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2 REYES 3:15-27

2 REYES 3:15-27 Reina Valera 2020 (RV2020)

Pero ahora traedme un músico. Mientras el músico tocaba, la mano del Señor se posó sobre Eliseo, quien dijo: —Así ha dicho el Señor: «Haced en este valle muchos estanques». Porque así dice el Señor: «No veréis viento, ni veréis lluvia, pero este valle se llenará de agua y beberéis vosotros, vuestras bestias y vuestros ganados». Y como esto es poca cosa a los ojos del Señor, él entregará también a los moabitas en vuestras manos. Destruiréis toda ciudad fortificada y toda villa hermosa, talaréis todo buen árbol, cegaréis todas las fuentes de aguas y destruiréis con piedras toda tierra fértil. Aconteció, pues, que a la mañana, cuando se ofrece el sacrificio, de la parte de Edom vinieron las aguas y la tierra se inundó. Al enterarse todos los de Moab que los reyes subían a pelear contra ellos, se juntaron desde los que apenas podían ceñir armadura en adelante, y se pusieron en la frontera. Cuando se levantaron por la mañana y brilló el sol sobre las aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas rojas como sangre y dijeron: —¡Esto es sangre derramada a espada! Los reyes se han vuelto uno contra otro y cada uno ha dado muerte a su compañero. Así que ¡al botín, Moab! Pero cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas y atacaron a los de Moab, quienes huyeron ante ellos. Entonces los persiguieron, mataron a los de Moab, asolaron las ciudades y cubrieron de piedras las tierras fértiles. Cegaron también todas las fuentes de las aguas y derribaron todos los buenos árboles. Sólo quedó en pie la ciudad de Kir-hareset, pero los honderos la rodearon y la destruyeron. Cuando el rey de Moab vio que lo vencían en la batalla, tomó consigo setecientos hombres que manejaban espada para atacar al rey de Edom; pero no pudieron hacerlo. Entonces tomó a su primogénito, que había de reinar en su lugar, y lo sacrificó en holocausto sobre el muro. Esto provocó tan gran enojo contra Israel, que se alejaron de allí y regresaron a su tierra.

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2 REYES 3:15-27 La Palabra (versión española) (BLP)

Ahora, traedme un músico. Mientras el músico tocaba, el Señor se apoderó de Eliseo y este dijo: —El Señor manda que llenéis de zanjas esta vaguada. Pues, según dice el Señor, no se verá viento ni lluvia, pero esta vaguada se llenará de agua y podréis beber vosotros, vuestros ganados y vuestros animales. Y por si esto no fuera suficiente, el Señor entregará a Moab en vuestro poder y destruiréis todas las ciudades fortificadas e importantes, talaréis todos los árboles frutales, cegaréis todas las fuentes de agua y llenaréis de piedras todas las tierras de cultivo. A la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, empezó a venir agua de la parte de Edom y el terreno se inundó. Cuando los moabitas se enteraron de que los reyes subían a atacarlos, movilizaron a toda la gente apta para la guerra y tomaron posiciones en la frontera. Cuando se levantaron a la mañana siguiente, el sol reverberaba sobre el agua y a los moabitas, de lejos, las aguas les parecieron rojas como la sangre. Entonces exclamaron: —¡Eso es sangre! Seguro que los reyes se han acuchillado y se han matado unos a otros. ¡Moabitas, al saqueo! Cuando los moabitas llegaban al campamento de Israel, los israelitas les hicieron frente, derrotaron a Moab y los pusieron en fuga. Luego los israelitas penetraron en Moab y lo devastaron. Destruyeron sus ciudades, lanzaron piedras a las tierras de cultivo, cegaron todas las fuentes de agua y talaron todos los árboles frutales. Solo quedó en pie Quir Jaréset, pero los honderos la cercaron y la atacaron. Cuando el rey de Moab vio que la batalla estaba perdida, tomó consigo a setecientos hombres armados con espadas y trató de abrir brecha por donde estaba el rey de Edom, pero no lo consiguió. Entonces cogió a su hijo primogénito, el que debía sucederle como rey, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. El hecho causó tan gran indignación entre los israelitas, que levantaron el asedio y regresaron a su país.

