JEREMÍAS 32
32
El terreno adquirido#32.1-15 Una vez más, Jeremías recibe del Señor la orden de realizar una acción de hondo contenido simbólico. La compra de un campo en Anatot, llevada a cabo cuando todo parecía perdido (cf. v. 2), se convierte en un signo de esperanza para el futuro. Sobre las acciones simbólicas, véase Jer 13.1-11 n.
1El Señor habló a Jeremías en el décimo año del reinado de Sedequías en Judá, que era el año dieciocho del reinado de Nabucodonosor. 2Por aquel tiempo, el ejército del rey de Babilonia estaba atacando a Jerusalén,#32.1-2 Nabucodonosor, rey de Babilonia, sitió la ciudad de Jerusalén a partir de enero del año 588 a.C., es decir, en el décimo mes del décimo año del reinado de Sedequías (cf. Jer 39.1; 52). El asedio duró 18 meses (cf. Jer 52.6). y el profeta Jeremías estaba encerrado en el patio de la guardia del palacio real.#32.2 Encerrado... palacio real: Cf. Jer 37.11-21. 3El rey Sedequías le había mandado arrestar, porque Jeremías había dicho: “El Señor dice: ‘Voy a hacer que esta ciudad caiga en poder del rey de Babilonia, 4y el rey Sedequías no escapará de los caldeos, sino que caerá en poder del rey de Babilonia y tendrá que presentarse ante él. 5Nabucodonosor llevará a Sedequías a Babilonia, y allá se quedará hasta que yo me vuelva a ocupar de él.#32.5 Hasta que yo me vuelva a ocupar de él: lit. hasta que yo lo visite. La expresión es ambigua, porque el término traducido por visitar, en el AT, puede referirse a una intervención del Señor favorable y liberadora o a una acción punitiva. El contexto parece indicar el segundo sentido. Véase Ex 3.16 nota q. Aunque peleéis contra los caldeos, no tendréis éxito. Yo, el Señor, lo afirmo.’ ”
6Y dijo Jeremías: “El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 7‘Mira, tu primo Hanamel, el hijo de tu tío Salum, vendrá a proponerte que le compres un terreno que tiene en Anatot, pues tú tienes el derecho de comprarlo por ser el pariente más cercano.’#32.7 Según la legislación israelita (Lv 25.25), el pariente más cercano (heb. goel) tenía el derecho y la obligación de adquirir la propiedad que corría el peligro de no pertenecer más al patrimonio familiar, ya sea por la falta de herederos o de recursos económicos. En razón de esta costumbre, a Jeremías le correspondía ejercer ese derecho. Véanse Ex 6.6 n.; Rt 2.20 n. 8Tal como el Señor me dijo, mi primo Hanamel vino a verme al patio de la guardia y me pidió que le comprara el campo que tenía en Anatot, en territorio de la tribu de Benjamín,#32.8 Anatot, en territorio de la tribu de Benjamín: Véanse Jos 18.11 n.; Jer 1.1 nota d. porque yo tenía el derecho de comprarlo y quedarme con él, por ser el pariente más cercano. Al darme cuenta de que aquello era una orden del Señor, 9-10compré el campo a mi primo Hanamel. Le entregué diecisiete monedas de plata, que fue el precio convenido, y puse el contrato por escrito, sellado y firmado por los testigos.#32.9-10 Estos testigos debían verificar la existencia y la validez de la transacción (Rt 4.9-10). 11Luego tomé las dos copias del contrato, una sellada y con las condiciones de compra, y otra abierta, 12y se las di a Baruc, hijo de Nerías y nieto de Maaseías,#32.12 Baruc desempeña un papel relevante en las secciones narrativas del libro de Jeremías. Además de participar en esta transacción, escribe en un rollo las palabras que le dicta el profeta (Jer 36.4), es acusado de ejercer una perniciosa influencia sobre Jeremías (43.3), se refugia en Egipto junto con su maestro y otros judíos después de la destrucción de Jerusalén (43.4-7) y es el destinatario de una promesa divina en los difíciles tiempos que le toca vivir (cap. 45). delante de mi primo Hanamel, de los testigos que habían firmado el contrato y de todos los judíos que estaban sentados en el patio de la guardia. 13Delante de ellos dije a Baruc: 14‘El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: Toma las dos copias de este contrato, la sellada y la abierta, y guárdalas en una vasija de barro para que se conserven mucho tiempo. 15Pues el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: En esta tierra volverán a comprarse casas, campos y viñedos.’
