Ahora mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré: «Padre, sálvame de esta hora»? Pero para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y le he glorificado, y de nuevo le glorificaré. Por eso la multitud que estaba allí y la oyó, decía que había sido un trueno; otros decían: Un ángel le ha hablado. Respondió Jesús y dijo: Esta voz no ha venido por causa mía, sino por causa de vosotros. Ya está aquí el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. Pero Él decía esto para indicar de qué clase de muerte iba a morir. Entonces la multitud le respondió: Hemos oído en la ley que el Cristo permanecerá para siempre; ¿y cómo dices tú: «El Hijo del Hombre tiene que ser levantado»? ¿Quién es este Hijo del Hombre? Jesús entonces les dijo: Todavía, por un poco de tiempo, la luz estará entre vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas; el que anda en la oscuridad no sabe adónde va. Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seais hijos de la luz.
E stas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos. Pero aunque había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en Él, para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: SEÑOR, ¿QUIéN HA CREíDO A NUESTRO ANUNCIO? ¿Y A QUIéN SE HA REVELADO EL BRAZO DEL SEÑOR? Por eso no podían creer, porque Isaías dijo también: EL HA CEGADO SUS OJOS Y ENDURECIDO SU CORAZóN, PARA QUE NO VEAN CON LOS OJOS Y ENTIENDAN CON EL CORAZóN, Y SE CONVIERTAN Y YO LOS SANE. Esto dijo Isaías porque vio su gloria, y habló de Él. Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en Él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios.