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2 CRÓNICAS 18

18
La campaña de Ramot de Galaad
(1 Re 22,4-35)
1Josafat llegó a tener grandes riquezas y honores, y emparentó con Ajab. 2Al cabo de unos años bajó a Samaría a visitar a Ajab, quien sacrificó en su honor y en el de sus acompañantes gran cantidad de ovejas y toros. Luego lo convenció para atacar Ramot de Galaad. 3Ajab, el rey de Israel, propuso a Josafat, rey de Judá:
—¿Quieres venir conmigo a Ramot de Galaad?
Josafat le respondió:
—Yo y mi gente estamos a tu disposición e iremos contigo a la guerra.#2 Re 3,7.
4Y Josafat añadió al rey de Israel:
—Consulta antes al Señor.#2 Sm 2,1+.
5El rey de Israel reunió a unos cuatrocientos profetas y les preguntó:
—¿Podemos ir a atacar Ramot de Galaad o no?
Ellos le respondieron:
—Puedes ir, porque Dios te la va a entregar.
6Pero Josafat preguntó:
—¿No hay por aquí algún profeta del Señor al que podamos consultar?
7El rey de Israel le respondió:
—Sí, aún queda alguien a través del cual podemos consultar al Señor: Miqueas, el hijo de Jimlá. Pero yo lo detesto, porque no me profetiza venturas, sino siempre desgracias.
Josafat le dijo:
—El rey no debe hablar así.
8Entonces el rey de Israel llamó a un funcionario y le dijo:
—¡Que venga inmediatamente Miqueas, el hijo de Jimlá!
9El rey de Israel y Josafat, el rey de Judá, estaban sentados en sus tronos con sus vestiduras reales, en la plaza de la entrada de Samaría, mientras todos los profetas hacían profecías ante ellos. 10Sedecías, el hijo de Quenaná, se hizo unos cuernos de hierro y decía:
—El Señor dice: «¡Con estos cuernos embestirás a los arameos hasta aniquilarlos!».
11Y todos los profetas profetizaban lo mismo:
—¡Ataca a Ramot de Galaad, que tendrás éxito! ¡El Señor la entregará al rey!
12Mientras, el mensajero que había ido a llamar a Miqueas le decía:
—Ten en cuenta que los profetas están anunciando unánimemente la victoria al rey, procura que tu profecía coincida también con la suya y anuncia la victoria.
13Miqueas contestó:
—¡Juro por el Señor que solo le anunciaré lo que me diga mi Dios!
14Cuando llegó ante el rey, este le preguntó:
—Miqueas, ¿podemos ir a atacar Ramot de Galaad o no?
Él le contestó:
—Ataquen, que tendrán éxito, pues el Señor se la entregará a ustedes.
15Pero el rey le dijo:
—¿Cuántas veces tendré que pedirte bajo juramento que me digas solo la verdad en nombre del Señor?
16Entonces Miqueas dijo:
—He visto a todo Israel disperso por los montes como un rebaño sin pastor y el Señor decía: «No tienen dueño; que vuelvan en paz a sus casas».
17El rey de Israel dijo a Josafat:
—¿Qué te decía yo? No me profetiza venturas, sino desgracias.
18Miqueas añadió:
—Por eso, escuchen la palabra del Señor. He visto al Señor sentado en su trono y toda la corte celeste estaba de pie, a su derecha y a su izquierda.#Is 6,1. 19El Señor preguntó: «¿Quién confundirá a Ajab, el rey de Israel, para que ataque a Ramot de Galaad y perezca?». Unos decían una cosa y otros, otra. 20Entonces un espíritu se presentó ante el Señor y le dijo: «Yo lo confundiré». Y el Señor preguntó: «¿Cómo lo harás?». 21Él respondió: «Iré y me convertiré en espíritu de mentira en boca de todos sus profetas». A lo que el Señor dijo: «¡Conseguirás confundirlo! Vete y hazlo así». 22Ahora ya sabes que el Señor ha inspirado mentiras a estos profetas tuyos y ha anunciado tu desgracia.
23Entonces Sedecías, el hijo de Quenaná, se acercó a Miqueas, le dio una bofetada y le dijo:
—¿Es que me ha abandonado el espíritu del Señor para hablarte a ti?
24Miqueas le respondió:
—Tú mismo lo verás el día en que vayas escondiéndote de casa en casa.
25Entonces el rey de Israel ordenó:
—Agarren a Miqueas, entréguenselo a Amón, el gobernador de la ciudad, y al príncipe Joel 26y díganles: «El rey ha ordenado que lo metan en la cárcel y que le racionen el pan y el agua hasta que el rey regrese sano y salvo».
27Miqueas le dijo:
—Si consigues regresar sano y salvo, es que el Señor no ha hablado por mi boca.
28El rey de Israel y Josafat, el rey de Judá, fueron a atacar Ramot de Galaad. 29El rey de Israel dijo a Josafat:
—Yo voy a disfrazarme para entrar en combate, pero tú conserva tus vestiduras reales.
Así que el rey de Israel entró en combate disfrazado. 30El rey de Siria había ordenado a sus jefes de carros que no atacasen ni a soldados ni a oficiales; solo al rey de Israel. 31Cuando los jefes de carros vieron a Josafat creyeron que se trataba del rey de Israel y se dispusieron a atacarlo; pero Josafat se puso a gritar y el Señor lo ayudó, apartándolos de él, 32pues cuando los jefes de los carros se dieron cuenta de que no era el rey de Israel, dejaron de perseguirlo. 33Entonces un soldado lanzó una flecha al azar que hirió al rey de Israel, entrando por las juntas de la coraza. Inmediatamente el rey ordenó al conductor de su carro:
—Da la vuelta y sácame del campo de batalla, que estoy herido.
34Pero en aquel momento la batalla se recrudeció tanto, que el rey tuvo que aguantar en su carro haciendo frente a los sirios hasta el atardecer, y a la caída del sol murió.

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