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Marcos 6:14-31

Marcos 6:14-31 PDT

El rey Herodes oyó hablar de Jesús, quien ya era conocido en muchos lugares. Algunos decían: «Es Juan el Bautista que ha resucitado, por eso está haciendo milagros». Otros decían: «Es Elías». Y otros más decían: «Jesús es un profeta como los que vivieron hace mucho tiempo». Pero cuando Herodes escuchó esos comentarios, dijo: «Es Juan. Yo le corté la cabeza y ahora ha resucitado». Herodes había mandado arrestar a Juan y ponerlo en prisión por causa de Herodías, esposa de su hermano Felipe. Herodes se había casado con ella, y Juan le decía a Herodes que no era correcto casarse con la esposa de su hermano. Por eso Herodías le guardaba rencor a Juan y quería matarlo, pero no encontraba la forma de hacerlo. Herodes le tenía miedo a Juan porque sabía que era un hombre recto y santo, y por eso lo protegía. A Herodes le gustaba escuchar a Juan, pero siempre se inquietaba con lo que él le decía. Llegó el momento que Herodías esperaba para matar a Juan y fue el día del cumpleaños del rey Herodes. Él quería celebrar su cumpleaños con los altos funcionarios, con los comandantes y con los notables de Galilea, a quienes invitó a una gran cena. La hija de Herodías entró y bailó, lo cual les gustó mucho al rey y a sus invitados. Así que el rey Herodes le dijo a la muchacha: —Pide lo que quieras y te lo daré. Y le juró a la muchacha: —Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino. Ella corrió a donde estaba su mamá y le preguntó: —¿Qué debo pedir? Ella le contesto: —Pide la cabeza de Juan el Bautista. Enseguida la muchacha volvió a donde estaba el rey y le hizo su petición: —Quiero que me traigas ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. El rey se puso muy triste, pero no quería quedar mal con sus invitados y tenía que cumplir su promesa. No podía negarle a la muchacha lo que estaba pidiendo. Así que enseguida ordenó a un verdugo que le trajera la cabeza de Juan. Él fue y le cortó la cabeza a Juan en la cárcel, la trajo en una bandeja, se la entregó a la muchacha y ella se la dio a su mamá. Cuando los seguidores de Juan se enteraron, fueron a recoger el cuerpo y lo colocaron en un sepulcro. Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Como Jesús y los apóstoles estaban en un lugar muy ruidoso y concurrido, no tenían tranquilidad ni para comer, así que Jesús les dijo: —Vengan conmigo a un lugar tranquilo para que puedan descansar un rato.

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