Oración de Jeremías
16“Después de dar el contrato de compra a Baruc, hijo de Nerías, dirigí al Señor esta oración: 17‘Tú, Señor, con gran despliegue de poder creaste el cielo y la tierra. Nada hay imposible para ti.#32.17 Creaste el cielo y la tierra: Gn 1.1; Is 37.16; 42.5; Sal 102.25; Hch 17.24. Nada hay imposible para ti: Gn 18.14; Lc 1.37. 18Tú muestras tu amor por mil generaciones,#32.18 Véase Ex 20.6 n. pero también castigas a los hombres por los pecados de sus padres. ¡Oh Dios grande y poderoso, tu nombre es Señor todopoderoso! 19Tú eres grandioso en tus planes y poderoso en tus obras. Tú ves todo lo que hacen los hombres y das a cada uno lo que merecen sus acciones. 20Tú hiciste milagros y señales en Egipto, y aún hoy los sigues haciendo tanto en Israel como entre todos los hombres, de manera que tu nombre se ha hecho famoso. 21Tú, con gran despliegue de poder, sacaste de Egipto a tu pueblo Israel, haciendo milagros y señales y llenando de terror a todos. 22Le diste a Israel esta tierra en que la leche y la miel corren como el agua, según lo habías prometido a sus antepasados. 23Pero cuando ellos entraron en el país y tomaron posesión de él, no te obedecieron ni siguieron las instrucciones que les diste, ni hicieron nada de lo que les ordenaste. Por eso les enviaste toda esta calamidad.#32.20-23 Ex 3.8; 7–14; Dt 4.34-40.
24‘Ahora los caldeos han levantado rampas para atacar la ciudad, y la guerra, el hambre y la peste#32.24 La guerra, el hambre y la peste: Véanse las referencias en Jer 14.12 n. van a hacer que la ciudad caiga en manos de los atacantes. Señor, ya ves que se está cumpliendo lo que dijiste. 25Sin embargo, Señor, tú me ordenaste que comprara y pagase aquel terreno en presencia de testigos, aunque la ciudad haya de caer en manos de los caldeos.’ ”
26Entonces el Señor respondió a Jeremías: 27“Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí. 28Así pues, yo te digo: Voy a hacer que esta ciudad caiga en poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de los caldeos.#32.28 2 R 25.1-11; 2 Cr 36.17-21. 29Los caldeos que están atacando la ciudad entrarán en ella y le prenderán fuego; la quemarán junto con las casas en cuyas azoteas, para ofenderme, se quemaba incienso a Baal y se ofrecía vino a dioses extraños. 30Desde el principio, el pueblo de Israel y el pueblo de Judá han hecho siempre lo que me desagrada; los israelitas no han dejado de ofenderme con ídolos que ellos mismos se hicieron. Yo, el Señor, lo afirmo. 31Y esta ciudad, desde el día en que empezó a construirse hasta este día, no ha hecho más que provocar mi ira y mi enojo. Por eso voy a hacerla desaparecer, 32por todo lo que me han ofendido con sus malas acciones el pueblo de Israel y el pueblo de Judá, lo mismo que sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes, sus profetas y todos los habitantes de Judá y de Jerusalén. 33Me han dado la espalda, no la cara. Y aunque en ningún momento he dejado de instruirlos, no me han hecho caso ni han querido recibir corrección. 34¡Hasta han llegado a profanar el templo que me está consagrado, poniendo allí sus ídolos detestables!#32.34 Jer 7.30-31. 35También construyeron altares a Baal en el valle de Ben-hinom,#32.35 Cf. 2 R 23.10; Jer 7.31; 19.1-6. para quemar a sus hijos y a sus hijas en sacrificio a Moloc,#32.35 Lv 18.21. y así hacer pecar a Judá, cosa detestable que yo no les ordené y que ni siquiera pasó por mi mente.
