1 Juan 1:3-4

Dios es luz y en Él, no hay oscuridad. Delante de Dios, todo está expuesto y revelado. En general, tratamos desesperadamente de cubrir nuestras debilidades con buenas obras, éxito e incluso en ocasiones, fingimos nuestro caminar cristiano. Podríamos engañarnos a nosotros mismos y a los demás, pero no podemos ocultar nada de Dios. ¡Encuentra la verdad y el amor, busca la Luz! La madurez, crecimiento y satisfacción seguirán en consecuencia.

La parábola del hijo pródigo es muy popular. La utilizan para referirse a las personas que se han apartado del camino de Dios. Sin embargo, esta tiene tres personajes principales: El padre, que es Dios, y sus dos hijos, el hijo pródigo y su hermano mayor. Jesús mencionó a ambos hermanos en la historia con un propósito, que pudiéramos identificarnos con alguno de ellos. ¿Qué hijo eres tú?

Sólo hay una forma de permanecer y perseverar firmes en la voluntad en la que fuimos establecidos por gracia y por fe en Cristo Jesús; esa forma es la comunión, porque sólo viviendo en comunión con nuestro Padre y con su Hijo, en el poder del Espíritu Santo, vamos a poder conocer y poner por obra su voluntad para gloria de su Nombre.

Todos deseamos estar en una relación. Es la manera que fuimos creados. Las personas necesitan relacionarse entre sí. Unas más que otras. Como creyentes en Cristo Jesús, estamos en una relación con el Señor. Sin embargo, el objetivo final es no solo estar en una relación con el Señor sino experimentar la comunión con Él también. En este plan, vamos a centrar en los escritos de la primera epístola de Juan para explorar la diferencia entre relación y compañerismo. De esta manera, vamos a aprender a vivir con Gozo al máximo.