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San Mateo 8:1-6

San Mateo 8:1-6 RVC

Al descender Jesús del monte, lo seguía mucha gente. Un leproso se le acercó, se arrodilló ante él y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero. Ya has quedado limpio.» Y al instante su lepra desapareció. Entonces Jesús le dijo: «Ten cuidado de no decirle nada a nadie. Más bien, ve y preséntate ante el sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó, para que les sirva de testimonio.» Al entrar Jesús en Cafarnaún, se le acercó un centurión, y le rogó: «Señor, mi criado yace en casa, paralítico y con muchos sufrimientos.»