sus detestables imágenes e ídolos de madera y de piedra, de plata y de oro. Asegúrense de que ningún hombre ni mujer ni clan ni tribu entre ustedes aparte hoy su corazón del SEÑOR nuestro Dios para ir a adorar a los dioses de esas naciones. Tengan cuidado de que ninguno de ustedes sea como una raíz venenosa y amarga. Si alguno de ustedes, al oír las palabras de este juramento, se cree bueno y piensa: «Todo me saldrá bien, aunque persista yo en hacer lo que me plazca», provocará la ruina tanto en la tierra regada como en la seca. El SEÑOR no querrá perdonarlo, sino que su ira y su celo arderán contra ese hombre. Todas las maldiciones escritas en este libro caerán sobre él, y el SEÑOR hará que desaparezca hasta el último de sus descendientes. El SEÑOR lo apartará de todas las tribus de Israel, para su desgracia, conforme a todas las maldiciones del pacto escritas en este libro de la Ley. Sus hijos, las generaciones futuras y los extranjeros que vengan de países lejanos, verán las calamidades y enfermedades con que el SEÑOR habrá azotado esta tierra. Toda ella será un desperdicio ardiente de sal y de azufre, donde nada podrá plantarse, nada germinará y ni siquiera la hierba crecerá. Será como cuando el SEÑOR destruyó con el furor de su ira las ciudades de Sodoma y Gomorra, Admá y Zeboyín. Todas las naciones preguntarán: «¿Por qué trató así el SEÑOR a esta tierra? ¿Por qué derramó con tanto ardor su furia sobre ella?». Y la respuesta será: «Porque este pueblo abandonó el pacto del Dios de sus antepasados, pacto que el SEÑOR hizo con ellos cuando los sacó de Egipto. Se fueron y adoraron a otros dioses; se postraron ante dioses que no conocían y que no tenían por qué adorar. Por eso se encendió la ira del SEÑOR contra esta tierra y derramó sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro. Y como ahora podemos ver, con mucha furia y enojo el SEÑOR los arrancó de raíz de su tierra y los arrojó a otro país». Lo secreto pertenece al SEÑOR nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos todas las palabras de esta ley.
DEUTERONOMIO 29:1-29 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
1-3 (28.69—29.2) Moisés terminó de dar a los israelitas todas las instrucciones del pacto que Dios había hecho con ellos en el monte Horeb. Entonces Dios le ordenó que hiciera un nuevo pacto con ellos en el país de Moab. Moisés los reunió y les dio las instrucciones del nuevo pacto. Les dijo: «Ustedes han sido testigos de las muchas maravillas que Dios hizo para castigar a los egipcios. Ustedes vieron cómo trató al rey de Egipto, a sus oficiales y a todo el pueblo. 4 (3) Hasta ahora Dios no ha permitido que ustedes entiendan por qué hizo todo eso. 5-6 (4-5) Durante cuarenta años los ha guiado por el desierto, y nunca les ha faltado alimento. En todo ese tiempo no se les han gastado los zapatos ni la ropa, y esto lo ha hecho para que ustedes se den cuenta de que él es su Dios. 7 (6) »Cuando veníamos hacia esta región, el rey de Hesbón y el rey de Basán nos salieron al paso y nos atacaron. Sin embargo, nosotros los derrotamos 8 (7) y les quitamos su territorio, para dárselo a las tribus de Rubén y Gad, y a la media tribu de Manasés. 9 (8) Por eso les pido que cumplan con todas las instrucciones de este pacto, y les irá bien en todo lo que hagan. 