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San Lucas 7

7
Jesús sana al criado de un oficial romano#7.1-10 Véase Mt 8.5-13 n.; cf. Jn 4.46-53.
(Mt 8.5-13; Jn 4.43-54)
1Cuando Jesús terminó de hablar a la gente, se fue a Cafarnaúm. 2Vivía allí un capitán#7.2 Capitán: Lit. centurión, oficial romano al mando de cien soldados. romano que tenía un criado#7.2 Criado: La palabra significa propiamente esclavo. al que estimaba mucho, el cual estaba enfermo y a punto de morir. 3Cuando el capitán oyó hablar de Jesús, mandó a unos ancianos de los judíos#7.3 Ancianos: esto es, dirigentes de la comunidad judía. a rogarle que fuera a sanar a su criado. 4Ellos se presentaron a Jesús y le rogaron mucho, diciendo:
—Este capitán merece que lo ayudes, 5porque ama a nuestra nación y él mismo hizo construir nuestra sinagoga.#7.5 Se trata de un extranjero que había ayudado económicamente a los judíos; cf. Hch 10.2.
6Jesús fue con ellos, pero cuando ya estaban cerca de la casa, el capitán mandó unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque yo no merezco que entres en mi casa; 7por eso, ni siquiera me atreví a ir en persona a buscarte. Solamente da la orden, para que sane mi criado. 8Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando le digo a uno de ellos que vaya, va; cuando le digo a otro que venga, viene; y cuando mando a mi criado que haga algo, lo hace.»
9Jesús se quedó admirado al oír esto, y mirando a la gente que lo seguía dijo:
—Les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe como en este hombre.
10Al regresar a la casa, los enviados encontraron que el criado ya estaba sano.
Jesús resucita al hijo de una viuda#7.11-17 Esta historia presenta algunos detalles que recuerdan el relato sobre Elías y la viuda de Sarepta (1 R 17.8-24).
11Después de esto, Jesús se dirigió a un pueblo llamado Naín.#7.11 Naín: pueblecito cerca de Nazaret. Iba acompañado de sus discípulos y de mucha gente. 12Al llegar cerca del pueblo, vio que llevaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda. Mucha gente del pueblo la acompañaba. 13Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo:
—No llores.
14En seguida se acercó y tocó la camilla,#7.14 El cadáver, envuelto en lienzos, iba sobre una tabla o camilla, ya que no se usaban ataúdes o cajas. y los que la llevaban se detuvieron. Jesús le dijo al muerto:
—Joven, a ti te digo: ¡Levántate!
15Entonces el que había estado muerto se sentó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a la madre. 16Al ver esto, todos tuvieron miedo y comenzaron a alabar a Dios, diciendo:
—Un gran profeta ha aparecido entre nosotros.
También decían:
—Dios ha venido a ayudar a su pueblo.#7.16 Ha venido a ayudar: Lit. ha visitado; véase Lc 1.68 n.
17Y por toda Judea#7.17 Judea: Aquí puede significar todo el país de los judíos. y sus alrededores se supo lo que había hecho Jesús.
Los enviados de Juan el Bautista
(Mt 11.2-19)
18Juan tuvo noticias de todas estas cosas,#7.18 Según Mt, esto ocurrió cuando Juan el Bautista estaba en la cárcel (Mt 11.2). pues sus seguidores se las contaron. Llamó a dos de ellos 19y los envió al Señor, a preguntarle si él era de veras el que había de venir#7.19 El que había de venir: el Mesías. o si debían esperar a otro. 20Los enviados de Juan se acercaron, pues, a Jesús y le dijeron:
—Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si tú eres el que ha de venir, o si debemos esperar a otro.
21En aquel mismo momento Jesús curó a muchas personas de sus enfermedades y sufrimientos, y de los espíritus malignos, y dio la vista a muchos ciegos. 22Luego les contestó:
—Vayan y díganle a Juan lo que han visto y oído. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen,#7.22 Cf. Is 29.18-19; 35.5-6. los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia.#7.22 Cf. Is 26.19; 61.1; cf. también Lc 4.16-21. 23¡Y dichoso aquel que no pierda su fe en mí!
24Cuando los enviados de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar a la gente acerca de Juan, diciendo: «¿Qué salieron ustedes a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 25Y si no, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con ropas lujosas?#7.25 Ropas lujosas: en contraste con la ropa corriente y áspera que vestía Juan el Bautista (Mt 3.4). Ustedes saben que los que se visten lujosamente y viven en placeres, están en las casas de los reyes. 26En fin, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, de veras, y uno que es mucho más que profeta. 27Juan es aquel de quien dice la Escritura:
“Yo envío mi mensajero delante de ti,
para que te prepare el camino.”#7.27 Mal 3.1; cf. Ex 23.20. (Citado también en Mt 11.10; Mc 1.2; Lc 1.76.)