Promesas para el futuro
36“Yo, el Señor, el Dios de Israel, digo acerca de esta ciudad que tú dices#32.36 Tú dices: según la versión griega (LXX). Heb. vosotros decís. Lo mismo en el v. 43. que va a caer en poder del rey de Babilonia por causa de la guerra, el hambre y la peste: 37Yo reuniré a sus ciudadanos de entre todos los países por donde los dispersé cuando me llené de enojo, ira y furor terrible, y los haré volver a este lugar para que en él vivan tranquilos. 38Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. 39Haré que tengan voluntad y determinación de honrarme toda su vida, para su propio bien y el de sus descendientes. 40Haré con ellos un pacto eterno: me comprometeré a no dejar nunca de hacerles bien, y les llenaré del deseo de honrarme y de no apartarse nunca de mí.#32.38-40 Jer 31.31-34. 41Yo me alegraré de hacerles bien,#32.41 Dt 30.9. y de todo corazón y con toda sinceridad los haré habitar en este país.”
42El Señor añadió: “Así como envié esta calamidad tan grande a este pueblo, también le enviaré todos los bienes que le he prometido. 43Y en este país, que dices#32.43 Dices: Véase 32.36 n. que va a quedar desierto, sin hombres ni animales, y que va a caer en poder de los caldeos, se volverán a comprar terrenos. 44Se comprarán y se harán los contratos por escrito, con sello y firmas de testigos. Esto sucederá en el territorio de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, tanto de la región montañosa como de la llanura, y en las ciudades del Négueb, porque yo haré que cambie su suerte. Yo, el Señor, lo afirmo.”
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Dios Habla Hoy (DHH) versión española Copyright © Sociedad Bíblica de España, 1992 Utilizada con permiso
Jeremías 32
32
Parábola del terreno
1Esta es la palabra del Señor, que vino a Jeremías en el año décimo del reinado de Sedequías en Judá, es decir, en el año dieciocho de Nabucodonosor. 2En aquel tiempo el ejército del rey de Babilonia mantuvo sitiada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estuvo preso en el patio de la guardia del palacio real.
3Sedequías, el rey de Judá, lo tenía preso y le reprochaba: «¿Por qué andas profetizando: “Así dice el Señor”? Andas proclamando que el Señor dice: “Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y él la tomará; 4y Sedequías, rey de Judá, no escapará de la mano de los babilonios, sino que será entregado en manos del rey de Babilonia y tendrá que enfrentarse con él cara a cara”. 5Además, dices que el Señor afirma: “Nabucodonosor se llevará a Sedequías a Babilonia, y allí se quedará hasta que yo vuelva a ocuparme de él”, y también: “Si combatís contra los babilonios, no venceréis”».
6Jeremías respondió: «La palabra del Señor vino a mí, 7y me dijo: “Janamel, hijo de tu tío Salún, vendrá a pedirte que le compres el campo que está en Anatot, pues tienes el derecho y la responsabilidad de comprarlo por ser el pariente más cercano”.#32:7 el derecho … más cercano. Lit. el derecho de rescate para comprarlo; también en v. 8 (véase Lv 25:25-28).
8»En efecto, conforme a la palabra del Señor, mi primo Janamel vino a verme en el patio de la guardia y me dijo: “Compra ahora mi campo que está en Anatot, en el territorio de Benjamín, ya que tú tienes el derecho y la responsabilidad de comprarlo por ser el pariente más cercano”. Entonces comprendí que esto era palabra del Señor, 9y le compré a mi primo Janamel el campo de Anatot por diecisiete monedas#32:9 monedas. Lit. siclos. de plata. 10Reuní a los testigos, firmé la escritura, la sellé y pagué el precio convenido. 11Luego tomé la copia sellada y la copia abierta de la escritura con las condiciones de compra, 12y se las entregué a Baruc, hijo de Nerías y nieto de Maseías, en presencia de Janamel, de los testigos que habían firmado la escritura y de todos los judíos que estaban sentados en el patio de la guardia. 13Con ellos como testigos, le ordené a Baruc: 14“Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘Toma la copia sellada y la copia abierta de esta escritura, y guárdalas en una vasija de barro para que se conserven mucho tiempo’. 15Porque así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘De nuevo volverán a comprarse casas, campos y viñedos en esta tierra’ ”.
