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Lamentaciones 1

1
I. PRIMER LAMENTO#1.1-22 Este poema se divide en dos partes que tienen la misma extensión: la primera (vv. 1-11) describe poéticamente la ruina de Jerusalén, estableciendo una impresionante contraposición entre su gloria pasada y su desgracia presente; en la segunda (vv. 12-22), la ciudad, personificada, se lamenta amargamente de su soledad y desamparo, implorando la compasión de los hombres (cf. v. 12) y la misericordia de Dios (cf. v. 20).
(1.1-22)
1¡Cuán solitaria ha quedado
la ciudad antes llena de gente!
¡Tiene apariencia de viuda#1.1 En las culturas del antiguo Oriente, la situación de la mujer viuda era en extremo precaria. Por carecer de la protección de su marido, quedaba expuesta a la miseria y a la explotación (cf. Rt 1.3-5; Is 54.4). La comparación de Jerusalén con una viuda sugiere la idea de total desolación.
la ciudad capital de los pueblos!
¡Sometida está a trabajos forzados
la princesa de los reinos!#1.1 Ciudad capital... princesa de los reinos: Estos calificativos y otros semejantes ponen de relieve la magnitud de la catástrofe: la que ahora está en ruinas no es una ciudad cualquiera, sino Jerusalén, la ciudad de Dios, la más santa de las ciudades del Altísimo (Sal 46.4[3]) y la ciudad del gran rey David (Sal 48.2[3]). Véase Sal 48 n.
2Se ahoga en llanto por las noches;
lágrimas corren por sus mejillas.
De entre todos sus amantes#1.2 Amantes: Véase Jer 2.20 nota; cf. Jer 3.1; Os 2.2,7.
no hay uno que la consuele.#1.2 No hay uno que la consuele: Lm 1.9,16-17,21. El verbo hebreo traducido por consolar no se refiere aquí a un consuelo dado sólo de palabra (cf. Gn 37.35), sino que incluye la acción y la ayuda eficaz. Cuando el Señor consuela a su pueblo, actúa en favor de él para reconfortarlo, colmarlo de alegría y darle la salvación (Sal 71.20-21; Is 40.1-2; 57.18; Jer 31.13). Véase también Jn 14.16-17 nota. Cf. Sal 69.20; Jer 9.17-19; 13.17; Bar 4.12.
Todos sus amigos la han traicionado;
se han vuelto sus enemigos.#1.2 Cf. Jer 30.13-14.
3A más de sufrimientos y duros trabajos,
Judá sufre ahora el cautiverio.#1.3 Sufre... cautiverio: Cf. 2 R 24.18-21.
La que antes reinaba entre los pueblos,
ahora no encuentra reposo.
Los que la perseguían, la alcanzaron
y la pusieron en aprietos.
4¡Qué tristes están los caminos de Sión!#1.4 Sión: Véase Sal 2.6 n.
¡No hay nadie que venga a las fiestas!
Las puertas de la ciudad están desiertas,
los sacerdotes lloran,
las jóvenes se afligen
y Jerusalén pasa amarguras.#1.4 Cf. Is 3.26; Jer 14.2.
5Sus enemigos dominan,
sus adversarios prosperan.
Es que el Señor la ha afligido
por lo mucho que ha pecado.
Sus hijos fueron al destierro
llevados por el enemigo.
6Desapareció de la bella Sión
toda su hermosura;
sus jefes, como venados,
andan en busca de pastos;
arrastrando los pies, avanzan
delante de sus cazadores.
7Jerusalén recuerda aquellos días,
cuando se quedó sola y triste;
recuerda todas las riquezas que tuvo
en tiempos pasados;
recuerda cuando cayó en poder del enemigo
y nadie vino en su ayuda,
cuando sus enemigos la vieron
y se burlaron de su ruina.
8Jerusalén ha pecado tanto
que se ha hecho digna de desprecio.#1.8 Digna de desprecio: Lit. impura (por menstruación). Cf. v. 17.
Los que antes la honraban, ahora la desprecian,
porque han visto su desnudez.
Por eso está llorando,
y avergonzada vuelve la espalda.#1.8 Cf. Ez 16.35-37.
9Tiene su ropa llena de inmundicia;
no pensó en las consecuencias.
Es increíble cómo ha caído;
no hay quien la consuele.
¡Mira, Señor, mi humillación
y la altivez del enemigo!
10El enemigo se ha adueñado
de las riquezas de Jerusalén.#1.10 Cf. 2 R 24.13; 25.13-17.
La ciudad vio a los paganos
entrar violentamente en el santuario,
¡gente a la que tú, Señor, ordenaste
que no entrara en tu lugar de reunión!
11Todos sus habitantes lloran,
andan en busca de alimentos;
dieron sus riquezas a cambio de comida
para poder sobrevivir.
¡Mira, Señor, mi ruina!
¡Considera mi desgracia!
12¡Ustedes,#1.12 Ustedes: traducción probable. Heb. no a ustedes. los que van por el camino,
deténganse a pensar
si hay dolor como el mío,
que tanto me hace sufrir!
¡El Señor me mandó esta aflicción
al encenderse su enojo!
13El Señor lanzó desde lo alto
un fuego que me ha calado hasta los huesos;
tendió una trampa a mi paso
y me hizo volver atrás;
me ha entregado al abandono,
al sufrimiento a cada instante.
14Mis pecados los ha visto el Señor;
me han sido atados por él mismo,
y como un yugo#1.14 Mis pecados... un yugo: traducción probable, según la versión griega (LXX). Heb. oscuro. pesan sobre mí:
¡acaban con mis fuerzas!
El Señor me ha puesto en manos de gente
ante la cual no puedo resistir.
15El Señor arrojó lejos de mí
a todos los valientes que me defendían.
Lanzó un ejército a atacarme,
para acabar con mis hombres más valientes.
¡El Señor ha aplastado a la virginal Judá
como se aplastan las uvas para sacar vino!#1.15 Cf. Is 63.3; Jl 3.13; Ap 14.20; 19.15.
16Estas cosas me hacen llorar.
Mis ojos se llenan de lágrimas,
pues no tengo a nadie que me consuele,
a nadie que me dé nuevo aliento.
Entre ruinas han quedado mis hijos,
porque pudo más el enemigo que nosotros.
17Sión extiende las manos suplicante,
pero no hay quien la consuele.
El Señor ha ordenado que a Jacob
lo rodeen sus enemigos;
Jerusalén es para ellos
objeto de desprecio.
18El Señor hizo lo debido,
porque me opuse a sus mandatos.
¡Escúchenme, pueblos todos;
contemplen mi dolor!
¡Mis jóvenes y jovencitas
han sido llevados cautivos!
19Pedí ayuda a mis amantes,
pero ellos me traicionaron.
Mis sacerdotes y mis ancianos
murieron en la ciudad:
¡andaban en busca de alimentos
para poder sobrevivir!
20¡Mira, Señor, mi angustia!
¡Siento que me estalla el pecho!
El dolor me oprime el corazón
cuando pienso en lo rebelde que he sido.
Allá afuera la espada mata a mis hijos,
y aquí adentro también hay muerte.#1.20 Cf. Jer 4.19; 9.21.
21La gente escucha mis lamentos,
pero no hay quien me consuele.
Todos mis enemigos saben de mi mal,
y se alegran de que tú lo hayas hecho.
¡Haz que venga el día que tienes anunciado,
y que les vaya a ellos como me ha ido a mí!
22Haz que llegue a tu presencia
toda la maldad que han cometido;
trátalos por sus pecados
como me has tratado a mí,
pues es mucho lo que lloro;
¡tengo enfermo el corazón!

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