EN POS DE TI

Jeremías 20:9

"Sin embargo, si digo que nunca mencionaré al Señor

o que nunca más hablaré en su nombre,

su palabra arde en mi corazón como fuego.

¡Es como fuego en mis huesos!

¡Estoy agotado tratando de contenerla!

¡No puedo hacerlo!"

En el caso de Jeremías, llegó un momento en donde se dio cuenta de que no podía reprimir o abandonar aquel llamado que Dios había puesto en él: predicar el evangelio a través de sus palabras.

Decidió rendirse y no luchar más contra Dios; aceptar, morir, entender que, aunque le doliese, había un plan mayor sobre él.

Jeremías no podía renunciar a Dios porque la Palabra vivía en él, era algo incontenible.

¿Te sientes retenido? ¿Qué es lo que te retiene de hacer la voluntad de Dios? Jeremías amaba a Dios y era un hombre entregado a la obra, pero su corazón se fue rompiendo porque no le dejaban predicar; se sentía retenido, creyendo que aquel que le envió no le acompañaba.

Hoy te invito a reflexionar sobre si quizás hayas sido tú el que ha retenido el llamado de Dios sobre tu vida con las decisiones que has tomado, las prioridades que le han quitado el primer lugar a Dios o simplemente el haberte rendido en el camino, al ver que no era fácil y que se requería mucho de ti.

La gran mayoría de veces para nosotros el "yo" es lo más importante, y no entendemos que el más importante es Dios. ¿Le has preguntado a Dios lo que quiere para tu vida, o simplemente tomas decisiones con base en lo que tú crees? Es hora de dejar que Dios tome las decisiones y el control, aún cuando sintamos frustración, humillación y nos pisoteen por hacer la voluntad de Dios.

"Porque para mí el vivir es Cristo, y morir es ganancia" (Filipenses 1:21, RVR60).

"Vivir es Cristo": Mi vida tiene significado y valor cuando está centrada en Cristo.

"Morir es ganancia": Tiene un significado profundo cuando piensas en la idea de morir, ya que cuando todo el mundo lo ve como una pérdida, nosotros ganamos a Cristo, ¡que es la mayor ganancia posible!

Hoy te animo a que seamos como la semilla, que para crecer y dar fruto, tiene que morir... Morir a nuestros propios deseos y a la carne, para que la vida de Cristo pueda ser manifiesta en nosotros.

¿Estás dispuesto a renunciar a todo para ganar a Cristo? Haz esta oración conmigo.

Oración:

Señor, hoy reconozco que he frenado tu voluntad sobre mi vida, que no te he dado el lugar que te mereces y que he decidido hacer lo que yo quería. Perdóname, Señor, en el nombre de Jesús. Siento que me sigues llamando y que, aunque me duela, hoy quiero dar pasos hacia ti. Renuncio a todo lo que me retiene. Quita toda carga de mis hombros. Quiero correr en libertad, llevando tu Palabra y ser el hombre que tú quieres que sea. Te pido que me ayudes a no pensar tanto en lo que yo quiero, sino en lo que tú quieres; anhelo tu vida en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.