10 (9) »Todo Israel se encuentra hoy reunido aquí, delante de Dios. Aquí están los jefes de las tribus, los líderes, las autoridades, y hombres, 11 (10) mujeres y niños. También están aquí los extranjeros que les cortan la leña y les acarrean el agua. 12 (11) Están aquí para hacer un juramento. Van a comprometerse a cumplir con el pacto que hoy Dios hace con ustedes. 13 (12) Dios se compromete hoy a ser nuestro Dios, tal como se lo prometió a nuestros antepasados Abraham, Isaac y Jacob, y nosotros nos comprometemos a ser su pueblo. 14-15 (13-14) Pero este pacto no es solamente para nosotros. Dios se compromete también con todos nuestros descendientes. 16 (15) »Acuérdense de lo que vivimos en Egipto, y de cómo tuvimos que cruzar muchos países para llegar hasta aquí. 17 (16) Esa gente adora dioses falsos, y nosotros vimos sus imágenes de madera, piedra, oro y plata, ¡ídolos que Dios aborrece! 18 (17) Por eso les ruego que ninguno de ustedes, sea hombre o mujer, familia o tribu, deje a nuestro Dios para adorar a esos dioses falsos. Quienes lo hagan serán como plantas venenosas, que solo producen muerte. 19 (18) »Se equivoca quien escuche las instrucciones de este pacto y crea que nada le sucederá si desobedece. Esa persona será culpable de que Dios castigue a todo Israel, 20-21 (19-20) pero Dios no la perdonará; al contrario, hará que vengan sobre ella todas las maldiciones anunciadas en este libro, que sea separada de su tribu, y que muera hasta el último de sus descendientes. ¡Dios la castigará con furia! 22 (21) »Los israelitas que nazcan después, y los extranjeros que vengan de países lejanos, verán los terribles castigos y enfermedades que Dios enviará sobre nuestro país. 23 (22) Cuando miren nuestras tierras, no verán más que azufre, sal y tierra quemada. No podremos cultivar nuestros terrenos, pues la tierra no producirá nada, ni siquiera hierba. Será como ver la furiosa destrucción que Dios envió sobre Sodoma, Gomorra, Admá y Seboím. 24 (23) »Todo el mundo preguntará: “¿Por qué Dios castigó así a este país? ¿Qué lo hizo enojarse tanto?” 25 (24) Y no faltará quien responda: “Su Dios los libró de la esclavitud en Egipto, pero ellos no obedecieron las instrucciones del pacto que su Dios hizo con ellos. 26 (25) Al contrario, adoraron a dioses falsos que ni siquiera conocían, y que nunca hicieron nada por ellos. 27 (26) Por eso Dios se enojó con ellos y les envió todas las maldiciones anunciadas en este libro. 28 (27) Fue tal su enojo, que los expulsó de su país y los envió a los países donde ahora viven”. 29 (28) »Hay cosas que Dios mantiene en secreto, y que solo él conoce, pero a nosotros nos ha dado todos estos mandamientos, para que nosotros y nuestros descendientes los obedezcamos siempre».
DEUTERONOMIO 29:1-29 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Estas son las palabras del pacto que el Señor ordenó a Moisés celebrar en Moab con los hijos de Israel, además del pacto que concertó con ellos en Horeb. Moisés llamó a todos los israelitas, y les dijo: «Ustedes han visto con sus propios ojos todo lo que el Señor ha hecho en la tierra de Egipto con el faraón y con todos sus siervos, y con todo su país. Ustedes son testigos de esas grandes pruebas y señales y maravillas. Pero hasta este día el Señor no les ha dado la capacidad de entender, ni de ver ni de oír. Durante cuarenta años yo los he conducido por el desierto, y ni la ropa ni las sandalias que llevan puestas se les han gastado, y para que sepan que yo soy el Señor su Dios, tampoco