Salmos 2
2
El reino del ungido del Señor
  1¿Por qué se rebelan los pueblos?
¿Por qué conspiran las naciones?
  2Los reyes de la tierra hacen alianzas;
los caudillos se declaran en contra
del Señor y de su Mesías. Y dicen:
  3«¡Vamos a quitarnos sus cadenas!
¡Vamos a librarnos de sus ataduras!»
  4El que reina en los cielos se ríe;
el Señor se burla de ellos.
  5Pero ya enfurecido, les habla,
y con su enojo los deja turbados.
  6«Ya he establecido a mi rey
sobre el monte Sión, mi lugar santo.»
  7Yo daré a conocer el decreto
que el Señor me ha comunicado:
«Tú eres mi hijo.
En este día te he engendrado. 
  8Pídeme que te dé las naciones como herencia,
y tuyos serán los confines de la tierra.
  9Someterás a las naciones con cetro de hierro, 
y las destrozarás como a vasijas de barro.»
  10Ustedes, los reyes: ¡sean prudentes!
Y ustedes, los jueces: ¡admitan la corrección!
  11Sirvan al Señor con reverencia
y ríndanle culto con temor reverente.
  12Ríndanse a los pies de su Hijo,
no sea que él se enoje y ustedes perezcan,
pues su enojo se enciende de repente.
¡Bienaventurados son los que en él confían!
      دیاریکراوەکانی ئێستا:
Salmos 2: RVC
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Reina Valera Contemporánea™ © Sociedades Bíblicas Unidas, 2009, 2010.
Salmos 2
2
El reino del ungido del Señor
  1¿Por qué se rebelan los pueblos?
¿Por qué conspiran las naciones?
  2Los reyes de la tierra hacen alianzas;
los caudillos se declaran en contra
del Señor y de su Mesías. Y dicen:
  3«¡Vamos a quitarnos sus cadenas!
¡Vamos a librarnos de sus ataduras!»
  4El que reina en los cielos se ríe;
el Señor se burla de ellos.
  5Pero ya enfurecido, les habla,
y con su enojo los deja turbados.
  6«Ya he establecido a mi rey
sobre el monte Sión, mi lugar santo.»
  7Yo daré a conocer el decreto
que el Señor me ha comunicado:
«Tú eres mi hijo.
En este día te he engendrado. 
  8Pídeme que te dé las naciones como herencia,
y tuyos serán los confines de la tierra.
  9Someterás a las naciones con cetro de hierro, 
y las destrozarás como a vasijas de barro.»
  10Ustedes, los reyes: ¡sean prudentes!
Y ustedes, los jueces: ¡admitan la corrección!
  11Sirvan al Señor con reverencia
y ríndanle culto con temor reverente.
  12Ríndanse a los pies de su Hijo,
no sea que él se enoje y ustedes perezcan,
pues su enojo se enciende de repente.
¡Bienaventurados son los que en él confían!
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