16»Después de entregarle la escritura a Baruc hijo de Nerías, oré al Señor:
17»¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible. 18Muestras tu fiel amor a multitud de generaciones, pero también castigas a los hijos por la iniquidad de sus antepasados. ¡Oh Dios grande y fuerte, tu nombre es el Señor Todopoderoso! 19Tus proyectos son grandiosos, y magníficas tus obras. Tus ojos observan todo lo que hace la humanidad para dar a cada uno lo que merece, según su conducta y los frutos de sus acciones. 20Tú hiciste milagros y prodigios en la tierra de Egipto, y hasta el día de hoy los sigues haciendo, tanto en Israel como en todo el mundo; así te has conquistado la fama que hoy tienes. 21Tú, con gran despliegue de poder, y con milagros, prodigios y gran terror, sacaste de Egipto a tu pueblo. 22Le diste a Israel esta tierra, donde abundan la leche y la miel, tal como se lo habías jurado a sus antepasados. 23Pero, cuando entraron y tomaron posesión de ella, no te obedecieron ni acataron tu ley, ni tampoco hicieron lo que les habías ordenado. Por eso les enviaste toda esta desgracia. 24Ahora las rampas de ataque han llegado hasta la ciudad para conquistarla. A causa de la espada, el hambre y la pestilencia, la ciudad caerá en manos de los babilonios que la atacan. Señor, todo lo que habías anunciado se está cumpliendo, y tú mismo lo estás viendo. 25Señor mi Dios, a pesar de que la ciudad caerá en manos de los babilonios, tú me has dicho: “Cómprate el campo al contado en presencia de testigos”».
26Entonces vino la palabra del Señor a Jeremías: 27«Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí? 28Por eso, así dice el Señor: Voy a entregar esta ciudad en manos de los babilonios y de Nabucodonosor, su rey, y él la capturará. 29Y los babilonios que ataquen esta ciudad entrarán en ella y le prenderán fuego, así como a las casas en cuyas azoteas se quemaba incienso a Baal y, para provocarme a ira, se derramaban libaciones a otros dioses. 30Porque desde su juventud el pueblo de Israel y el de Judá no han hecho sino lo malo delante de mí. El pueblo de Israel no ha dejado de provocarme a ira con la obra de sus manos —afirma el Señor—. 31Desde el día en que construyeron esta ciudad hasta hoy, ella ha sido para mí motivo de ira y de furor. Por eso la quitaré de mi presencia, 32por todo el mal que han cometido los pueblos de Israel y de Judá: ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes y sus profetas, todos los habitantes de Judá y de Jerusalén. 33Ellos no me miraron de frente, sino que me dieron la espalda. Y, aunque una y otra vez les enseñaba, no escuchaban ni aceptaban corrección. 34Colocaban sus ídolos abominables en la casa que lleva mi nombre, y así la profanaban. 35También construían altares a Baal en el valle de Ben Hinón, para pasar por el fuego a sus hijos e hijas en sacrificio a Moloc, cosa detestable que yo no les había ordenado, y que ni siquiera se me había ocurrido. De este modo hacían pecar a Judá.
36»Por tanto, así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de esta ciudad que, según vosotros, caerá en manos del rey de Babilonia por la espada, el hambre y la pestilencia: 37Voy a reunirlos de todos los países adonde en mi ira, furor y terrible enojo los dispersé, y los haré volver a este lugar para que vivan seguros. 38Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 39Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos. 40Haré con ellos un pacto eterno: Nunca dejaré de estar con ellos para mostrarles mi favor; pondré mi temor en sus corazones, y así no se apartarán de mí. 41Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra.
42»Así dice el Señor: Tal como traje esta gran calamidad sobre este pueblo, yo mismo voy a traer sobre ellos todo el bien que les he prometido. 43Se comprarán campos en esta tierra, de la cual vosotros decís: “Es una tierra desolada, sin gente ni animales, porque fue entregada en manos de los babilonios”. 44En la tierra de Benjamín y en los alrededores de Jerusalén, en las ciudades de Judá, de la región montañosa, de la llanura y del Néguev, se comprarán campos por dinero, se firmarán escrituras y se sellarán ante testigos —afirma el Señor—, porque yo cambiaré su suerte».
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