Día 4 – “Te mostraré cómo tomar un verdadero descanso”

Todos conocemos lo que es estar cansados físicamente. Dormir unas horas más puede ayudarnos. Pero Jesús habla de un descanso mucho más profundo: el descanso del alma. En Mateo 11:28 (NVI) dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso.” No es un descanso que se encuentra en una cama, unas vacaciones o en desconectarnos de todo, sino en estar conectados plenamente con Él.

El descanso de Cristo no significa ausencia de problemas, sino presencia de paz en medio de ellos. El mundo promete descanso en cosas pasajeras: entretenimiento, placer o evasión. Pero esas soluciones son temporales. Jesús nos ofrece algo más real: un descanso que restaura nuestra identidad, que sana nuestras heridas y que calma la ansiedad de nuestro corazón.

El profeta Jeremías lo expresó siglos antes: “Deténganse en los caminos y miren; pregunten por los senderos antiguos. Pregunten por el buen camino, ¡y sigan por él! Así hallarán el descanso anhelado. Pero ellos dijeron: “¡No lo seguiremos!”.” (Jeremías 6:16 NVI). El descanso verdadero está ligado a caminar en los caminos de Dios, no en los nuestros. La vida apresurada, llena de autosuficiencia y control, nos lleva al agotamiento. Pero caminar en obediencia al Señor nos lleva a reposo.

El autor de Hebreos también conecta esta idea con nuestra vida espiritual: “Por consiguiente, queda todavía un reposo especial[a] para el pueblo de Dios; porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas. Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia.” (Hebreos 4:9–11 NVI). Aquí vemos una paradoja: entrar en el descanso requiere esfuerzo. No esfuerzo para ganarlo, sino para resistir la tentación de confiar en nuestras propias fuerzas.

Jesús mismo nos enseña con su vida qué significa este descanso. Aun en medio de multitudes y demandas, siempre buscaba momentos de retiro con el Padre. No se dejaba esclavizar por la prisa ni por las expectativas humanas. Su descanso provenía de la comunión constante con el Padre, y eso es lo que quiere enseñarnos: “Te mostraré cómo tomar un verdadero descanso.”

Este descanso no se trata de inactividad, sino de confianza. Es entregar las cargas que llevamos, soltar el control que creemos tener y reconocer que Dios es quien sostiene todas las cosas. Cuando descansamos en Cristo, dejamos de vivir como si todo dependiera de nosotros y aprendemos a vivir desde la seguridad de su amor y cuidado.

Pregúntate: ¿qué cargas estás llevando que te están robando la paz? ¿Qué cosas has tratado de resolver en tus fuerzas y solo te dejan agotado? Jesús no te promete resolver todos los problemas de inmediato, pero sí promete darte descanso en medio de ellos. Ese descanso es fruto de su gracia y de aprender a depender de Él día tras día.

Hoy, Jesús te invita a dejar tu agotamiento a sus pies y aprender de Él. El descanso que Él ofrece no es un lujo, es una necesidad. Solo en su presencia encontramos reposo verdadero para nuestras almas.

Para reflexionar hoy:

• ¿Qué diferencias hay entre el descanso que el mundo ofrece y el que Jesús promete?
• ¿Qué cargas necesito entregar a Cristo hoy para experimentar su reposo?
• ¿Qué pasos prácticos puedo dar para hacer del descanso en Jesús un hábito y no un evento ocasional?