Día 3 – “Aléjate conmigo y recuperarás tu vida”

Jesús no solo nos invita a venir a Él, sino también a alejarnos con Él. En Marcos 6:31 (NVI) leemos: “Y como no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía, Jesús dijo: —Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco.” El contexto es importante: los discípulos estaban agotados después de un tiempo intenso de ministerio, y Jesús no les dijo “sigan trabajando más fuerte” o “esfuércense más”, sino que los apartó para descansar.

El descanso que Jesús promete no es simplemente físico —aunque también lo incluye—, sino espiritual y emocional. “Alejarse” con Él significa desconectarse del ruido, de las demandas constantes y de la prisa, para conectarse con su presencia. Es en esa intimidad donde encontramos restauración para el alma. El salmista lo describe en el Salmo 23:2–3 (NVI): “en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia haciendo honor a su nombre.”

Cuando estamos rodeados de presiones, responsabilidades y expectativas, es fácil perder de vista quiénes somos y para qué vivimos. Jesús nos recuerda que recuperar nuestra vida no es cuestión de productividad, sino de presencia. En la soledad con Él encontramos claridad, propósito y renovación.

Sin embargo, alejarnos con Jesús no siempre es sencillo. Vivimos en una cultura que idolatra la prisa y la eficiencia. Apartar tiempo para estar con Él puede parecer una pérdida cuando la agenda está llena. Pero, paradójicamente, cuanto más ocupados estamos, más necesitamos ese tiempo a solas con Cristo. Juan 15:4–5 (NVI) lo deja claro: “Permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.”

Recuperar la vida significa redescubrir el verdadero propósito de nuestra existencia: ser ramas conectadas a la vid. El fruto no viene del esfuerzo aislado, sino de permanecer en Cristo. Cuando nos alejamos con Él, no estamos abandonando responsabilidades, sino cargando fuerzas para vivirlas de manera plena.

Jesús no nos pide que lo hagamos una vez al año en vacaciones, sino que cultivemos un hábito regular de estar con Él. Puede ser un tiempo diario de oración, una caminata en silencio, o un retiro espiritual. Lo importante no es la forma, sino la intención: dejar de correr y simplemente estar con Jesús.

Pregúntate: ¿cuándo fue la última vez que apartaste un momento intencional para estar a solas con Él, sin agenda, sin lista de peticiones, solo para escucharlo y disfrutar su presencia? Muchas veces nuestra alma se siente vacía porque estamos constantemente dando sin recibir. Jesús nos recuerda que no fuimos creados para vivir desconectados de Él.

Hoy, la invitación es clara: aléjate con Cristo y recupera tu vida. Descansa en su gracia, redescubre tu propósito, y deja que Él restaure lo que el cansancio ha desgastado.

Para reflexionar hoy:

• ¿Qué me impide apartar tiempo para estar a solas con Jesús?
• ¿Qué prácticas puedo incorporar para “alejarme con Él” regularmente?
• ¿Cómo podría cambiar mi vida si priorizo la intimidad con Cristo sobre la prisa?