han tenido que comer pan ni beber vino o sidra. Cuando ustedes llegaron a este lugar, el rey Sijón de Jesbón y el rey Og de Basán nos salieron al encuentro para pelear contra nosotros, y los derrotamos; luego tomamos posesión de su tierra, y la entregamos a Rubén y a Gad y a la media tribu de Manasés como su propiedad. Así que ustedes deben cumplir con las palabras de este pacto, y ponerlas por obra, para que prosperen en todo lo que hagan. »Este día todos ustedes, los varones de Israel, están en presencia del Señor su Dios: tanto los jefes de tribu como los ancianos y los oficiales, lo mismo que sus niños y sus mujeres, y los extranjeros que habitan entre ustedes, desde los que cortan la leña hasta los que acarrean el agua, y esto es para que entren en el pacto del Señor su Dios, y en el juramento que el Señor su Dios hace hoy con ustedes, para confirmarlos hoy como su pueblo, y para que él sea su Dios, tal y como él lo ha dicho y jurado a Abrahán, Isaac y Jacob, los antepasados de ustedes. Este pacto y este juramento no lo hago solamente con ustedes; lo hago delante del Señor nuestro Dios con los que hoy están aquí presentes con nosotros, y también con los que no están hoy aquí con nosotros. »Ustedes saben cómo vivíamos en Egipto, y cómo hemos pasado por en medio de las naciones que hemos encontrado a nuestro paso; ustedes han visto sus hechos repugnantes, y los ídolos de madera, piedra, plata y oro, que tienen consigo. No vaya a ser que alguno de ustedes, hombre o mujer, familia o tribu, aparte hoy su corazón del Señor nuestro Dios y vaya y sirva a los dioses de esas naciones. No vaya a ser que haya entre ustedes alguna raíz que produzca hiel y ajenjo, y que al oír las palabras de esta maldición, él se bendiga a sí mismo y diga: “Aun cuando persista yo en endurecer mi corazón, voy a estar bien”, pues eso podría perjudicarlos a todos, buenos y malos. El Señor no querrá perdonarlo, sino que su ira y su celo se encenderán contra ese hombre, y caerán sobre él todas las maldiciones escritas en este libro, y el Señor borrará su nombre de debajo del cielo. El Señor lo apartará para mal de todas las tribus de Israel, conforme a todas las maldiciones del pacto escritas en este libro de la ley. Y lo condenarán las generaciones futuras, y los hijos que nazcan después de ustedes, y los extranjeros que vengan de lejanas tierras, al ver las plagas de aquella tierra, y las enfermedades con que el Señor la habrá azotado (toda su tierra será calcinada con azufre y sal; no será sembrada ni producirá nada, ni crecerá en ella hierba alguna, como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomorra, y de Adma y de Zeboyin, a las que el Señor destruyó en el furor de su ira); más aún, todas las naciones dirán: “¿Por qué hizo esto el Señor con esta tierra? ¿Qué significa el ardor de este gran enojo?” Y se les responderá: “Es que se apartaron del pacto que el Señor, el Dios de sus padres, concertó con ellos cuando los sacó de Egipto, y fueron y sirvieron a dioses ajenos, y se inclinaron ante ellos. Eran dioses que nunca antes conocieron, y que nada les habían dado. Por eso se encendió la ira del Señor contra esta tierra, y trajo sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro. El Señor los desarraigó de su tierra con gran ira, furor e indignación, y los expulsó a otro país, como hoy se puede ver.” »Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.
