Día 5 – “Camina conmigo y trabaja conmigo — observa cómo lo hago”

Cuando Jesús nos invita a seguirlo, no nos ofrece una vida sin trabajo ni sin desafíos. Lo que Él promete es algo mucho mejor: caminar y trabajar a su lado. En Mateo 11:29 (NVI) dice: “Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas.” La clave no está en evitar el trabajo, sino en aprender a hacerlo al ritmo de Jesús.

El yugo era una herramienta que unía a dos animales para arar juntos. Al usar esta imagen, Jesús no está hablando de añadir más peso a nuestra vida, sino de unirnos a Él, que lleva la carga verdadera. Significa aprender a sincronizar nuestros pasos con los suyos. Si corremos más rápido que Él, nos agotamos. Si vamos más despacio, nos estancamos. El descanso se encuentra en caminar a su lado, no adelante ni atrás.

Jesús nos enseña no solo con palabras, sino con ejemplo. 1 Pedro 2:21 (NVI) nos recuerda: “Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes y les ha dado ejemplo para que sigan sus pasos.” Seguir a Jesús implica observar cómo lo hizo: cómo amó a los rechazados, cómo se retiraba a orar, cómo priorizaba la voluntad del Padre sobre la suya. Cada aspecto de su vida es un modelo para nosotros.

La vida moderna nos empuja a un ritmo frenético. Queremos lograr más, producir más, demostrar más. Pero Jesús nos enseña a trabajar desde la paz y no desde la ansiedad. En Juan 15:4–5 (NVI), Él dice: “Permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.”

Aquí está el secreto: nuestro trabajo no se mide por cuánto logramos en nuestras fuerzas, sino por cuánto permanecemos en Cristo. La productividad del Reino no depende de nuestra prisa, sino de nuestra conexión con Jesús.

Caminar y trabajar con Cristo significa aprender a vivir en dependencia. Es invitarlo a nuestras rutinas diarias, a nuestras conversaciones, a nuestros proyectos. Significa detenernos y preguntarle: “Señor, ¿cómo lo harías tú?” Al observarlo en los Evangelios, vemos que nunca estuvo apresurado, pero tampoco inactivo. Su vida estaba marcada por un equilibrio perfecto entre acción y descanso, entre servicio y oración.

Aplicar esta invitación en nuestra vida diaria implica reordenar prioridades. ¿Trabajo para ganarme la aprobación de otros o para agradar al Señor? ¿Camino al ritmo de su voluntad o al ritmo de mi ambición? La diferencia entre agotamiento y descanso está en quién lleva el yugo con nosotros.

Jesús no nos deja solos. Él promete estar a nuestro lado, mostrándonos cómo vivir. Si lo seguimos de cerca, aprenderemos no solo a trabajar para Él, sino a trabajar con Él. Y en ese proceso, encontraremos descanso, propósito y fruto verdadero.

Para reflexionar hoy:

• ¿En qué áreas de mi vida estoy trabajando solo en mis fuerzas en lugar de depender de Jesús?
• ¿Qué significa para mí caminar al ritmo de Cristo en mis responsabilidades diarias?
• ¿Cómo puedo observar más a Jesús en los Evangelios para aprender de su ejemplo?