Oh Dios, no permanezcas en silencio;
no calles, oh Dios, ni te quedes quieto.
Porque, he aquí, tus enemigos rugen,
y los que te aborrecen se han enaltecido.
Hacen planes astutos contra tu pueblo,
y juntos conspiran contra tus protegidos.
Han dicho: Venid, y destruyámoslos como nación,
para que ya no haya memoria del nombre de Israel.
Porque de corazón han conspirado a una;
hacen pacto contra ti:
las tiendas de Edom y de los ismaelitas,
Moab y los agarenos,
Gebal, Amón y Amalec,
Filistea con los habitantes de Tiro;
Asiria también se ha unido a ellos;
se han convertido en ayuda para los hijos de Lot. (Selah)
Trátalos como a Madián,
como a Sísara, como a Jabín en el torrente Cisón,
que fueron destruidos en Endor,
que quedaron como estiércol para la tierra.
Pon a sus nobles como a Oreb y Zeeb,
y a todos sus príncipes como a Zeba y Zalmuna,
que dijeron: apoderémonos
de los prados de Dios.
Oh Dios mío, ponlos como polvo en remolino;
como paja ante el viento.
Como fuego que consume el bosque,
y como llama que incendia las montañas,
así persíguelos con tu tempestad,
y aterrorízalos con tu torbellino.
Cubre sus rostros de ignominia,
para que busquen tu nombre, oh SEÑOR.
Sean avergonzados y turbados para siempre;
sean humillados y perezcan,
para que sepan que solo tú, que te llamas el SEÑOR,
eres el Altísimo sobre toda la tierra.