DEUTERONOMIO 29:1-29 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
1 (28.69) Estos son los términos de la alianza que el Señor ordenó a Moisés hacer con los israelitas en el país de Moab, además de la alianza que ya había hecho con ellos en el monte Horeb. 2 (1) Moisés reunió a todos los israelitas y les dijo: «Ustedes han visto todo lo que el Señor hizo en Egipto al faraón, a sus funcionarios y a todo su país, 3 (2) y son testigos de esas grandes pruebas, señales y maravillas. 4 (3) Pero hasta ahora el Señor no les ha dado entendimiento ni les ha permitido comprender el significado de todo ello. 5 (4) Durante cuarenta años yo los he guiado por el desierto, y en ese tiempo no se les ha gastado la ropa ni el calzado. 6 (5) No han comido pan ni bebido vino, ni han tomado ninguna bebida fuerte, para que sepan que el Señor es el Dios de ustedes. 7 (6) »Cuando llegamos a esta región, salieron a atacarnos Sihón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, pero los derrotamos 8 (7) y nos apoderamos de su país, y se lo dimos en propiedad a las tribus de Rubén y Gad y a la media tribu de Manasés. 9 (8) Por lo tanto, cumplan los términos de esta alianza y pónganlos en práctica, para que les vaya bien en todo lo que hagan. 10 (9) »Hoy están reunidos todos ustedes delante del Señor su Dios: los jefes de sus tribus, los ancianos, los oficiales, todos los hombres de Israel, 11 (10) los niños, las mujeres y los extranjeros que viven entre ustedes, desde el leñador hasta el aguador, 12 (11) para comprometerse bajo juramento en la alianza que el Señor su Dios hace hoy con ustedes. 13 (12) Hoy queda establecido que ustedes son su pueblo y que él es su Dios, como ya se lo había prometido a Abraham, Isaac y Jacob, los antepasados de ustedes. 14 (13) Pero no solo con ustedes hace el Señor esta alianza y este juramento, 15 (14) sino también con los que no están hoy aquí con nosotros delante de él. 16 (15) Ustedes saben muy bien cómo hemos vivido en Egipto y de qué manera hemos tenido que pasar por las naciones que hemos encontrado en nuestro camino, 17 (16) donde hemos visto los falsos dioses y los despreciables ídolos de madera, piedra, plata y oro, que esa gente adora. 18 (17) Que no haya entre ustedes ni hombre ni mujer, ni familia ni tribu, que abandone hoy al Señor nuestro Dios por adorar a los dioses de esas naciones. Que ninguno de ustedes sea como una planta de raíz amarga y venenosa. 19 (18) »Si después de haber escuchado los términos de este juramento, alguno de ustedes se cree demasiado bueno y piensa: “Todo me ha de salir bien, aunque haga yo lo que me dé la gana”, él será la causa de la ruina de todos. 20 (19) El Señor no va a estar dispuesto a perdonarlo, sino que descargará su ira y su indignación sobre ese hombre, y caerán sobre él todas las maldiciones anunciadas en este libro, y el Señor borrará de la tierra su descendencia. 21 (20) El Señor apartará de todas las tribus de Israel a ese hombre, y lo hará caer en desgracia, conforme a todas las maldiciones de la alianza que está escrita en este libro de la ley. 22 (21) La generación futura, los descendientes de ustedes que han de venir después, así como los extranjeros que lleguen de países lejanos, verán las plagas y las enfermedades que el Señor enviará sobre esta tierra; 23 (22) verán que todo el país no es más que azufre, sal y tierra quemada. No se podrá sembrar en esa tierra, ni nada podrá producir; ni siquiera una hierba podrá crecer en ella, tal como sucedió en la destrucción de las ciudades de Sodoma, Gomorra, Admá y Seboím, las cuales destruyó el Señor en su ira y furor. 24 (23) »Entonces todo el mundo preguntará: “¿Por qué hizo esto el Señor con este país? ¿Por qué se encendió tanto su furor?” 25 (24) Y la respuesta será: “Porque abandonaron la alianza que el Señor, el Dios de sus antepasados, hizo con ellos cuando los sacó de Egipto, 26 (25) y se fueron a rendir culto e inclinarse ante otros dioses que no conocían ni nunca les dieron nada. 27 (26) Por eso se enojó el Señor contra esta tierra, e hizo caer sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro; 28 (27) y los arrojó de su país con ira, furor y gran indignación, echándolos a otros países, como está sucediendo ahora.” 29 (28) »Hay cosas que no sabemos: esas pertenecen al Señor nuestro Dios; pero hay cosas que nos han sido reveladas a nosotros y a nuestros hijos para que las cumplamos siempre: todos los mandamientos de esta ley.
