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Génesis 24:42-67

Génesis 24:42-67 DHH94I

»Así fue como hoy llegué al pozo, y en oración le dije al Señor, el Dios de mi amo Abraham: “Si de veras vas a hacer que me vaya bien en este viaje, te ruego que ahora que estoy junto al pozo, pase esto: que la muchacha que venga por agua y a la que yo le diga: Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro, y que me conteste: Beba usted, y también sacaré agua para sus camellos, que sea esta la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” Todavía no terminaba yo de hacer esta oración, cuando vi que Rebeca venía con su cántaro al hombro. Bajó al pozo a sacar agua, y le dije: “Deme usted agua, por favor.” Ella bajó en seguida su cántaro, y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Y ella me dio agua, y también a mis camellos. Luego le pregunté: “¿De quién es usted hija?” y ella me contestó: “Soy hija de Betuel, el hijo de Nahor y de Milcá.” Entonces le puse un anillo en la nariz y dos brazaletes en los brazos, y me arrodillé y adoré al Señor; alabé al Señor, el Dios de mi amo Abraham, por haberme traído por el camino correcto para tomar la hija del pariente de mi amo para su hijo. Ahora pues, díganme si van a ser buenos y sinceros con mi amo, y si no, díganmelo también, para que yo sepa lo que debo hacer.» Entonces Labán y Betuel le contestaron: —Todo esto viene del Señor, y nosotros no podemos decirle a usted que sí o que no. Mire usted, aquí está Rebeca; tómela y váyase. Que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. Cuando el siervo de Abraham oyó esas palabras, se arrodilló delante del Señor hasta tocar el suelo con la frente. Luego sacó varios objetos de oro y plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También a su hermano y a su madre les hizo regalos. Después él y sus compañeros comieron y bebieron, y pasaron allí la noche. Al día siguiente, cuando se levantaron, el siervo dijo: —Déjenme regresar a la casa de mi amo. Pero el hermano y la madre de Rebeca le dijeron: —Que se quede la muchacha con nosotros todavía unos diez días, y después podrá irse con usted. Pero el siervo les dijo: —No me detengan más. Dios ha hecho que mi viaje haya salido bien, así que déjenme regresar a la casa de mi amo. Entonces ellos contestaron: —Vamos a llamar a la muchacha, a ver qué dice ella. Llamaron a Rebeca y le preguntaron: —¿Quieres irte con este hombre? —Sí —contestó ella. Entonces dejaron ir a Rebeca y a la mujer que la había cuidado siempre, y también al siervo de Abraham y a sus compañeros. Y bendijeron a Rebeca de esta manera: «Oh, hermana nuestra, ¡que seas madre de muchos millones! ¡Que tus descendientes conquisten las ciudades de sus enemigos!» Entonces Rebeca y sus siervas montaron en los camellos y siguieron al siervo de Abraham. Fue así como el siervo tomó a Rebeca y se fue de allí. Isaac había vuelto del pozo llamado «El que vive y me ve», pues vivía en la región del Négueb. Había salido a dar un paseo al anochecer. En esto vio que unos camellos se acercaban. Por su parte, Rebeca también miró y, al ver a Isaac, se bajó del camello y le preguntó al siervo: —¿Quién es ese hombre que viene por el campo hacia nosotros? —Es mi amo —contestó el siervo. Entonces ella tomó su velo y se cubrió la cara. El siervo le contó a Isaac todo lo que había hecho. Luego Isaac llevó a Rebeca a la tienda de campaña de su madre Sara, y se casó con ella. Isaac amó mucho a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre.

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