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2 Reyes 2

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II. ASCENCIÓN DE ELÍAS Y COMIENZOS DE LA HISTORIA DE ELISEO#2.1-25 Con el relato de la «ascensión» de Elías concluye el ciclo de este gran profeta y empieza el de su discípulo Eliseo. Además de numerosos milagros, el ciclo de Eliseo narra algunos episodios guerreros (2 R 3.1-27; 6.24—7.20) y varias actuaciones del profeta fuera de las fronteras de su país (8.7-15; 13.14-21; cf. 5.1-23).
(2.1-25)
Elías sube al cielo
1Cuando llegó el momento en que el Señor iba a llevarse a Elías al cielo en un torbellino, Elías y Eliseo salieron de Guilgal.#2.1 Guilgal: Este nombre se refiere habitualmente al santuario ubicado entre Jericó y el río Jordán (véase Jos 4.19 nota). Pero el contexto (v. 2) sugiere que aquí se trata de un sitio del mismo nombre más cercano a Betel. 2Y Elías le dijo a Eliseo:
—Quédate aquí,#2.2 Quédate aquí: Esta orden, repetida dos veces (vv. 4,6), hace pensar que Elías preveía lo que iba a suceder (cf. v. 11). La triple orden introduce en el relato una nota de suspenso y de misterio. porque el Señor me ha enviado a Betel.#2.2 El santuario de Betel existía desde la época de los patriarcas (Gn 12.8; 28.10-22; 35.1-15) y luego fue convertido por Jeroboam I en templo nacional, rival de Jerusalén (1 R 12.28-33; Am 7.13).
Pero Eliseo le contestó:
—Juro por el Señor, y por ti mismo, que no voy a dejarte solo.
Entonces fueron juntos hasta Betel. 3Pero los profetas#2.3 Los profetas: Lit. los hijos de los profetas (véase 1 R 20.35 nota). Al parecer, los grupos de profetas extáticos que existían en Israel desde tiempos antiguos (1 S 10.10; 19.20) no deben identificarse sin más con los llamados hijos de los profetas, ya que estos practicaban una forma de vida más organizada: a veces vivían en comunidad (2 R 6.1), tenían comidas en común (4.38-41) y eran dirigidos por un jefe a quien llamaban padre (2.12; 6.21; 13.14). Además, estos relatos no los muestran en estado de trance colectivo, como sucedía con los profetas extáticos. que vivían en Betel#2.3 La importancia del santuario de Betel permite suponer que allí había una comunidad de profetas relativamente numerosa. salieron al encuentro de Eliseo y le dijeron:
—¿Sabes que el Señor va a quitarte hoy a tu maestro?
—Sí, ya lo sé —contestó Eliseo—, pero ustedes no digan nada.
4Después Elías le dijo a Eliseo:
—Quédate aquí, porque el Señor me ha enviado a Jericó.
Pero Eliseo le contestó:
—Juro por el Señor, y por ti mismo, que no voy a dejarte solo.
Entonces fueron juntos hasta Jericó. 5Pero los profetas que vivían en Jericó salieron al encuentro de Eliseo y le dijeron:
—¿Sabes que el Señor va a quitarte hoy a tu maestro?
—Sí, ya lo sé —respondió Eliseo—, pero ustedes no digan nada.
6Luego le dijo Elías:
—Quédate aquí, porque el Señor me ha enviado al Jordán.
Pero Eliseo le contestó:
—Te juro por el Señor, y por ti mismo, que no voy a dejarte solo.
Entonces fueron los dos. 7Pero cincuenta profetas llegaron y se detuvieron a cierta distancia, frente a ellos; Elías y Eliseo, por su parte, se detuvieron a la orilla del río Jordán. 8Entonces Elías tomó su capa, la enrolló y golpeó el agua, y el agua se hizo a uno y otro lado, y los dos cruzaron el río como por terreno seco.#2.8 Esta escena recuerda el paso de los israelitas por el Mar Rojo (Ex 14.16,21-22) y el río Jordán (Jos 3.13-17). 9En cuanto cruzaron, dijo Elías a Eliseo:
—Dime qué quieres que haga por ti antes que sea yo separado de tu lado.
Eliseo respondió:
—Quiero recibir una doble porción de tu espíritu.#2.9 Al hacer esta petición, Eliseo expresaba su deseo de ser el heredero espiritual de Elías, ya que una doble porción era la parte reservada al hijo mayor o primogénito (cf. Dt 21.17).
10—No es poco lo que pides —dijo Elías—. Pero si logras verme cuando sea yo separado de ti, te será concedido. De lo contrario, no se te concederá.