DEUTERONOMIO 29:1-29 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Estas son las palabras del pacto que Jehová mandó a Moisés que celebrase con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que concertó con ellos en Horeb. Moisés, pues, llamó a todo Israel, y les dijo: Vosotros habéis visto todo lo que Jehová ha hecho delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto a Faraón y a todos sus siervos, y a toda su tierra, las grandes pruebas que vieron vuestros ojos, las señales y las grandes maravillas. Pero hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír. Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie. No habéis comido pan, ni bebisteis vino ni sidra; para que supierais que yo soy Jehová vuestro Dios. Y llegasteis a este lugar, y salieron Sehón rey de Hesbón y Og rey de Basán delante de nosotros para pelear, y los derrotamos; y tomamos su tierra, y la dimos por heredad a Rubén y a Gad y a la media tribu de Manasés. Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que hiciereis. Vosotros todos estáis hoy en presencia de Jehová vuestro Dios; los cabezas de vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, todos los varones de Israel; vuestros niños, vuestras mujeres, y tus extranjeros que habitan en medio de tu campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tu agua; para que entres en el pacto de Jehová tu Dios, y en su juramento, que Jehová tu Dios concierta hoy contigo, para confirmarte hoy como su pueblo, y para que él te sea a ti por Dios, de la manera que él te ha dicho, y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. Y no solamente con vosotros hago yo este pacto y este juramento, sino con los que están aquí presentes hoy con nosotros delante de Jehová nuestro Dios, y con los que no están aquí hoy con nosotros. Porque vosotros sabéis cómo habitamos en la tierra de Egipto, y cómo hemos pasado por en medio de las naciones por las cuales habéis pasado; y habéis visto sus abominaciones y sus ídolos de madera y piedra, de plata y oro, que tienen consigo. No sea que haya entre vosotros varón o mujer, o familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Jehová nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esas naciones; no sea que haya en medio de vosotros raíz que produzca hiel y ajenjo, y suceda que al oír las palabras de esta maldición, él se bendiga en su corazón, diciendo: Tendré paz, aunque ande en la dureza de mi corazón, a fin de que con la embriaguez quite la sed. No querrá Jehová perdonarlo, sino que entonces humeará la ira de Jehová y su celo sobre el tal hombre, y se asentará sobre él toda maldición escrita en este libro, y Jehová borrará su nombre de debajo del cielo; y lo apartará Jehová de todas las tribus de Israel para mal, conforme a todas las maldiciones del pacto escrito en este libro de la ley. Y dirán las generaciones venideras, vuestros hijos que se levanten después de vosotros, y el extranjero que vendrá de lejanas tierras, cuando vieren las plagas de aquella tierra, y sus enfermedades de que Jehová la habrá hecho enfermar (azufre y sal, abrasada toda su tierra; no será sembrada, ni producirá, ni crecerá en ella hierba alguna, como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomorra, de Adma y de Zeboim, las cuales Jehová destruyó en su furor y en su ira); más aún, todas las naciones dirán: ¿Por qué hizo esto Jehová a esta tierra? ¿Qué significa el ardor de esta gran ira? Y responderán: Por cuanto dejaron el pacto de Jehová el Dios de sus padres, que él concertó con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto, y fueron y sirvieron a dioses ajenos, y se inclinaron a ellos, dioses que no conocían, y que ninguna cosa les habían dado. Por tanto, se encendió la ira de Jehová contra esta tierra, para traer sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro; y Jehová los desarraigó de su tierra con ira, con furor y con grande indignación, y los arrojó a otra tierra, como hoy se ve. Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.
