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Génesis 34:1-25

Génesis 34:1-25 PDT

Dina era la hija de Lea y Jacob. Un día, Dina salió a ver a las mujeres de ese lugar. La vio Siquén, que era hijo de Jamor el heveo, príncipe de la región. Él la agarró y la violó. Pero él se apegó mucho a Dina, la hija de Jacob, se enamoró y la trató amablemente. Siquén le dijo a su papá, Jamor: —¡Consígueme a esa muchacha para casarme con ella! Jacob se enteró de que Siquén había deshonrado a su hija Dina, pero como sus hijos estaban en el campo cuidando el ganado, guardó silencio hasta que ellos llegaron. En ese momento Jamor, el papá de Siquén, fue a buscar a Jacob para hablar con él. Los hijos de Jacob volvieron del campo y se enteraron de lo que había pasado. Se indignaron y se enfurecieron porque Siquén, al tener relaciones sexuales con la hija de Jacob, había hecho algo terrible contra Israel. Decían: «¡Eso no debió hacerlo nunca!» Pero Jamor les dijo: —Mi hijo Siquén está muy enamorado de Dina, les ruego que lo dejen casarse con la hija de ustedes. Hagamos un arreglo matrimonial. Así nuestros hombres de nuestra ciudad se podrán casar con sus mujeres y sus hombres entre ustedes se podrán casar con nuestras mujeres. Quédense a vivir en esta misma tierra con nosotros. La tierra está a su disposición. Vivan en ella, hagan negocios y compren más tierras. Luego Siquén les dijo al papá y a los hermanos de Dina: —Acéptenme y les daré lo que me pidan. Cóbrenme un precio muy alto y muchos regalos, yo les pagaré lo que me pidan, pero déjenme casarme con ella. Los hijos de Jacob decidieron engañar a Siquén y a su papá, debido a que Siquén había violado a Dina, la hermana de ellos. Les dijeron: —No podemos dejar que nuestra hermana se case con un hombre que no esté circuncidado. Eso sería una vergüenza para nosotros. Nuestra única condición es que se vuelvan como nosotros, haciéndose la circuncisión ustedes y todos sus hombres. Solo así sus hombres se pueden casar con nuestras mujeres y nuestros hombres se pueden casar con sus mujeres. Nos quedaremos a vivir con ustedes y seremos un solo pueblo. Si no aceptan lo que les decimos y no se hacen la circuncisión nos llevaremos a Dina y nos iremos. Jamor y su hijo Siquén consideraron razonable lo que les habían pedido. Siquén no dudó en hacer lo que le habían pedido porque amaba a la hija de Jacob. Siquén era el hombre más respetado de su familia. Jamor y su hijo Siquén fueron a la entrada del pueblo y les dijeron a los habitantes: —Estos hombres son nuestros amigos. Déjenlos quedarse a vivir y hacer negocios aquí. Miren, hay bastante espacio para ellos. Tomemos a sus hijas para casarnos y démosles nuestras hijas para que se casen. Solo con esta condición ellos van a aceptar quedarse a vivir con nosotros y convertirnos en un solo pueblo: Así como ellos están circuncidados, todo hombre entre nosotros debe hacerse la circuncisión. Sus propiedades, su ganado y todos sus animales serán nuestros. Solo aceptemos lo que nos piden para que se queden a vivir con nosotros. Todos los habitantes de la ciudad estuvieron de acuerdo con Jamor y su hijo Siquén. Entonces todos ellos se hicieron la circuncisión. Tres días más tarde, los hombres de la ciudad todavía estaban adoloridos. Entonces dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, los hermanos de Dina, tomaron sus espadas y atacaron ferozmente la ciudad, matando a todos los hombres.

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