El Fin Del VacíoMuestra

Hay palabras que suenan fuertes, aunque sean la verdad, y esta es una de ellas: “muerta”.

¿Alguna vez te has sentido muerta en vida? Respiras, piensas, ríes, pero dentro de ti, algo está completamente desconectado de la fuente de vida.

Esa fue, por muchos años, mi historia. Estaba viva, o más bien existía, pero no vivía.

Cada día, al despertar, ese vacío interior parecía estar llevándose mi vida. Hice de todo para poder estar bien: creía en Dios, hablaba con Él, cantaba, leía, pero, en lo profundo de mi alma, había un vacío que nada lograba llenar. Una joven criada en la fe, pero que caminaba como muerta en vida.

Y lo peor de todo es que, tal como dice el libro de Jeremías: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso…” (Jeremías 17:9).

Nuestro corazón es engañoso, y nos hace creer que todo va bien para que no nos detengamos a pensar que necesitamos un cambio radical.

Qué difícil es aceptar esto. Pero déjame decirte algo:el corazón, cuando está lejos de Dios, no es una brújula segura.

Mi corazón me decía: “Estás viva”.

Pero Dios me decía: “Estás muerta”.

¿Y sabes qué? La razón siempre la encontrarás en la Palabra de Dios.

Tal vez, así como decía yo, hoy estás pensando:“¿Por qué no consigo avanzar si yo creo en Dios?” .Y te digo con amor: no basta solo con “creer”.

El libro de Santiago dice que hasta los demonios creen… ¡y tiemblan (Santiago 2:19)!

Por tanto, no es la fe intelectual la que transformará tu corazón. Esa fe sin obediencia, deforma y endurece.Es la obediencia a la Palabra de Dios la que te dará vida y llenará cada vacío en tu interior.

¿Sabes cuándo comencé a vivir? Cuando decidí morir. Morir al yo, al orgullo, a la independencia, a las pasiones desordenadas. Cuando decidí morir a una religión vacía que nunca transformó mi corazón, y acepté la invitación de Jesús: No solo para que fuera mi Salvador, sino también el Señor de mi vida.

Esa fue mi experiencia, y sé que hoy es la vivencia de muchos.

Nos movemos en entornos cristianos: oramos, cantamos, incluso hablamos de Dios y con Dios, pero algo no encaja. Nos falta lo esencial: un arrepentimiento genuino, de esos que te quiebran por dentro y le dan la oportunidad a Dios para seguir transformándote desde el interior. Un cambio no de palabras, sino de dirección.

Cuando por fin reconocí lo lejos que estaba de Dios, no con palabras huecas, sino con lágrimas de arrepentimiento, mi vida comenzó a cambiar, y la vida de Dios comenzó a entrar hasta lo más profundo de mi ser.

Y entonces, entendí Efesios 2:1: “Él os dio vida…”. Yo no la fabriqué. No me la gané. Él me la dio al rendir mi vida a Él.

Quisiera hacerte algunas preguntas. No respondas a ellas con los años que llevas en el evangelio. Responde con tu corazón:

• ¿Estás viva de verdad?
• ¿Tu caminar con Dios es fruto de obediencia, o solo es costumbre o tradición?
• ¿Vives la vida abundante que Jesús te ofreció, o sigues disfrazando tu alma de fe sin fruto?

Este devocional no busca condenarte. Busca despertarte.Porque Dios, en Su gracia, lo hizo conmigo, y quiere hacerlo contigo hoy. Él quiere darte vida. Y para eso, quizás primero tengas que morir.

Pero no temas: toda muerte en Cristo termina en resurrección.

ORACIÓN

Señor, reconozco que llevo un caminar como si estuviera viva, pero en realidad, en muchas áreas de mi vida, me siento muerta. Perdóname por vivir de apariencia, por conformarme con una fe sin fruto. Hoy quiero rendir mi corazón. Quiero morir al yo, para que tú vivas en mí. Llévame desde la muerte a la Vida. Quiebra lo que tenga que ser quebrado, pero no me dejes igual. Haz de mí una nueva creación. Y llena mi vacío interior.

En el nombre de Jesús, amén.