DEUTERONOMIO 29:1-29 La Biblia de las Américas (LBLA)
Estas son las palabras del pacto que el SEÑOR mandó a Moisés que hiciera con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que Él había hecho con ellos en Horeb. Y convocó Moisés a todo Israel y les dijo: Habéis visto todo lo que el SEÑOR hizo delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto a Faraón, a todos sus siervos y a toda su tierra, las grandes pruebas que vieron vuestros ojos, aquellas grandes señales y maravillas. Pero hasta el día de hoy el SEÑOR no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír. Yo os he conducido durante cuarenta años en el desierto; no se han gastado los vestidos sobre vosotros y no se ha gastado la sandalia en vuestro pie. No habéis comido pan ni habéis bebido vino ni sidra, para que sepáis que yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Cuando llegasteis a este lugar, Sehón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, salieron a nuestro encuentro para pelear, pero los derrotamos; y tomamos su tierra y la dimos en herencia a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés. Guardad, pues, las palabras de este pacto y ponedlas en práctica, para que prosperéis en todo lo que hagáis. Hoy estáis todos vosotros en presencia del SEÑOR vuestro Dios: vuestros jefes, vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, todos los hombres de Israel, vuestros pequeños, vuestras mujeres, y el forastero que está dentro de tus campamentos, desde tu leñador hasta el que saca tu agua, para que entres en el pacto con el SEÑOR tu Dios, y en su juramento que el SEÑOR tu Dios hace hoy contigo, a fin de establecerte hoy como su pueblo y que Él sea tu Dios, tal como te lo ha dicho y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. Y no hago solo con vosotros este pacto y este juramento, sino también con los que están hoy aquí con nosotros en la presencia del SEÑOR nuestro Dios, y con los que no están hoy aquí con nosotros (pues vosotros sabéis cómo habitamos en la tierra de Egipto y cómo pasamos en medio de las naciones por las cuales habéis pasado, además, habéis visto sus abominaciones y los ídolos de madera y de piedra, de plata y de oro, que tenían con ellos); no sea que haya entre vosotros hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aleje hoy del SEÑOR nuestro Dios para ir y servir a los dioses de aquellas naciones; no sea que haya entre vosotros una raíz que produzca fruto venenoso y ajenjo. Y sucederá que cuando él oiga las palabras de esta maldición, se envanecerá, diciendo: «Tendré paz aunque ande en la terquedad de mi corazón, a fin de destruir la tierra regada junto con la seca». El SEÑOR jamás querrá perdonarlo, sino que la ira del SEÑOR y su celo arderán contra ese hombre, y toda maldición que está escrita en este libro caerá sobre él, y el SEÑOR borrará su nombre de debajo del cielo. Entonces el SEÑOR lo señalará para adversidad de entre todas las tribus de Israel, según todas las maldiciones del pacto que están escritas en este libro de la ley. Y la generación venidera, vuestros hijos que se levanten después de vosotros y el extranjero que venga de tierra lejana, cuando vean las plagas de la tierra y las enfermedades con las que el SEÑOR la ha afligido, dirán: «Toda su tierra es azufre, sal y calcinación, sin sembrar, nada germina y el pasto no crece en ella, como en la destrucción de Sodoma y Gomorra, de Adma y de Zeboim que el SEÑOR destruyó en su ira y en su furor». Y dirán todas las naciones: «¿Por qué ha hecho así el SEÑOR a esta tierra? ¿Por qué esta gran explosión de ira?». Y los hombres dirán: «Porque abandonaron el pacto que el SEÑOR, el Dios de sus padres, hizo con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto. Y ellos fueron y sirvieron a otros dioses y los adoraron, dioses que no habían conocido y los cuales Él no les había dado. Por eso, ardió la ira del SEÑOR contra aquella tierra, para traer sobre ella toda maldición que está escrita en este libro; y el SEÑOR los desarraigó de su tierra con ira, con furor y con gran enojo, y los arrojó a otra tierra, hasta hoy». Las cosas secretas pertenecen al SEÑOR nuestro Dios, mas las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley.