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2 REYES 3:15-27 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

¡Vamos, traedme a un músico! Cuando el músico comenzó a tocar, el Señor se posesionó de Eliseo. Y dijo Eliseo: –El Señor ha dicho: ‘Haced muchas represas en este valle, porque, aunque no habrá viento ni veréis llover, este valle se llenará de agua y todos vosotros beberéis, lo mismo que vuestros ganados y vuestros bestias. Y esto es solo una pequeña muestra de lo que el Señor puede hacer, porque además va a entregar a los moabitas en vuestras manos, y destruiréis todas las ciudades amuralladas y ciudades importantes, cortaréis todos los árboles frutales, cegaréis todos los manantiales de agua y llenaréis de piedras todos los terrenos de cultivo.’ En efecto, a la mañana siguiente, a la hora de presentar la ofrenda, de la parte de Edom vino el agua, la cual inundó el terreno. Mientras tanto, los moabitas se habían enterado de que los reyes llegaban para atacarlos, por lo que llamaron a filas a todos los jóvenes y adultos en edad militar, y tomaron posiciones en la frontera. Por la mañana temprano, cuando se levantaron, el sol se reflejaba sobre el agua, y los moabitas la vieron frente a ellos roja como la sangre. Entonces dijeron: “Eso es sangre. Lo que ha ocurrido es que los reyes han luchado entre sí y se han destruido unos a otros. ¡Moabitas, vamos ahora a apoderarnos de las cosas que hayan dejado!” Pero al entrar los moabitas en el campamento israelita, estos los atacaron y los hicieron huir. En seguida, los israelitas los persiguieron y los mataron. Luego destruyeron las ciudades, llenaron de piedras los terrenos de cultivo, cegaron todos los manantiales y cortaron todos los árboles frutales. Solo quedó en pie la ciudad de Quir-haréset. Pero los honderos la rodearon y la conquistaron. Cuando el rey de Moab se dio cuenta de que el ataque era superior a sus fuerzas, tomó setecientos soldados de infantería para abrir una brecha hacia donde estaba el rey de Edom. Pero no lograron hacerlo. Entonces tomó a su hijo primogénito, el que había de reinar en su lugar, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. Esto causó gran enojo contra los israelitas, por lo que levantaron el campamento y regresaron a su país.

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2 REYES 3:15-27 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

En fin, ¡que me traigan un músico! Mientras el músico tañía el arpa, la mano del SEÑOR vino sobre Eliseo, y este dijo: ―Así dice el SEÑOR: “Abrid zanjas por todo este valle, pues aunque no veáis viento ni lluvia —dice el SEÑOR—, este valle se llenará de agua, de modo que podréis beber vosotros y todos vuestros animales”. Esto es poca cosa para el SEÑOR, que además entregará a Moab en vuestras manos. De hecho, vosotros destruiréis todas las ciudades fortificadas y las otras ciudades principales. Cortaréis los mejores árboles, cegaréis los manantiales y sembraréis de piedras los campos fértiles. A la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, toda el área se inundó con el agua que venía de la región de Edom. Ahora bien, cuando los moabitas se enteraron de que los reyes habían salido para atacarlos, movilizaron a todos los que podían servir en el ejército y tomaron posiciones en la frontera. Al levantarse ellos por la mañana, el sol se reflejaba sobre el agua, y a los moabitas les pareció que estaba teñida en sangre. «¡Es sangre de batalla! —exclamaron—. Esos reyes deben de haber peleado, y se han matado unos a otros. ¡Vamos, Moab, al saqueo!» Cuando los moabitas llegaron al campamento de Israel, los israelitas les hicieron frente y los derrotaron. Aquellos se dieron a la fuga, pero los israelitas los persiguieron y los aniquilaron, y destruyeron sus ciudades. Cada uno tiró una piedra en los campos fértiles de Moab hasta llenarlos; además, cegaron los manantiales y cortaron los mejores árboles. Solo Quir Jaréset quedó en pie, aunque los honderos la cercaron y también lograron conquistarla. El rey de Moab, al ver que perdía la batalla, se llevó consigo a setecientos guerreros con el propósito de abrirse paso hasta donde estaba el rey de Edom, pero no logró pasar. Tomó entonces a su hijo primogénito, que había de sucederle en el trono, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. A raíz de esto, se desató contra Israel una furia incontenible, de modo que los israelitas tuvieron que retirarse y volver a su país.

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