San Juan 17:22-23

Alguna vez, ¿jugaste a “ganarle” a tu sombra? ¿Buscaste una manera de separarte de ella? ¿Lo lograste? Durante estos días vamos a estar viendo distintos tipos de “sombras”, que nos acompañan a diario en nuestra vida. Por un lado, no podemos desprendernos de quienes somos. Por otro, necesitamos del que está a nuestro lado. Y en todo este proceso, está Dios, quien está, pase lo que pase.

Ninguna relación es tan única y especial como la compartida por Dios el Padre y Dios el Hijo. Examinemos esa relación celestial de cerca en este plan devocional de tres días y reflexionemos sobre cómo podemos aplicarla a nuestro caminar personal con Cristo y nuestra relación con los demás.

Pensamos en Dios, reposamos en Dios, pero para poder reposar hay que creer primero, recuerda. Hay que creer para descansar. Y luego después de que descansamos, podemos actuar, o sea descansar, no quiere decir quedarse quieto, sino que estamos descansando en Dios. Estamos confiando en Dios para así poder actuar en nuestra vida, poder tomar decisiones correctas y enfrentar la vida.

Pablo dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3). Pablo nos está diciendo, en esencia: “Todos los que siguen a Jesús están bendecidos con bendiciones espirituales en lugares celestiales, donde Cristo está”. ¡Qué increíble promesa para tiempos tan apremiantes como los que estamos enfrentando!