DEUTERONOMIO 29:1-29 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Estas son las condiciones del pacto que el SEÑOR le encomendó a Moisés que hiciera con los israelitas cuando estaban en la tierra de Moab, además del pacto que había hecho con ellos en el monte Sinaí. Entonces Moisés convocó a todo el pueblo de Israel y le dijo: «Tú has visto con tus propios ojos todo lo que el SEÑOR hizo en la tierra de Egipto, tanto al faraón como a todos sus sirvientes y al resto del país; presenciaste las grandes demostraciones de su fuerza, las señales asombrosas y los milagros sorprendentes. ¡Pero hasta el día de hoy, el SEÑOR no te ha dado mente para comprender ni ojos para ver ni oídos para oír! Durante cuarenta años te guie por el desierto, sin embargo, ni tu ropa ni tus sandalias se gastaron. No comiste pan ni bebiste vino ni otra bebida alcohólica, pero él suplió tus necesidades para que supieras que él es el SEÑOR tu Dios. »Cuando llegamos aquí, Sehón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, salieron a pelear contra nosotros, pero los derrotamos. Nos apoderamos de su tierra y se la dimos a la tribu de Rubén y a la de Gad y a la media tribu de Manasés como su porción de la tierra. »Por lo tanto, obedece las condiciones de este pacto para que prosperes en todo lo que hagas. Hoy, cada uno de ustedes —los jefes de las tribus, los ancianos, los jefes y todos los hombres de Israel— está en la presencia del SEÑOR su Dios. Tus esposas y tus pequeños están contigo, al igual que los extranjeros que viven en medio de ti, quienes cortan tu leña y llevan tu agua. Hoy estás aquí para hacer un pacto con el SEÑOR tu Dios. El SEÑOR es quien hace ese pacto, que incluye las maldiciones. Hoy, al hacer el pacto, él te confirmará como su pueblo y te reafirmará que él es tu Dios, tal como te lo prometió a ti y se lo juró a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. »Pero no es solo contigo que hago este pacto con sus maldiciones. Lo hago tanto contigo, que hoy estás en la presencia del SEÑOR tu Dios, como también con las generaciones futuras, que no están aquí hoy. »Tú recuerdas cómo vivíamos en la tierra de Egipto y cómo anduvimos por el territorio de naciones enemigas cuando salimos de allí. Tú viste las prácticas detestables de esas naciones y sus ídolos de madera, de piedra, de plata y de oro. Hago este pacto contigo, para que nadie —hombre o mujer, clan o tribu— se aparte del SEÑOR nuestro Dios para rendir culto a esos dioses de otras naciones, y para que ninguna raíz produzca frutos amargos y venenosos en medio de ti. »Los que oyen las advertencias de esta maldición no deberían confiarse demasiado y pensar: “Estoy a salvo, a pesar de que sigo los deseos de mi corazón terco”. ¡Eso los llevaría a la ruina total! Y el SEÑOR jamás perdonará a los que piensan así. Por el contrario, su enojo y su celo arderán contra ellos. Les caerán encima todas las maldiciones escritas en este libro, y el SEÑOR borrará sus nombres de la faz de la tierra. El SEÑOR los apartará de las demás tribus de Israel para echar sobre ellos todas las maldiciones del pacto registradas en este libro de instrucción. »Entonces las generaciones futuras, tanto tus descendientes como los extranjeros que vengan de tierras lejanas, verán la devastación de tu tierra y las enfermedades con las que el SEÑOR la aflige. Exclamarán: “Toda esta tierra quedó devastada con azufre y sal. Es una tierra baldía, sin cultivos, donde no crece nada, ni siquiera un tallo de pasto. Es como las ciudades de Sodoma y Gomorra, Adma y Zeboim, las cuales el SEÑOR destruyó en su intenso enojo”. »Todas las naciones vecinas preguntarán: “¿Por qué el SEÑOR afligió así a esa tierra? ¿Por qué se enojó tanto?”. »Y la respuesta será: “Sucedió porque el pueblo de esa tierra abandonó el pacto que el SEÑOR, Dios de sus antepasados, hizo con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto. En cambio, se apartaron de él para servir y rendir culto a dioses que no conocían, dioses que no provenían del SEÑOR. Por esa razón, el enojo del SEÑOR ardió contra esa tierra y cayeron sobre ella cada una de las maldiciones registradas en este libro. ¡Con gran enojo y furia, el SEÑOR desarraigó a su propio pueblo de la tierra y lo desterró a otra nación, donde ellos viven hasta el día de hoy!”. »El SEÑOR nuestro Dios tiene secretos que nadie conoce. No se nos pedirá cuenta de ellos. Sin embargo, nosotros y nuestros hijos somos responsables por siempre de todo lo que se nos ha revelado, a fin de que obedezcamos todas las condiciones de estas instrucciones.