28Les digo que, entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él.»
29Todos los que oyeron a Juan, incluso los que cobraban impuestos para Roma, se hicieron bautizar por él, cumpliendo así las justas exigencias de Dios; 30pero los fariseos y los maestros de la ley no se hicieron bautizar por Juan, despreciando de este modo lo que Dios había querido hacer en favor de ellos.#Mt 21.32; Lc 3.7,12.
31«¿A qué compararé la gente de este tiempo? ¿A qué se parece? 32Se parece a los niños que se sientan a jugar en la plaza y gritan a sus compañeros: “Tocamos la flauta, pero ustedes no bailaron; cantamos canciones tristes, pero ustedes no lloraron.”#7.31-32 Es decir, no hacen a su tiempo lo que deberían hacer. Es la imagen de unos niños en la calle que juegan a bodas y funerales pero sin lograr ponerse de acuerdo. 33Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino,#7.33 Juan llevaba una vida austera; véase Lc 1.15 nota. y ustedes dicen que tiene un demonio. 34Luego ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y ustedes dicen que es glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama y de los que cobran impuestos para Roma.#Lc 15.2. 35Pero la sabiduría de Dios se demuestra por todos sus resultados.»#7.35 Sus resultados: Lit. sus hijos. Otra posible traducción: los que la aceptan. Cf. Mt 11.19.
Jesús en casa de Simón el fariseo#7.36-50 Cf. Mt 26.6-13; Mc 14.3-9; Jn 12.1-8, relatos que difieren en varios aspectos. Cf. también Lc 11.37.
36Un fariseo#7.36 Fariseo: Véase Índice temático. invitó a Jesús a comer, y Jesús fue a su casa. Estaba sentado a la mesa, 37cuando una mujer de mala vida,#7.37 De mala vida: Lit. pecadora; posiblemente una prostituta, aunque el texto no lo dice, y la palabra tiene un sentido más general (véase Mt 9.10 nota). que vivía en el mismo pueblo y que supo que Jesús había ido a comer a casa del fariseo, llegó con un frasco de alabastro lleno de perfume.#7.37 Alabastro: piedra blanda, con la que se fabricaban frascos para perfume. 38Llorando, se puso junto a los pies de Jesús#7.38 En ciertas ocasiones de carácter formal, los judíos se recostaban en divanes para comer, con los pies descalzos y alejados de la mesa; de ese modo la mujer pudo acercarse a los pies de Jesús. y comenzó a bañarlos con lágrimas. Luego los secó con sus cabellos, los besó y derramó sobre ellos el perfume. 39El fariseo que había invitado a Jesús, al ver esto, pensó: «Si este hombre fuera de veras un profeta, se daría cuenta de qué clase de persona es esta que lo está tocando: una mujer de mala vida.» 40Entonces Jesús le dijo al fariseo:
—Simón,#7.40 Simón: el fariseo del v. 36, a quien no se menciona fuera de este relato. tengo algo que decirte.
El fariseo contestó:
—Dímelo, Maestro.
41Jesús siguió:
—Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;#7.41 Un denario equivalía al salario de un día. 42y como no le podían pagar, el prestamista les perdonó la deuda a los dos. Ahora dime, ¿cuál de ellos le amará más?#7.42 Aquí y en el v. 47 el verbo amar tiene un matiz de agradecimiento.
43Simón le contestó:
—Me parece que el hombre a quien más le perdonó.
Jesús le dijo:
—Tienes razón.
44Entonces, mirando a la mujer, Jesús dijo a Simón:
—¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; en cambio, esta mujer me ha bañado los pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. 45No me saludaste con un beso, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. 46No me pusiste ungüento en la cabeza, pero ella ha derramado perfume sobre mis pies.#7.44-46 Simón había brindado a Jesús únicamente las cortesías mínimas, sin darle las atenciones debidas a un huésped de honor (cf. Gn 18.4; Sal 23.5). 47Por esto te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; pero la persona a quien poco se le perdona, poco amor muestra.
48Luego dijo a la mujer:
—Tus pecados te son perdonados.
49Los otros invitados que estaban allí, comenzaron a preguntarse:
—¿Quién es este, que hasta perdona pecados?#7.48-49 Lc 5.20-21 y paralelos.
50Pero Jesús añadió, dirigiéndose a la mujer:
—Por tu fe has sido salvada; vete tranquila.#7.50 Lc 8.48; 17.19; 18.42.

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