11Y mientras ellos iban caminando y hablando, de pronto apareció un carro de fuego, con caballos también de fuego, que los separó, y Elías subió al cielo en un torbellino.#2.11 El carro y los caballos simbolizan el invencible poder del Señor (cf. 2 R 6.17; Sal 68.17[18]). El torbellino y la tormenta acompañan las manifestaciones de Dios (véase 1 R 8.11 n.; cf. Ez 1.4; Nah 1.3). Cf. también Eclo 48.9,12. 12Al ver esto, Eliseo gritó: «¡Padre mío, padre mío,#2.12 «¡Padre mío, padre mío!»: Eliseo lanza un grito de dolor ante la partida definitiva de su maestro. que has sido para Israel como un poderoso ejército!»#2.12 Para Israel como un poderoso ejército: Lit. ¡Carros y caballería de Israel!: La exclamación da a entender que el pueblo tenía en el profeta una fuerza comparable a la de un ejército. La misma expresión se vuelve a encontrar en labios de Joás, rey de Israel (2 R 13.14).
Después de esto no volvió a ver a Elías.
Eliseo sucede a Elías
Entonces Eliseo tomó su ropa y la rasgó en dos. 13Luego recogió la capa#2.13 La capa de Elías, recogida por Eliseo, era el signo de la presencia del espíritu del Señor en él (cf. v. 15). que se le había caído a Elías, y regresó al Jordán y se detuvo en la orilla. 14Acto seguido, golpeó el agua con la capa, y exclamó: «¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?»
Apenas había golpeado el agua, cuando esta se hizo a uno y otro lado, y Eliseo volvió a cruzar el río. 15Los profetas de Jericó, que estaban enfrente, dijeron al verlo: «¡El espíritu de Elías reposa ahora en Eliseo!»
Fueron entonces a su encuentro, e inclinándose ante él 16le dijeron:
—Mira, entre nosotros, tus servidores, hay cincuenta valientes. Deja que vayan en busca de tu maestro, no sea que el espíritu de Dios lo haya alzado y arrojado sobre alguna montaña o en algún valle.
Pero él dijo:
—No, no manden ustedes a nadie.
17Sin embargo, fue tanta la insistencia de ellos que al fin los dejó que mandaran a aquellos cincuenta hombres, los cuales estuvieron buscando a Elías durante tres días, pero no lo encontraron. 18Entonces regresaron a Jericó, donde se había quedado Eliseo, y este les dijo:
—Yo les advertí que no fueran.
Eliseo purifica el manantial de Jericó#2.19-25 A diferencia del ciclo de Elías, el de Eliseo relata una extensa serie de milagros: el saneamiento del manantial (2 R 2.19-22), el castigo de los burlones (2.23-24), la multiplicación del aceite (4.1-7), el milagro de la comida (4.38-41), la multiplicación del pan (4.42-44), la recuperación del hacha (6.1-7) y la resurrección de un muerto en la tumba del profeta (13.20-21). Al lado de estos relatos muy simples, se encuentran otros literariamente más detallados: el nacimiento y la curación del hijo de la sunamita (4.8-37) y la curación de Naamán (5.1-27).
19Los habitantes de la ciudad dijeron entonces a Eliseo:
—Mira, la ciudad tiene una buena situación, como puedes ver, pero el agua es mala y la tierra estéril.
20—Tráiganme un tazón nuevo, con sal#2.20 En el antiguo Israel se atribuía a la sal fuerza purificadora. De ahí que se utilizara en algunos sacrificios (Lv 2.13; Ez 43.24; cf. Mc 9.49-50). —respondió Eliseo.
En cuanto le llevaron el tazón, 21Eliseo fue al manantial y arrojó allí la sal, diciendo:
—Así dice el Señor: “Yo he purificado esta agua, y nunca más causará muerte ni hará estéril la tierra.”
22Desde entonces el agua quedó purificada, tal como lo había dicho Eliseo.
23Después Eliseo se fue de allí a Betel. Cuando subía por el camino,#2.23 Cuando subía por el camino: Para ir de Jericó a Betel había que subir desde 250 m. bajo el nivel del mar hasta 880 sobre el nivel del mar. Cf. Lc 10.30. un grupo de muchachos de la ciudad salió y comenzó a burlarse de él. Le gritaban: «¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!»
24Eliseo se volvió hacia ellos, los miró y los maldijo en el nombre del Señor. Al instante salieron dos#2.24 En la simbología bíblica, el número cuarenta y dos suele estar relacionado con algo destructivo (cf. 2 R 10.14; Ap 11.2; 13.5). osos del bosque y despedazaron a cuarenta y dos de ellos. 25Luego Eliseo se fue al monte Carmelo, y de allí regresó a Samaria.#2.25 El Carmelo: Véanse 1 R 18.19 n.; Am 1.2 nota  j. Samaria: Véase 1 R 14.17 n. Véase también el Índice de mapas.

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