Entonces por parábolas les habló de muchas cosas. Les dijo: «El sembrador salió a sembrar.
Al sembrar, una parte de las semillas cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron.
Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra, y pronto brotó, porque la tierra no era profunda;
pero en cuanto salió el sol, se quemó y se secó, porque no tenía raíz.
Otra parte cayó entre espinos, pero los espinos crecieron y la ahogaron.
Pero una parte cayó en buena tierra, y rindió una cosecha de cien, sesenta, y hasta treinta semillas por una.
El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Los discípulos se acercaron y le preguntaron: «¿Por qué les hablas por parábolas?»
Él les respondió: «Porque a ustedes se les concede entender el misterio del reino de los cielos, pero a ellos no.
Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará.
Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
De manera que en ellos se cumple la profecía de Isaías, que dijo:
»“Ustedes oirán con sus oídos, pero no entenderán;
y verán con sus ojos, pero no percibirán.
Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido;
con dificultad oyen con los oídos,
y han cerrado sus ojos;
no sea que con sus ojos vean,
y con sus oídos oigan,
y con su corazón entiendan
Y se vuelvan a mí,
Y yo los sane.”
Pero dichosos los ojos de ustedes, porque ven; y los oídos de ustedes, porque oyen.
Porque de cierto les digo, que muchos profetas y hombres justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
»Escuchen ahora lo que significa la parábola del sembrador